—¿Estás nerviosa? —se rió Song Yu Han, alzándole ligeramente el mentón para que pudiera mirarlo de nuevo. Cuando sus ojos se encontraron, él vio lo rojo que se había vuelto su rostro.
Su gran vara comenzó a retorcerse en su mano. Solo con ver su rostro enrojecido era suficiente para hacerlo perder la respiración y reaccionar ante eso. ¿Qué más si la presionara contra la cama y ya estuviera dentro de ella? ¿Qué sería de él?
Ran Xueyi asintió. Como si hubiera un hechizo sobre todo su ser, su atención volvió a esa vara grande, dura y larga. Temblando, Ran Xueyi usó un poco de su fuerza para agarrar la vara en su mano. El calor, junto con la forma y el pensamiento de que entraría en ella más tarde, hizo que un zumbido blanco se colara en su cerebro, provocando que cerrara las piernas como temiendo que algo se le saliera de adentro.
Pero tener a Song Yu Han de pie entre sus piernas hizo imposible que las cerrara completamente.
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