Jamie se dio la vuelta y vio a Fiona.
Pensando que a Fiona no le gustaba el olor del humo, Jamie inconscientemente aplastó el cigarrillo y lo tiró.
Fiona vio las acciones de Jamie y se sintió instantáneamente relajada.
Fiona sabía que Jamie no la culparía. Fiona pensó que incluso si ella matara a esa mujer, Jamie no estaría dispuesto a hacerle nada.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó Jamie.
—Jamie, te hice sopa para el desayuno. Es tu sopa de mariscos favorita —dijo Fiona con voz suave mientras sostenía la jarra térmica en su mano.
Los ojos de Jamie se volvieron más cálidos. En aquellos días de dificultades en el extranjero, la sopa que Fiona cocinaba para él era el único calor en su vida.
Fiona y Jamie fueron a la mesa del comedor en la sala VIP.
Fiona abrió el termo y personalmente sirvió a Jamie un tazón de sopa.
Jamie tomó el tazón y probó la sopa.
—¿Qué tal sabe? ¿Sabe igual que antes? —preguntó Fiona con una mirada dulce en sus ojos.
—Sabe bien —respondió Jamie.
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