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I came back as a god

Chris Doyle, un prometedor estudiante universitario, ve su vida truncada por un trágico accidente automovilístico que lo lleva a una muerte inesperada. Sin embargo, su destino da un giro inimaginable cuando se encuentra reencarnado en un mundo desconocido, imbuido de magia y dominado por la presencia de dioses ancestrales. A medida que los siglos pasan en este enigmático reino, Chris emprende un viaje épico que lo transforma de simple mortal a un dios poderoso. A lo largo de cientos de años, Chris aprende a manipular las fuerzas primordiales de este mundo y forja su camino hacia la divinidad, convirtiéndose en un dios verdadero respetado por sus iguales. Sin embargo, entro en conflicto con otros dioses, y lo persiguieron por todo el mundo. En su intento de escapar, Chris logra encontrar una manera de escapar de este mundo mágico y regresar a la Tierra. Aunque ha ascendido a la posición de un dios, la experiencia lo ha dotado de una comprensión única de la creación y el universo. Determinado a compartir su conocimiento, emprende una nueva misión: crear nuevos mundos en el vasto cosmos y llenarlos de vida. A medida que despliega su divina influencia, Chris otorga a la humanidad dones extraordinarios, otorgándoles poder para crecer sin estar limitados por el mundo. Además, da vida a nuevas razas y seres, dotándolos de peculiaridades y habilidades únicas. "Como el único dios de este universo, lo transformaré a mi voluntad"

agustin_hofman · Fantasy
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8 Chs

Capítulo 2: Planes

Contemplando mi planeta natal desde lejos, una profunda nostalgia se apoderó de mí, recordando los días en que vivía allí como un simple mortal.

Desde mi perspectiva, el planeta entero se extendía ante mis ojos, capaz de abarcar cada rincón de la superficie del planeta e incluso penetrar sus profundidades subterráneas.

Resulta curioso que en este universo, los conceptos de planos parecieran ausentes, reemplazados por un mundo caracterizado por cuatro dimensiones físicas inflexibles y yermas. No obstante, las leyes y los principios seguían manteniendo su vigencia, como si proclamaran su existencia indiscutible.

"Este universo parece acoger a la divinidad en lugar de rechazarla", reflexioné internamente, complacido por la posibilidad de deambular entre los mortales como un dios.

"Sin embargo... ¿qué camino debería tomar ahora? Regresar al mundo de Zeley ya no es una opción, ya que me aguarda únicamente la muerte."

Fijando la mirada en las estrellas distantes, situadas a años luz de distancia, noté que incluso en mi condición divina, me resultaba imposible contemplar galaxias lejanas. Solo las estrellas más cercanas eran discernibles, mientras que el resto se desvanecía en un velo borroso.

"Estas leyes de inmensa fuerza provocan que todos los planos que deberían estar libres colapsen en un universo masivo. Fascinante", exclamé con asombro.

"Sin embargo, puedo percibir que ningún otro dios aparte de mí habita en este universo. Esta situación es sumamente conveniente. Mi llegada a este lugar se debió a mi nacimiento aquí y a la posesión de las coordenadas precisas de este mundo. Dudo que otros dioses se aventuren sin garantías."

De entre todos los seres vivos, son los dioses quienes más temen a la muerte. La posesión de la inmortalidad y el poder ilimitado hace que valoren aún más su existencia.

Contemplando a los humanos en la Tierra, una reflexión surgió en mí: "El fluir del tiempo en este mundo avanza de manera distinta en comparación con mi hogar. Parecen haber transcurrido poco más de dos años aquí."

"Las almas de los humanos en este lugar son patéticamente frágiles. A pesar de que el orden del mundo refuerza mi ley, esta apenas se aplica debido a la debilidad de sus almas. En cuanto a la fe, está prácticamente extinta... como era de esperarse en una civilización avanzada, no se entregan fácilmente a la creencia en los dioses."

Reconociendo la suerte milagrosa que me permitió transmigrar al mundo de Zeley, y reunir mi alma, no pude evitar sentir gratitud por el curso que había tomado el destino.

"De acuerdo con mis cálculos, la probabilidad de que otro humano renazca en Zeley es infinitesimal, tan remota que incluso en un millón de años sería improbable. Realmente he sido afortunado."

Contemplé el planeta con melancolía y descendí desde el espacio hasta la tierra en cuestión de segundos. Las personas que pasaban junto a mí parecían incapaces de verme, ocupadas en sus prisas por llegar a sus destinos.

Para un dios, ocultar su presencia es un tema trivial. Los dioses son objetivamente omnipotentes y omniscientes, aunque no en su totalidad.

"Si deseo alcanzar la verdadera omnisciencia, debo fortalecer mi ley y obtener fe. Solo entonces podré abarcar el universo con un solo gesto y observar cada rincón del planeta de un vistazo."

Mientras caminaba y meditaba sobre mis planes futuros, me encontré repentinamente en el interior de una habitación cualquiera. Al observar el suelo y las paredes, mis ojos se posaron en los libros y mangas que ocupaban las estanterías y el suelo desordenado.

Se trataba de novelas de fantasía, algunas de ellas provenientes de mundos mágicos occidentales, mientras que otras surgían de los cuentos de cultivo oriental. Sin pensar demasiado, tomé una de esas novelas y, como un simple mortal, comencé a leer.

Dentro de estas páginas, se desplegaba una trama común: un individuo transmigra a otro mundo, adquiere un sistema y se aventura en un sinfín de actividades emocionantes y peligrosas, ganando poder con el tiempo. Encuentra aliados, libra batallas épicas y derrota al antagonista de turno.

Este relato dejó una marca en mi mente. Recordé el mundo mágico que había habitado durante los últimos cuatro siglos y, de repente, una idea surgió en mí.

"¿Y si cambiara las leyes que gobiernan este planeta y estableciera las esencias fundamentales que permitieran a los humanos cultivar sus almas? Si los humanos se vuelven más fuertes, yo también lo haré."

Inspirado por esta idea, comencé a explorar distintas formas de elevar el potencial de las almas humanas.

"En mi estado actual, soy demasiado débil para re configurar el fundamento del universo en su totalidad, pero modificar algunos planetas no debería ser un problema."

Convencido de mi propósito, me erguí lentamente y caminé por los cielos, observando a los mortales humanos que transitaban por debajo, así como sus construcciones y los fragmentos de naturaleza que aún subsistían. Luego, dirigí mi mirada hacia el planeta vecino, Marte, un mundo rojizo que captó mi atención.

"Empezaré por Marte. Lo transformaré en un planeta habitable y estableceré un nuevo ecosistema allí."

Dado mi afán por el bienestar humano, no deseaba imponer una existencia miserable a la humanidad. Como alguien que había vivido fuera de la Tierra, me inclinaba a otorgarles a los humanos una transición gradual. Entre los métodos que consideré, opté por los que resonaban con las tendencias populares de los jóvenes.

"Debo fomentar la fe entre los humanos mientras establezco un orden del todo."

Reflexionando sobre las novelas más famosas, me dije a mí mismo: "En cuanto a los métodos para adquirir poder y cultivar el alma, las opciones son variadas. Utilizaré un sistema virtual como base y estableceré varias disciplinas."

"Estas disciplinas serán: Magia, devoción, gobierno imperial y transformación. Diseñaré la ley esencial de la magia para permitir que los humanos absorban energía mágica en la Tierra. Utilizaré mi ley de la fe para conectarme con aquellos que practiquen la devoción, concediéndoles parte de mi poder. En cuanto al gobierno imperial, transformaré diversos planetas en ecosistemas distintos, donde criaré diversas criaturas. Para invocarlas, emplearé la ley del espacio ya presente en el universo. En lo que respecta a la transformación, estableceré una ley parcial de la vida para permitir la modificación corporal a medida que los individuos evolucionen."

Decidido a forjar un nuevo camino para la humanidad, observé con determinación el horizonte, listo para dar inicio a una transformación monumental.