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10: POR MI FAMILIA

Kaia abrió los ojos lentamente, su mente aún nublada por el sopor de un sueño profundo. Se tardó en analizar el lugar, pero cuando recuperó la visión, se encontró con una habitación de tapiz floral, pinturas de una anciana, gatos, un armario de caoba con un gran camisón colgado y su única ventana con ajíes pegados sobre una cubierta por periódicos para evitar que la luz del día penetrara en la estancia.

Un escalofrío recorrió la espalda de Kaia cuando se dio cuenta de que estaba sola en aquel lugar desconocido. Su corazón latía con fuerza en su pecho, y sus manos temblaban de miedo mientras una sola idea se apoderaba de su mente:

« Estoy sola».

— no — susurró ella con esfuerzo al levantarse.

Su desesperación palpaba en el aire mientras caminaba por el pasadizo. Su respiración entrecortada por las lágrimas que brotaban sin control de sus ojos. Solo podía recordar fragmentos del accidente anterior: la carabina de Andrés, la voz ominosa.

De pronto, sus ojos se posaron sobre la puerta principal. Y en poco tiempo, se encontró con una escalera. Con pasos tambaleantes, descendió.

Su corazón seguía latiendo con fuerza, buscando desesperadamente alguna señal de vida. Y entonces, lo vio: Nathaniel y Daniel, parados uno al lado del otro, con vendajes improvisados en sus rostros y brazos, sosteniendo bolsas de tela entre sus manos.El menor con una mochila especial para computador y Nathaniel, con una carabina en la espalda, ademas de tener un cinturón de pistola colgada en su brazo.

Un suspiro de alivio escapó de sus labios cuando los vio. Con lágrimas en los ojos, se lanzó hacia ellos en un abrazo. Se agacho un poco, jalando a su sobrino y sujetando fuertemente al otro.

Incluso Nathaniel intentó safarse, pero Kaia no lo permitió. Volteando de reojo, con lágrimas cayendo en sus mejillas que suplicaban por confort. Permitiéndose por primera vez desde el inicio de aquella pesadilla a relajarse.

— solo tenemos arroz y huevo. Toda la carne está podrida — Logro decir Daniel ante el abrazo. Mientras el más alto, ocultaba su sonrojo.

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« Hola a todos, aquí de nuevo el Doctor Williams. En este quinto día y la desaparición del alcalde de la isla, Ernesto Dominguez. El presidente del Perú, ha declarado a La isla San Lorenzo en estado de emergencia. Un poco tarde la verdad, pero no me sorprende del estado.

» Sin duda, esta no es una buena noticia. Todo el mundo habla de esto y ahora, los países vecinos han cerrado las fronteras para supuestamente no ser contagiados … — fue un corto silencio cuando se escuchó un balbuceo — JAJAJA ¡SI SUPIERAN!!

» JAJAJA. ¡QUE IDIOTAS! Esto no se trata de virus o contagios. ¡PERO NUNCA NADIE LO SABRA! 

Se escuchaban sus manos golpear la mesa. Sorprendiendo en el proceso a los dos adolescentes que limpiaban la mesa de la cocina, mientras Daniel dormía en la habitación.

— Creo que el doctor se ha vuelto loco — murmuró Nathaniel bajando un poco el volumen de la radio. Desviando la mirada hacia Kaia, quien parecía en calma mientras lavaba los platos.

Y es que ella no podía verlo. Se sentía rara, se trataba de su orgullo después de haberse lanzado a él y su sobrino mientras lloraba.

— Bueno, intentaré dormir — dijo el chico al escapar de la mesa.

— Nathaniel, perdón — se disculpó ella, deteniendo al chico en seco antes de que pudiera escapar — no es mi intención incomodar a alguien, no quiero que...

— Nunca lo has hecho — interrumpió él, golpeando la isla de la cocina con nerviosismo, su rostro ruborizándose ante la intensidad del momento — Kaia, nunca me has incomodado.

Los ojos grises de Kaia se encontraron con los de Nathaniel. Se detuvieron uno frente al otro, atrapados en un momento que parecía suspendido en el tiempo. Con Daniel dormido, Nathaniel creía tener una oportunidad. Pero ... ¿cómo se lo tomaría la chica? Lo más probable es que kaia lo rechace. Después de todo, iban a ser hermanos.

Eso … iban.

— íbamos — soltó sin darse cuenta el chico. Enseguida regresó a Kaia — escucha, desde hace tiempo quiero decirte algo.

— yo también — volvió a detener kaia. Esta vez logrando que él se sonroje aún más — bueno, esa es una pregunta.

— dilo — pidió, en un ronco tono.

— ¿Tú … también me odias? — preguntó ella, pero al ver la sorpresa del chico prosiguió — la verdad, antes pensaba que eras igual que Oliver y Emma.

— oye, espera. Escúchame — detuvo al acercarse y tomar los hombros de la chica — fui un cobarde, ¿bien? No pude ayudarte aun cuando lo necesitabas. Ah … la verdad, es que yo

" ¡GRRRR! " 

Era un tenue gruñido, un silbido que golpeó los tímpanos de Kaia. Luchando por mantenerse de pie, y aturdida, se sentó en la silla, apoyada con dolor y tapando sus oídos con sus cascos, volteo al chico.

— Hay monstruos cerca.

Los ojos de Nathaniel reflejaban su preocupación mientras se sentaba a su lado, ofreciendo su apoyo en silencio.

— Me quedaré hasta que se te pase el dolor.

Nathaniel le ofreció una sonrisa tranquilizadora, asegurando con su presencia que no estaba sola. Recordando las palabras de Daniel, arrugó su cien.

No le gustaba la idea que la chica de quien estaba enamorado se viera involucrada en un tonto reto de años atras. Aunque, no podía evitar pensar que tendría sentido

Esa noche mientras todos dormían en la calma del aroma que una casa de una anciana podría tener. Kaia luchaba por conciliar el sueño. Su mente estaba dividida entre la preocupación por despertar a Daniel y la inquietante presencia de los monstruos que parecían acechar, tal vez a cinco cuadras o menos. Como si estuviera detrás de la ventana de la habitación, solamente protegía por los ajies.

Sacudió su cabeza y volteó a ver al menor, dormido plácidamente. Lo envidiaba pero al mismo tiempo tenía una extraña combinación de sentimientos. Tal vez eso es lo que sentían las madres por los problemas que no debería corresponder a sus hijos. 

" ¡Sssssss! " 

Escuchó más cerca. Un escalofrío creció por su espalda, un golpe gélido que la hizo voltear a Daniel dormido y luego al techo.

— ¿podemos hablar? — escucho de repente, una voz femenina infantil.

Volteo alrededor, ni siquiera era la voz de Daniel. Pero por una extraña razón, se sentía obligada a hacer caso. Con cuidado, se levantó para no ser escuchada por el menor.

Con los sentidos nublados y pensamientos cubiertos por la palabra "avanza", sus piernas dieron sus primeros pasos hacia la sala. Solo el suave movimiento del respirar de Nathaniel llamó su atención, solo fueron un par de segundos pero logró ver las lágrimas secas del rostro del chico. 

— Aquí — escuchó de pronto.

Lentamente volteo, hacia la ventana abierta que mostraba a la niña de cabellos blancos y vestido sucio.

—Tu — susurro kaia. 

Ambas se vieron, hasta que la niña se acercó y la jalo desde la camisa hacia la ventana.

— ¿A dónde me llevas? — susurro.

" ¡Sssssss! " 

Dejándose llevar, camino en dirección a la ventana mientras un brillo morado atravesaba la ventana. Paso tras paso, su mano alcanzó el marco de madera blanca y en un impulso se encontró con un pie en el aire, a punto de caer en un abismo de cuatro pisos. 

— tienes que entrar y decir "acepto mi destino" — dijo la niña flotando en el aire aún con su mano en Kaia — después, tu alma podrá descansar — agregó, mientras el siseo de serpientes aumentaba alrededor y nuevos rugidos eran escuchados.

— no — susurró Kaia. No solo detuvo el agarre, si no que sorprendió y molestó a la niña — Tengo que proteger a mi sobrino. 

— nadie aquí te necesita — interrumpió la niña, ahora en un tono tétrico y maduro. Parecía una vieja encerrada en el cuerpo de una niña — ¿o no te diste cuenta de eso en la escuela? Nadie necesita de una mocosa que lastime a otros.

— suéltame — jadeo entre dientes y luchando sin éxito contra la fuerza de la niña.

" ¡Sssssss! " 

— Pero aquí nadie te quiere. Ni siquiera tu propia madre, quien aceptó su destino y se convirtió en un monstruo — exclamó tajante y con voces interiores cada una más horrible que otra. 

— Kaia — escuchó de repente. 

Sintió una presión sobre su cintura, Nathaniel la abrazaba con fuerza. La misma fuerza con la que la niña la jalaba al vacío, mientras un largo siseo de serpientes zumbaban en sus oídos.

" ¡Sssssss! " 

— Mis hijos te están dando la bienvenida, debes venir con nosotros — volvió a hablar la niña.

— Quiero quedarme aquí — susurro Kaia sin darse cuenta que también era escuchada por Nathaniel — suéltame, bruja. No dejaré a mi familia.

Ambas se vieron, pero esta vez no tenía la misma intensidad, esta vez simplemente el rostro de la niña se notaba decepcionada. Nathaniel no la podía ver, pero la bruja lo miraba con odio, una mirada penetrante que podría robar su alma. 

No dijo nada más. Se limitó a suspirar y soltar lentamente la muñeca de la chica mientras sus uñas se convertían en garras que rasparon el antebrazo de Kaia, ella no se dio cuenta pero seguro ardería. En el momento que el brillo morado desapareció, sus ojos grises recobraron su color natural, acabando en los brazos del chico. 

Nathaniel la sostuvo y la acomodó en el sofá. Contemplando el rostro lloroso de la joven, sus ojos se achicaron. Preocupado por la chica y esos dos raspones que podía ver claramente.

« Yo también quiero mantener a mi familia» se dijo para sí mismo.