webnovel

Hogar

El trote de mis patas se detuvo abruptamente, al tiempo que captaba un olor extraño que evocaba una sensación muy vagamente familiar. Decidí comprobar cautelosamente la fuente, en caso de que representara un peligro para la manada.

Había pasado ya 8 días desde que, por decisión de líder, dejamos de dar vueltas en círculos y nos aventuramos río abajo en territorio inexplorado. Las montañas, a un par de días de trote de distancia cuando la migración inició, permanecieron siempre a nuestra izquierda pero cada vez más lejanas, hasta que fueron poco más que una mancha en el horizonte sobre los árboles. Afortunadamente, habíamos encontrado un área sin dueño con los requisitos correctos para que prosperásemos, pero dado que el entorno era desconocido, teníamos la misión de inspeccionar los alrededores en busca de signos de precaución o peligro, y esta vez tuve permiso de unirme. Ya hacía tiempo que participaba en la caza, pero no se me permitía unirme a las exploraciones, hasta ahora.

Con pasos cuidadosos y silenciosos me acerqué al origen; conforme me acercaba, percibí la presencia de muchas criaturas, ¿Quizá una manada de algún tipo? Sabía que los lobos no éramos los únicos que se reunían en grupos; lo que me sorprendió, sin embargo, fue la esencia de Erd mezclada en el área. Cambié mi prioridad y lo seguí a él, sólo para encontrarlo atrincherado debajo de las raíces de un árbol. Las presencias estaban notoriamente más cerca ahora, incluso se escuchaban desde aquí, serían visibles desde aquél punto si tomaba un sitio ventajoso. Supongo que no fui el único en notar aquel olor extraño. Las raíces que Erd ocupaba ya no tenían espacio, así que después de dar a conocer mi presencia y res reconocido, subí al árbol mismo y me oculté en sus ramas; quizá no sería tan ágil como un gato, pero había entrenado mi equilibrio y agilidad por mi cuenta siempre que no estaba cazando o descansando. Podía manejar esto.

Sin saber cómo lo supe, como me había ocurrido antes, lo supe en un instante: aquello era una aldea humana. Bajé para acercarme más y rodear el área hasta quedar en contra del viento, y la extraña esencia que seguí de repente se convirtió en una abrumadora cantidad de olores diferentes que me saquearon y atrajeron viciosamente. Entre el follaje que me separaba e ellos podía ver humanos caminando de un sitio a otro, cada uno en diferentes condiciones. Las pocas casas que podía ver desde mi posición eran bastante pequeñas, había un espacio abierto en medio ocupado por niños interactuando entre sí y un estable flujo de personas yendo de un sitio a otro; pude oler otros animales más lejos, el olor a fuego, y escuché el sonido de movimientos pesados y el golpeteo de ruedas avanzando. Recordé los restos de troncos cortados que encontré el el camino mientras seguía el olor, y asumí que el asentamiento tenía algo que ver con la madera. No era un sitio muy poblado, pero definitivamente era activo.

Me detuve un segundo a considerar con qué la estaba comparando si nunca antes había visto humanos, pero deseché la duda irresoluble al más leve indicio de un dolor de cabeza y seguí observando; ya había aceptado casi del todo el conocimiento extraño en mi cabeza, y ya no me resultaba extraño. Percibí el tentador aroma de la carne, tan familiar y tan diferente, que si no hubiera estado mezclado con otros olores tan repugnantes, quizá no me habría contenido de acercarme. Para entonces escuché a Erd salir de su escondite y alejarse; decidí que también había investigado suficiente y me apresuré a seguirlo.

Cuando líder recibió nuestro reporte, tomó 3 lobos y salió a observar la aldea por sí mismo. Yo, sin nada inmediato que hacer, me dispuse a conocer detalladamente el sitio que líder decidió para nosotros. Había una grieta en la pared de piedra que bordeaba el río, similar a varias que habíamos usado durante el viaje pero bastante pequeña, a lo mucho 5 de nosotros podríamos acomodarnos cómodamente y el doble sí desechábamos la comodidad. El barranco en el que la grieta estaba tallada ya nos aportaba una buena cobertura, y teníamos el bosque a un costado, así que no deberíamos esperar problemas con la llegada de la nieve. El río caía en una cascada junto a la grieta y formaba un pequeño lago antes de seguir su curso, era una vista bastante hermosa junto a la que refugiarse.

Mi sombra se había retirado bastante para cuando líder y los demás volvieron. No tardé en notar la preocupación que traía, y pronto lo estuvimos rodeando, tratando de tranquilizarlo. Mi roce lo relajó un poco, pero la raíz del problema siguió ahí, así que concluí que debía escuchar lo que tenía que comunicarnos, pero la advertencia que nos dio me tomó desprevenido y extrañamente confundido: No debíamos, por ningún motivo, acercarnos a aquella aldea, y debíamos evitar cualquier contacto con cualquier humano que, por el motivo que fuera, vagara por el bosque. Desobedecer una de estas reglas, más allá de un castigo individual, significaba poner en peligro la existencia de la manada. Bajo aquellas condiciones, todos aceptamos de inmediato, aunque yo aún tenía mis dudas, nacidas de la misma confusión que sentí sobre la situación. Tenía la certeza de que, de no ser por la inminente nevada que empezaría cualquiera de estos días, líder nos habría llevado en busca de otro sitio en el que vivir.

De aquella manera, empezamos a vivir en el que sería nuestro nuevo hogar, y la nieve no tardó en darnos la bienvenida.