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Capítulo 10 - Hoguera - Parte 2

Editor: Nyoi-Bo Studio

—Sí, ese es el plan. Si obtenemos los detalles delicados de las cosas que el Duque ha solicitado, podemos dar la vuelta al resultado al tener una autoridad superior en sus tierras —dijo el tío Raymond.

—¿El Señor no lo va a encontrar sospechoso? —preguntó su padre.

—¿Nuestro Señor? Es un cobarde incluso para provocar una revuelta contra los vampiros. Por este motivo lo asignaron para ayudar al Señor Valeriano. A diferencia de él, sabemos la amenaza que van a suponer los vampiros en los próximos años. Intentarán tomar todo el control sobre los humanos.

—Los vampiros no han hecho nada para provocar una revuelta innecesaria contra ellos. Es una idea equivocada —dijo Heidi audazmente.

—¡Heidi! —advirtió su padre desde donde estaba sentado:—No te criamos para que te pusieras de su lado.

—No creo que hayas acertado con esto, hermano. Después de todo, supongo que es verdad, la sangre siempre es sangre y los extraños deben ser puestos donde merecen estar —dijo el tío Raymond con un ligero disgusto en su voz y luego se burló:

—Solo porque las noticias reales no aparecen frente a los hombres y mujeres comunes, no significa que las cosas no sean duras. Las personas mueren todos los días debido a que la gente como tú piensan que son inofensivos cuando en realidad representan la mayor amenaza para la humanidad. Fui yo quien te dio un hogar decente, nuestra familia te ha acogido. Es hora de que devuelvas la bondad, niña.

Heidi apretó su mano con fuerza contra el otro lado que nadie podía ver. Él no tenía que decirle que ella no estaba relacionada con ellos. Si no fuera por su madre Helen Curtis, ella habría huido hace mucho tiempo. Su tío no detuvo su conversación allí, continuó:

—He cambiado tu vida. No lo olvides. Si no fuera por mí, sabes muy bien dónde estarías —dijo Raymond, con una sonrisa maliciosa que la asustó. Sintió que el vello de su nuca se erguía debido al miedo que se deslizaba en su mente:—Espero por tu propio bien que cooperes voluntariamente. ¿De acuerdo? —y cuando no respondió, escuchó la voz severa de su padre responder a la pregunta de su tío.

—Sí—respondió ella haciendo sonreír a su tío.

Luego escuchó a su padre decir:—Sabemos que eres más inteligente y responsable que Nora, y que enviarla a ella no garantizaría el plan del Duque.

El tío Raymond se levantó de su asiento y dijo:—Muy bien entonces. Volveré en unos días para hablar sobre los próximos arreglos.

Esa noche, después de que todos hubieran regresado a sus respectivas habitaciones, Heidi se sentó a los pies de su cama, rebobinando las palabras que su tío le había dicho. Se suponía que ella debía casarse con un hombre en menos de unas pocas semanas, un matrimonio que era por conveniencia política. Para ir a una tierra donde ella no había estado antes, para estar cerca de personas que nunca había visto, hablado o conocido.

Todo parecía tan confuso y fuera de lugar en su cabeza que no sabía qué hacer. Ella no se sentía cómoda partiendo hacia aquel lugar. Ella quería casarse con alguien de su elección. Lo que la lastimó, fue que su padre hubiera aceptado la sugerencia de su hermano de enviarla en lugar de Nora. Ella sabía que no era su hija de sangre ya que no compartía la sangre de nadie aquí. Sabía que si su madre, Helen, estuviera viva, no la habrían puesto en esta situación, ella lo habría evitado.

Inclinando la cabeza hacia atrás, cerró los ojos, cansada. Se despertó más temprano de lo habitual, ocupándose del trabajo de la casa. Después de que su padre y su hermano se fueran de la casa, solo se quedaron Nora y ella, solas. Heidi estaba limpiando la cocina cuando Nora vino a buscar un vaso de agua para ella.

—Tienes suerte, ¿verdad? Casándote con un hombre de alto estatus —se dio la vuelta para ver a Nora llenando el vaso con agua.—Quedándote con las cosas que en principio me pertenecían —agregó con una voz llena de dolor.

—Si no fuera por la orden directa dada por nuestro Señor, no me casaría. No me caso por elección propia, Nora —dijo Heidi con el ceño fruncido y vio a su hermana poner los ojos en blanco.

—No trates de comportarte como una víctima, hermana. Todas nosotras, las chicas y las mujeres queremos casarnos con hombres así, tener una vida libre de trabajo y una vida de lujo. Dudo que incluso hayas pronunciado más de una línea de rechazo porque en el fondo lo quieres.—No te creas que no me he dado cuenta de que pasas tiempo cerca de Noah. Escuché a una de las chicas de la ciudad decir que te habías chocado contra él a propósito para llamar su atención, ¿cuán bajo puedes caer?

—¿Cómo puedes pensar eso? ¡Nunca haría algo así y tú también deberías saberlo!

—Te conozco bien y por eso lo digo —dijo Nora e profirió un sonido de molestia.

Algo herida por las palabras de su hermana, Heidi dijo:—Si no fueras tan despistada, quizás nuestro padre te hubiera elegido. Deja de actuar como una niña mimada y comienza a tomar en cuenta tus acciones. Deja de culpar a alguien por tu incapacidad —esto enfureció a su hermana.

—Si no fuera por mí retrato, en el cual posé durante horas frente al pintor mientras me veía lo mejor posible, el Señor no habría pensado en ganar nuestra alianza familiar. Estará bastante impactado al verte en contraste conmigo —sonrió Nora ante este pensamiento.

Era tan claro como el día que las dos hermanas no se parecían en nada, ni siquiera un poco, no porque no estuvieran relacionadas con la sangre; sino porque Heidi, con su pelo casi liso y negro y sus ojos marrones de piel pálida, no era rival para Nora, con su bonita cabellera rubia y ojos azules. Nora era una mujer hermosa y atractiva que un hombre notaba a distancia. Tal vez lo único bueno de los ojos de Heidi era que a la luz del sol, sus ojos parecían de color avellana claro.

—Daniel no me contó todo, pero escuché que al final serás una oveja sacrificada si te atrapan. Pobre de ti. Si ese es el caso, mejor tú que yo —y con eso, Nora salió de la cocina, dejando a Heidi de pie sola con ambas manos sosteniendo firmemente el borde de la losa.

Sabía que se había convertido en una oveja sacrificada tal y como había señalado su hermana. Ni el Señor de Woville ni el Señor de Bonelake estaban al tanto del reciente cambio que su tío había realizado para favorecer al Duque. Sabía que a su padre y a su tío les disgustaban los vampiros, pero parecía que había una ruptura más fuerte con el señor de Bonelake, ya que el otro Señor vampiro nunca se había mencionado entre los miembros de su familia.