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CAPÍTULO 59

NARRA T/N

Regresé a la academia un poco desanimada por la situación a la que tenía que enfrentarme, Enid se iría a California y yo me iría a Nueva Jersey. Literalmente podíamos afirmar que cada una vivía en una maldita punta del país, ni aunque obtuviese la licencia para conducir podría ir a verla cuando quisiera. ¡Me tomaría más de dos días hasta llegar a California! De igual manera no había nada que pudiera hacer, así que me fui a hacer las maletas a mi habitación.

-Yoko: Oh no, T/N... Te tengo muy malas noticias - puso sus manos en mis hombros y se quitó las gafas para mirarme directamente a los ojos - Sé que es duro y que te costará asumirlo, pero... Vamos a dejar de ser roomies por una temporada - dijo dramáticamente antes de abrazarme.

-T/N: - rodé los ojos - Dame una buena razón para no acabar contigo ahora mismo.

-Yoko: En el fondo, muy en el fondo de ese corazón helado - señaló mi pecho - Me vas a echar de menos - sonrió - Después de todo, te he hecho el aguante con tu relación con Enid. No puedes quejarte de lo genial que es tu compañera de habitación - dijo orgullosa.

-T/N: - asentí y suspiré - Salvo los momentos en los que verdaderamente he deseado acabar con tu existencia, diría que no has sido tan horrible como hubiera esperado.

-Yoko: Awww - fingió llorar y me pellizcó los mofletes - Berrinchuda maldita, yo también te quiero - se apartó rápidamente - Pero en modo amigas, no te me emociones, eh.

-T/N: Ufff Yoko, ahora mismo tu vida peligra - la miré amenazadora - Uno, nadie me toca los mofletes. Bueno, salvo Enid - rectifiqué - Dos... ¡¿Cómo crees que podría emocionarme por estar con alguien tan molesta como tú?! - le lancé un cojín - Dios mío, eres como la hermana pequeña cotilla que jamás tuve - negué con la cabeza.

-Yoko: Y eso te encanta, yo lo sé - me guiñó un ojo - Si me echas de menos o algún día necesitas consejo sobre mi bestie, puedes escribirme - sonrió - No te matará socializar con la gente, tranquila.

-T/N: Espero no tener que llegar a escribirte - rodé los ojos y saqué mi maleta - Pero bueno, puedes servirme como entretenimiento de vez en cuando - empecé a guardar mis cosas.

Cuando terminé de preparar las maletas y empaqueté mis pocas pertenencias, ya eran alrededor de las seis de la tarde. No me lo pensé dos veces y fui a la habitación de Enid para pasar el máximo tiempo posible con ella. Sinceramente, las despedidas jamás me habían dolido o importado, de hecho... Los eventos a los que más solía acudir junto a Miércoles, eran los funerales. ¿Había una despedida más larga que la de la propia muerte? No lo creía posible hasta que el tiempo para estar con la loba se acortaba cada vez más, la iba a extrañar mucho.

-T/N ¿Se puede? - dije llamando a la puerta - ¿Ya habéis hecho las maletas?

-Miércoles: Acabé de empaquetarlo todo esta mañana, eres tú la que va tarde - comentó desde su escritorio mientras escribía con su antigua máquina.

-Enid: Y yo casi casi lo he guardado todo también - sonrió levemente mientras se acercaba a mí - Uhm... ¿Quieres que demos un paseo?

-T/N: Claro - asentí - Demos un paseo.

Salimos de su habitación y nos dirigimos a los jardines exteriores de Nunca Jamás, tan sólo unos días atrás me encontraba dándole forma a esos arbustos con el señor Wilson. Echando un vistazo a los últimos días, me dí cuenta de que había faltado a mi palabra con la rubia y que todavía le debía una primera cita en condiciones. Desvié mi mirada del frente hacia su rostro, y la encontré tan sonriente y animada como siempre. ¿Cómo podía mantener esa expresión casi las veinticuatro horas del día? Si Enid hubiera decidido enfadarse conmigo por romper mi promesa, lo hubiera entendido, y sin embargo... Me lo perdonaba todo. ¿Por qué?

-T/N: Mañana te irás a California. ¿No?

-Enid: - asintió - A San Francisco, y tú a Nueva Jersey con Wedns. ¿Verdad?

-T/N: Sí - dije desganada - Tendremos todo el maldito país separándonos, es muy molesto pensar que no podré verte a menudo.

-Enid: - volvió a asentir - Siempre nos quedarán las videollamadas - me miró - Porque me llamarás, ¿no? - frunció el ceño expectante.

-T/N: ¡Por supuesto que sí! - sonreí - Serás lo primero en lo que piense todos los días, y también lo último antes de irme a dormir - arrasqué mi nuca nerviosa - Aunque... ¡Ugh! Estoy muy arrepentida de como han acabado las cosas, al final no he podido ir al Raven contigo y tampoco hemos podido tener nuestra primera cita oficialmente hablando - la miré y me dí cuenta de que estaba llorando - ¿Enid? 

-Enid: Tranquila, está bien, está bien - se limpió rápidamente las lágrimas - Wedns siempre me dice que soy demasiado emocional, tiene razón. Debería de dejar de ser tan intensa y darle menos importancia a las cosas... - su voz fue perdiendo confianza a medida que iba hablando - Sé que no ha sido culpa tuya, tampoco mía, han sido las casualidades de la vida las que no nos han dejado disfrutar de lo planeado - sonrió - Así que no te preocupes por nada, ¿vale? - besó mi mejilla - Yo sé que me quieres, aunque me lo digas pocas veces - soltó una risilla.

Quererla se quedaba corto, yo la amaba. Y era justo por eso que no iba a permitir que nos despidiéramos con ese sabor de boca tan amargo. No me lo pensé dos veces y tomé su mano antes de salir corriendo obligándola a seguirme el paso, no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, pero íbamos a tener nuestra primera cita sí o sí. Ambas corrimos a través del bosque, luchando por no perder el equilibrio y caer en la fría nieve. 

El sol se pondría pronto así que quería disfrutar de un rato divertido con ella antes de perder la oportunidad. Nos detuvimos al llegar a la cima de una pequeña colina que quedaba por detrás de Nunca Jamás, desde allí se podía ver toda la academia y las luces lejanas de Jericó. Hacía frío y no habíamos preparado nada de ante mano, sin duda no se trataba de nuestra primera cita soñada, pero no importaba en realidad porque estábamos juntas.

-Enid: ¿Qué estamos haciendo aquí? - preguntó confusa retirando la nieve de un banco.

-T/N: Bueno... Sentarnos no, desde luego - dije empezando a hacer una bola de nieve - ¿Crees que podrías ganarme si iniciamos una guerra? - sonreí burlesca con mi mano lista para lanzar.

-Enid: ¿En serio quieres competir contra un licántropo? - sonrió y se apresuró a montar su bolita - Después no me llores si te escuece mi victoria - se preparó para lanzar.

-T/N: Enid - dije antes de lanzar - Con que pueda escuchar tu risa y verte sonreír, me basta - dije lanzando la bola y golpeándole en la cara - Aunque si gano, es un bonus - dije divertida y me agaché corriendo al ver su bola - ¡Hey! No estaba lista.

-Enid: ¡Has hecho trampas! - se quejó mientras retiraba la nieve de su cara - Me dices cosas bonitas para distraerme y después me atacas, no es un juego limpio Addams.

-T/N: Nunca dije que lo fuera a ser - me encogí de hombros y le dediqué una sonrisa - Muévete rápido o volveré a dar en el blanco, ya sabes que la puntería es lo mío - me pilló con la boca abierta y tragué parte de su bola de nieve - ¡Ahhh! - reí mientras trataba de escupirla - Casi me ahogo - reí a carcajadas como jamás lo había hecho.

-Enid: ¿Qué decías de puntería, mhhm? - dijo con una pose victoriosa - ¡Atácame con todo si te atreves!

-T/N: Tus deseos son órdenes, Sinclair - solté una risilla. 

Jugamos durante bastante tiempo hasta que el sol se fue y nos quedamos a oscuras, fue entonces que creé llamas de fuego fatuo y nos sentamos en el banco donde se sentó Enid al principio. Hacía tanto frío que con cada exhalación al respirar se formaba una especie de humo proveniente de nuestros labios, por suerte estábamos bien gracias al fuego fatuo. Apoyé ambas manos en el banco y alcé la vista al cielo nocturno, me entristecí momentáneamente al pensar que no estaría con ella durante la próxima luna llena.

-T/N: En tu próxima transformación no podré estar contigo - comenté.

-Enid: - asintió - Será menos especial - alzó su vista al cielo - Pero bueno, pensaré en nuestras noches juntas e intentaré llevarlo lo mejor que pueda.

-T/N: Me puedes llamar, da igual la hora que sea - sonreí - Incluso si te transformas de madrugada y después necesitas hablar con alguien, llámame. ¿Vale?

-Enid: - asintió y apoyó su cabeza en mi hombro - Por lo menos seguiremos compartiendo el mismo cielo, no es que me consuele mucho pero sé que cuando veas la luna, pensarás en mí - sonrió - Porque nos queremos de aquí a la luna y de vuelta. ¿No es así?

-T/N: - asentí - Siempre pensaré en ti, y cuando me sienta más solitaria que de costumbre, miraré el vínculo que nos une y se me pasará - llevé mis vista hacia su rostro - El vínculo no se romperá a pesar de la distancia, ¿no? - pregunté preocupada por un momento.

-Enid: - negó con el rostro y se reincorporó mirándome a los ojos - Prevalecerá siempre y cuando nosotras lo hagamos, no hay por qué preocuparse - su vista se desvió a mis labios - ¿Cuál es el premio por haberte ganado en nuestra guerra de bolas de nieves?

-T/N: Jamás mencioné ningún premio, y tampoco ha quedado claro quién ha ganado - me incliné hacia su rostro - Pero podemos llevarnos el premio por participar - sonreí juguetona antes de posar mis labios sobre los suyos.

Como venía siendo costumbre desde la primera vez que nos llegamos a besar, cada vez que sentíamos el rozar de nuestros labios el mundo dejaba de ser mundo, se detenía, no giraba, tan sólo existíamos ella y yo, yo y ella. Me sorprendía la reacción de mi cuerpo, tan torpe, tan cauteloso, como si se tratase de la primera vez. Y es que lo que sentía por la loba era tan intenso, tan vehemente, tan fuerte... Que cada mínima interacción que tenía con ella me parecía igual o superior que la primera.

-T/N: Me tiemblan las manos - admití un poco avergonzada - Aún me pongo nerviosa cuando se trata de ti, Enid.

-Enid: Lo sé - sonrió tímidamente - A mi también me pasa, cada vez que nos miramos, nos rozamos, nos damos la mano, nos besamos, todo, absolutamente todo, se siente como si fuese la primera vez - admitió sonriente - Estoy muy nerviosa ahora mismo, deberías apaciguar el remolino de emociones que provocas en mí - dijo antes de volver a unir nuestros labios.