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Las flores de plata

Al darse por sentado el compromiso, la noticia se extendió rápidamente por todos los ducados del imperio, muchos hablaban de la gran ventaja que tendría la casa Laurent por el matrimonio, los chismes entre las damas no podían faltar, al parecer la hija de los Everett no era lo suficientemente bonita y elegante para el joven Evan, estos y muchos más rumores se podrían escuchar por un buen tiempo, hasta que hubiera otra noticia interesante de que hablar.

En la mansión Everett, Ares tenía un libro en su mano, sentada en el jardín no podía concentrarse, muchas cosas pasaban por su mente, era cansado, todo su futuro estaba borroso. Pero tenía alguna opción, la respuesta era un rotundo no, ni sus padres usando todo su poder pudieron evitarlo, sabía que era así, con sólo mirar sus rostros podía saber que esto no fue aprobado por ellos, el emperador hizo el compromiso, la ley inquebrantable de Hugo era suprema ante todos.

Una consorte, una consorte... Si Evan llegaba a ser el nuevo emperador, su puesto sería el de la emperatriz, quien estaría a cargo del harem de su marido, pero hasta ese momento Evan sólo tenía un compromiso legítimo, dado su posición ella no creía que tuviera algún amante. Su prometido desde su primera visita, un día después la llamó, así pasaron varios días y sus llamadas eran frecuentes hacia ella, lo de llevarse bien con su futura esposa era cierto.

Ambos lograron una buena conversación, pronto se reunirían para salir en paseos, comidas, bailes, una nueva etapa en la vida de ambos, Ares tenía cierta comodidad con él, no era amor claro, pero pensaba en llegar a la posibilidad de enamorarse de verdad, claro que en poco tiempo vivirían juntos.

Las buenas relaciones entre esposos dentro de las grandes familias de todo el imperio, eran una completa falsedad, claro que habían algunas excepciones donde había amor de por medio sin amantes o concubinas, pero e matrimonio por conveniencia era algo tan natural como ver el sol cada mañana al despertar.

Nuevamente el auto de la familia Laurent se encuentraba en la mansión Everett, con un bello ramo de rosas blancas, un traje a la medida de color gris, el guapo candidato salió de su auto y pasó a la casa de su prometida. Ares sumergida en sus pensamientos, no sintió el sonido de pasos acercándose.

— Debes estar demasiado distraída para no recibirme —. Ella volteó enseguida, mirando al guapo hombre quien le dio una leve sonrisa.

— Disculpa, he estado pensando muchas cosas últimamente, toma asiento —. Educada mente ofreció té y algunos bocadillos a su prometido.

— Tan gentil como siempre, aunque... Ver tu lindo rostro distraído es algo nuevo para mí —. Sus miradas se cruzaron y él tomó su mano en un movimiento suave.

— No digas esas cosas Evan —. Claro que se sentía avergonzada pero no soltó la mano de su prometido.

— He traído flores para ti, pedí que las llevaran a tu habitación, creí que estarías allí, pero me equivoque.

— Oh... Flores para mi, es un lindo detalle, gracias Evan —. Le dio una gran sonrisa, las flores eran un detalle que le encantaba y recibirlas de parte de él era algo muy importante.

Pasaron la tarde juntos, cómodamente hablando de cualquier tema, disfrutando el té, los bocadillos y algunos dulces que ella había pedido para que él los probara, los duques Everett observaban cuidadosamente cada acción de Evan hacia su hija, a pesar de que parecía ser una persona completamente agradable, educada y amble, sabían que algo no estaba del todo bien.

Estaba por anochecer, entonces tenía que retirarse, ella lo acompañó hasta el auto donde vendrían por él, se despidieron con simples sonrisas. Al entrar en la mansión, fue directo con sus padres, los tres pidieron estar completamente solos en la oficina principal de la mansión, Ares cambio la cara amable a una seria, en su mano traía una invitación de color plata, el matrimonio se volteo a ver entre si, sabían de que se trataba.

"El baile de las flores de plata", era un baile donde cada candidato llevaba a presentar formalmente a su consorte, pero había un detalle que pocos sabían, este baile también tenía el fin de elegir a quienes serían las futuras concubinas imperiales.

— El me dio la invitación, pidió que nuestro color fuera el azul, mi vestido tiene que ser de cuello alto, así lo eligió él —. Ares al igual que sus padres tenía un mal presentimiento con su prometido, cada vez que estaba con él, su cabeza dolia y el sentimiento de dolor se apoderaba de ella.

— Era de esperarse de esa familia, mañana buscaremos tu vestido, será acorde a los gustos de la familia Laurent —. Su hija les contó lo que sucedía, entonces por su bien mantendrían un perfil bajo y seguirían todo tranquilamente.

— Es un chico, no elegirá a alguien más, parece ser que esté joven es de mucha importancia para él —. Benjamin Everett sabía quién sería la concubina de su futuro yerno, pero por ahora lo dejaría pasar.

— Estaré lista para el baile, pero espero ver con ansias quien es el que desea ser el dueño de todo el apellido Laurent —. Ares podría tener un carácter tranquilo por fuera, pero tenía demasiado escondido sus verdades emociones.