—¡Jesús! —exclamó Mo Qiang al mirar a Yin Fu con expresión de shock—. ¿Hasta qué punto su hermano lo había pisoteado? ¿Qué tipo de trampa era esta? ¿Acaso se suponía que debía aceptar a cualquiera siempre que lo tratasen como a un ser humano? ¡Qué horrible era eso!
—¿Esperaba su hermano que alguien tratara a Yin Fu tan mal que, con solo darle una comida al día y un techo donde dormir, todo estaría bien? —Mo Qiang frunció los labios mientras llegaba a una comprensión—. No es de extrañar que el hermano de Yin Fu no dijera nada cuando Yin Fu se casó con la dueña anterior que parecía el fantasma de una mujer.
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