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Una lata llena de contrición (Gaia)

Todos los estudiantes estaban ya reunidos en el punto de reunión. 

En la lejanía, se podía ver como un transatlántico se acercaba al puerto, ese era el trasatlántico que nos llevaría a todos los estudiantes a el archipiélago donde se ubica la academia.

Al otro lado del puerto se podía ver como extensas limusinas y coches lujosos dejaban a los estudiantes que estaban matriculados con pago completo.

Me resultaba realmente fácil distinguir entre los jóvenes multimillonarios que iban gastando el dinero de sus padres a los que se habían conseguido su plaza por su talento.

Pues en la esta academia el sistema de matricula te da varias opciones al inscribirte previamente antes de ser aceptado.

La primera opción es pagar la matrícula completa, que requiere de un costo aproximado de quinientos mil dólares, un precio que muy poca gente en todo el planeta puede permitirse por un mero año académico.

La segunda opción es una beca por talento reconocido, que requiere de una acreditación previa de la academia. Si le gustas a los que mueven la academia, te dejan entrar de forma prácticamente gratuita. Funciona por un sistema de recomendación. Si no te recomienda nadie con pruebas de tu talento es muy difícil que llegar a entrar de esta forma.

Y la tercera opción, que es la más arriesgada y por la que menos gente opta, es la matrícula reducida por competencia cognitiva. Estoy matriculada de esta última forma. 

La tercera opción consiste en pagar la matrícula a una reducción de costo del 99%, es decir, cinco mil dólares el año por adelantado.

La condición de elegir esta opción es que una vez te subas al trasatlántico, se te administrará un examen de cociente intelectual durante el viaje en un momento aleatorio. 

Una vez te convoquen, tendrás que asistir al examen de cociente intelectual sea la situación que sea en la que te encuentres, sin importar el tiempo de preparación que hayas tenido.

El examen tiene una duración fija de tres horas y medirá con precisión la capacidad cognitiva del estudiante según los parámetros que considere la academia óptimos, ya que es un examen diseñado por la propia institución.

Al final del examen te administran el resultado. Según palabras de la academia "si tu puntuación de CI cumple la condición de estar cuatro desviaciones estándar por encima de la media global, estas aceptado". Si fallas en conseguir la puntuación necesaria, te prohíben bajar en el archipiélago de la academia y te devuelven al puerto de Algeciras sin devolverte el dinero.

Cuatro desviaciones estándar por encima de la media en términos de inteligencia son 160 puntos de CI. Estadísticamente sólo una de cada cien mil personas consigue alcanzar esa puntuación.

Teniendo en cuenta el factor extra impuesto por la academia, y es que no hay hora oficial para el examen, tienes una presión de aleatoriedad añadida, y la ansiedad de que te la hora de examinarse pille en un mal momento. 

Dados ésos factores, calculo que solo una de cada doscientas mil personas es capaz de aprobar ése examen. 

Jugarse un año académico y cinco mil dólares por un solo examen es una locura, pero hay gente que no tiene otra opción.

Mientras estaba en el puerto observando junto a todos los estudiantes hice un cálculo en menos de una fracción de segundo con el conocimiento que tengo de la demografía actual.

La humanidad tiene hoy en dia una población aproximada, de de 9.500.000.000 de habitantes. De esos habitantes, se que un 7% tiene entre 18 y 22 años, que es 98% de la edad de los matriculados en la academia de forma oficial.

De ese 7% de la población, solo un 0.001% tiene las capacidades de superar ése test sin tener en cuenta los factores externos. Eso me deja con una cifra de 6650 jóvenes con las capacidades de superar el test.

Calculo que reduciendo el margen de error socioeconómico, la popularidad global de la Academia Internacional Omnitecnica, la falta de testeo cognitivo global y el estadístico motivacional promedio, tengo con una confianza superior al 95% una muestra poblacional de 500 jóvenes que se intentarían matricular al examen de competencia cognitiva.

Algo andaba mal. 

Segun la pagina oficial de la Academia solo había 400 plazas, sin embargo, he tardado menos de un minuto en contar a más de 567 jóvenes en el puerto.

La Academia solo mencionaba la existencia de 400 plazas académicas, sin embargo en ningún momento solicita ningún tipo de acreditación previa académica que funcione como nota de corte.

Tampoco mencionan ninguna lista de espera, requisitos académicos previos... 

—"Hm, ya veo". —Pensé en mis adentros.

La Academia Internacional Omnitecnica no tiene límite de plazas. Es una estrategia que han usado para hacer alusión a una exagerada exclusividad académica para poder ganar mas matriculados y prestigio a la vez. 

Esto ha impulsado no tan solo a los más talentosos a lanzarse a esta oportunidad dorada, sino a los cientos de jóvenes multimillonarios. 

¿Lo harán por el dinero? Lo desconozco, pues una parte de mi se niega a creer que sus verdaderas intenciones sean tan simples con un proyecto tan ambicioso.

Un ecosistema que mezcla multimillonarios, superestrellas, talentos únicos y genios... 

Tendré que andarme con más cuidado.

Estábamos todos los jóvenes agrupados en el puerto por la mañana. Eran las 9:29 y la brisa marina nos acariciaba las caras.

A pesar de estar en una plataforma marina bastante extensa, se nos quedaba un poco apretada a los ahora 572 alumnos que estábamos puntuales en el puerto. 

Ya cerca, a poco más de 100 metros, se acercaba un enorme transatlántico en el que tenia grabado por todas partes el emblema de la Academia Internacional Omnitecnica.

Puedo ver llegar a los últimos futuros alumnos llegar mientras el barco finaliza su arribada. 

A la arribada del barco, los tripulantes bajaron ágilmente y empezaron a preparar la pasarela del gran trasatlántico para que todos pudiésemos subir. 

Un tripulante con megáfono anuncio que hiciésemos cola y tuviésemos los papeles y la documentación de la matrícula preparada a mano.

Saque de mi falda la documentación impresa de mi matrícula, que confirmaba que me había matriculado mediante matrícula reducida por competencia cognitiva. 

Todos los futuros estudiantes comenzamos a hacer cola, poniéndonos en fila sobre una alfombra roja que guiaba hasta la puerta de embarque al trasatlántico. 

Mi silla de ruedas hacía crujir la madera del puerto previa a la enorme pasarela metálica que guiaba hasta aquella puerta de embarque donde nos revisarían la documentación.

Una voz dulce y emocionada detrás mí me recordó que no estaba sola, pues Nathalie Dubois, la chica con la que me por primera vez había interactuado, llevaba todo este rato empujándome la silla de ruedas.

—Cuanta gente, Gaia! Estoy muy emocionada de empezar, ojala acabe la cola rapido! —Canto felizmente.

Antes de que pudiese contestar a Nathalie, una lata vacía de bebida energética golpeo mi cabeza.

A pesar de no haber sentido el golpe, el sonido fue lo suficientemente fuerte como para darme cuenta que me debería haber dolido.

Supongo que la pastilla ya ha surgido efecto.

Me mantuve impasible, como si ni lo hubiese notado, analizando velozmente la situación.

La cola para embarcar estaba formada por tres filas de estudiantes en una única pasarela y cada fila de estudiantes está separada entre sí por tres metros de distancia.

Por como ha rodado la lata y la ligera presión que he sentido, me han golpeado en mi hemisferio derecho, por lo que la persona que me ha lanzado la lata se encuentra en la tercera fila, a mi derecha.

Me encontraba en la segunda fila, rodeada de gente, por lo que muchos me tenían en su rango de visión periférica.

Si alguien me ha dado desde mi derecha, yo estando en la fila central significa que con gran seguridad la lata iba a dar a alguien, pues a la derecha de los estudiantes de mi derecha se encuentra el mar y a su izquierda dos filas de estudiantes a solo tres y seis metros respectivamente.

Las probabilidades aproximadas de que alguien me haya dado con la intención de darme a mí específicamente son del 75% y de darme por que querían dar a alguien aleatoriamente del 20%, dejando un margen del 5% de que alguien lo haya lanzado sin intención de dar a nadie.

Podría inferir una conclusión observando la reacción emocional de la gente al mi alrededor.

Sin embargo, no me hizo falta girar la cabeza. 

Mi objetivo era no llamar la atención, pasar desapercibida, ser una más los primeros días...

Y ahí estaba yo, rodeada de miradas angustiosas. No hacía falta girar la mirada para notar la tensión en el ambiente. 

Todo el mundo me estaba mirando, tensos por lo que acababa de ocurrir. 

Nadie movió un dedo.

Supongo que este fue mi primer golpe de realidad.

Escuche unas risas masculinas a mi derecha mientras notaba ligeramente algo de presión en mi cabeza. El golpe ha tenido que ser fuerte para que lo note, pues este dolor es seguro que provenga de mis meninges.

Gire la cabeza hacia las risas de la derecha de forma calmada y observe sería la situación.

A mi derecha tenía un grupo de cinco chicos de altura variante riéndose...

Riéndose de mí.

Quise identificar quien había sido el lanzador de aquella lata de bebida energética.

Mientras los estudiantes de mi alrededor se miraban entre sí incómodos, analice a los cinco chicos uno por uno de la forma más rápida posible para que no se pensasen que les miraba de alguna forma desafiante.

Mientras los observaba, sus risas persistían y la tensión en el ambiente se mantenía palpable.

El más cercano a mi era un asiático riéndose de forma ruidosa y aguda. Pelinegro, aproximadamente 170 centímetros de alto, delgado, seguramente chino. Vestido con un traje elegante completamente negro. Hijo de un padre adinerado, seguramente empresario petroquímico o farmacéutico.

El segundo chico también reía casi tan intensamente como el primero, sin embargo no de una forma tan histérica. Balcánico, seguramente rumano o croata. Pelo muy corto, semejante a un marine o militar. Con un aspecto más robusto y seguramente entorno a 185 centímetros de alto. Estética callejera, semejante a la de un motero. Llevaba una chupa de cuero negra, de notable calidad. 

El tercer estudiante era un eslavo rubio de unos 180 centímetros de alto. Estaba comentándole en inglés al cuarto chico la jugada con una sonrisa maliciosa. Por su acento y sus formas, puedo confirmar que es polaco, adinerado, cristiano, bruto, turbulento y neurótico. Sin embargo el no me podía haber tirado la lata por su posición corporal.

El cuarto era un chico también pelinegro, pero muy diferente al muchacho chino. Debía medir entorno a 190 centímetros. Estructura muscular mucho más definida que el resto del grupo y con ropa ligera y simple. A primera impresión creo que es norteamericano, pero podria tambien ser europeo o australiano. No puedo deducir mucho basándome en su aspecto más allá de que es serio, frio, introvertido y que quiere mantener el perfil bajo. Es el único de todo el grupo que ni ha sonreído ante mi golpe.

Y en cuanto al quinto chico... 

El quinto chico fue el que sin duda me lanzó la lata de bebida energética.

El chico era un chico muy alto, midiendo casi dos metros. Tenía el pelo rubio y un físico desarrollado. De todos es el que destaca más fuerza dado el muscular físico que se podía notar a pesar de estar vestido con un traje diseñado para ir holgado. 

Su tono de piel ligeramente morena, junto a sus rasgos faciales me hizo pensar que era un mestizo americano.

Juzgando su postura corporal agresiva y desafiante, cualquiera podría saber que me lanzo la lata con una gran malicia y fuerza.

¿Sería por mi minusvalía? 

Puede... pero algo no me encajaba.

El chico no me miraba a mi, sino miraba de reojo a el muchacho asiático reírse histéricamente. 

Me mantuve impasible, no reaccione, simplemente decidí continuar observando cada mínimo detalle detenidamente.

Después de sus carcajadas, el muchacho asiático del grupo se acercó al alto mestizo y le dijo algo. 

Se encuentran a unos dos metros de mi, por lo que no puedo oír a la perfección lo que le dice entre la muchedumbre de gente, sin embargo...

Aumente mi concentración mientras le leía los labios al muchacho asiático para acabar revelando algo inesperado.

Estaba en lo cierto, el joven asiático es chino, y para mi sorpresa, le está hablando en chino mandarín a el muchacho mestizo.

Pude entender a la perfección el breve mensaje que le dijo el jovenzuelo vestido de traje negro.

—Gracias, ha sido divertido. —dijo en chino mientras sonreía con una cara complaciente pero sádica.

El mestizo sonrió de vuelta con una sonrisa picará y malévola, asintiendo con la cabeza.

Cualquier persona normal estaría muy adolorida de semejante impacto. Sin embargo yo no reaccione excesivamente al golpe de la lata, por que de hecho, ni lo note a duras penas. 

En ese momento un miembro de los coordinadores de embarque se acerco a la escena y dio un aviso de que lanzar latas al mar o al puerto contaba como contaminación irresponsable y que actuar de ese modo es intolerable. 

El chico chino medio con el coordinador demostrando buenas habilidades sociales para evadir un posible castigo. El chino le puso la típica cara que visten aquellos empresarios diabólicos antes de comprar tu alma sin tu saberlo.

El coordinador ordenó a los muchachos que recogieran la basura que habían tirado o habrían represalias.

Mientras el chico chino estaba ocupado con el coordinador, el mestizo se acercó a recoger la lata por órdenes del coordinador.

Mientras el mestizo se acercaba a mi pude notar algo en el que iba completamente en desacorde a su apariencia.

¿Por que el, que me ha lanzado esa lata con esa fuerza y aparente maldad, acercándose a mí con un porte y una postura tan desafiante y agresiva, me está mirando con esos ojos?

Todo indicaba a que me había lanzado esa lata para hacerme acoso físico por mi invalidez, sin embargo, pude ver a través de esos ojos de agresividad y desafío.

Donde todo el mundo a mi alrededor vio una lata llena de agresividad, yo vi una lata llena de contrición.

¿Como alguien actuando de esa forma sin mostrar arrepentimiento está sintiendo estas emociones de dolor y culpa?