Palacio Divino del Desierto (8).

"¿Fueron ellos los que abrieron la puerta?" Murong Linhai parecía alarmado.

Zhao Xin asintió. "Así es. El líder se llama Feng Wu. Abrió la puerta del palacio del desierto por accidente".

"¿Estás seguro de que se abrió por accidente?". Preguntó Murong Linhai.

Zhao Xin asintió. "¡Sí! ¡Fue un accidente!"

Sólo entonces Murong Linhai se sintió un poco mejor. Si uno había abierto una puerta sin querer, eso era suerte, pero si la persona abría la puerta después de trabajar duro, sería un signo de capacidad. Murong Linhai no permitiría que nadie fuera mejor que él en ese aspecto, ¡especialmente los de su generación!

Pero… Después de muchas dificultades, Murong Linhai, Zhao Xin y los demás llegaron finalmente al segundo piso.

Vieron a cinco personas sentadas cada una en un cojín de junco.

De ellos brillaba una luz dorada, y parecía como si estuvieran cubiertos por una luz budista.

Estaban sentados con las piernas cruzadas y la esencia espiritual persistía a su alrededor, parecían dioses y diosas descendiendo al mundo de los mortales.

"Qué..." El rostro de Murong Linhai se ensombreció.

Era obvio que los cinco estaban recibiendo la herencia.

Zhao Xin también gritó.

Había dicho muchas cosas malas sobre esta gente en su camino hacia aquí, ¡pero la realidad acababa de abofetearla en la cara!

"¿Están aceptando el legado?" Zhao Xin no podía creer lo que veían sus ojos. "¡Eso es imposible!"

Murong Linhai dijo: "¡Por supuesto que es posible! Está sucediendo!"

Murong Linhai respiró hondo.

Sólo había seis maestros de palacio en total. Después de que Luo Zilin heredara a uno de ellos, sólo quedaban cinco. Murong Linhai quería decir que era imposible al igual que Zhao Xin.

Pero tuvo que admitir que era la verdad.

Zhao Xin preguntó: "¿Los cinco maestros cedieron sus legados?".

Luo Zilin era el único que lo había obtenido, y no era como si uno pudiera comprarlo al por mayor.

Murong Linhai lanzó una mirada sucia a las cinco personas, respiró hondo y se dio la vuelta para marcharse.

"Hermano Linhai, ¿adónde vas?". Zhao Xin corrió a su lado.

Antes de que Murong Linhai pudiera decir nada, una de sus hermanas menores sonrió con satisfacción.

"El tesoro de esta prueba se lo ha llevado otra persona. ¿Qué sentido tiene quedarse aquí? ¿Estás esperando a que te humillen cuando despierten? Naturalmente, vamos a buscar la segunda prueba ahora".

Los miembros de la familia Murong se marcharon a toda prisa, pero Feng Wu y sus amigos les dejaron una impresión duradera.

Uno no tenía que obtener los tesoros para pasar las 18 pruebas. De hecho, había 18 tesoros ocultos en las pruebas. Si uno tenía la suerte suficiente, podía heredarlos o cogerlos. Si no, simplemente seguirían adelante.

Sin embargo, sólo se podía acceder a una oportunidad así una vez en la vida, y sería una pena perderla.

Zhao Xin fulminó con la mirada a Feng Wu.

No sería tan malo si sólo Feng Wu hubiera heredado el legado de un maestro de palacio, pero ¿por qué lo habían heredado los cinco? ¿Por qué?

"¡¿Por qué?!" Zhao Xin no lo aceptaba.

Sólo entonces Liang Jin y Ji Xingcheng se dieron cuenta de lo que había pasado y respiraron hondo.

"¡Como se esperaba de la Hermana Feng Wu!". Ji Xingcheng le dio un pulgar hacia arriba. "¡Es increíble! Los cinco!"

La posibilidad de conseguir siquiera uno era escasa, pero todos lo consiguieron...