Estacioné mi motocicleta frente a la empresa de mi padre. Bajé y quité mi casco. Lo coloqué en una de las manijas para poder entrar al edificio.
Mi padre me pidió venir temprano a conocer a los demás miembros del equipo y a darme el número y edificio de mi dormitorio. Estaba algo desconcertada de que mis cosas ya no estuvieran en mi habitación al despertar, alguien ya se había encargado de llevarlas a mi nueva habitación. Me enfurecí porque no fui capaz de escuchar a quienes lo hicieron, solo una señal de que debo agudizar mi sueño. Volverlo ligero.
Me dirigí al ascensor y presioné el piso en el cual se encontraba la oficina de mi padre. La música de fondo era Sergei Rajmáninov, uno de mis favoritos. Fue un hombre con una vida que no merecía. Su padre lo abandono—vaya coincidencia—, sus talentos se desarrollaron muy joven, y por culpa de un ebrio su primera sinfonía se fue por el caño. Sin embargo, después de su depresión, se las arregló para ser uno de los músicos más influyentes del Siglo XX.
De cierta manera me identifico con él. Es difícil levantarte cuando tus esfuerzos fueron en vano. Pero, al igual que él, lo superé y me convertí en quien soy ahora. Su música me reconforta, me recuerda lo fuerte que soy. Me recuerda que todo lo que he hecho ha sido por un mejor futuro, para ser aceptada, para ayudar a mi madre.
Salí del ascensor cuando este sonó indicándome que ya había llegado al piso indicado. Caminé por el pasillo hasta quedar frente a la oficina de mi padre. Entré sin vacilar y los siete pares de ojos en la sala se dirigieron a mi. Cerré la puerta y me acerqué más a ellos.
—Hola Parker— saludó Jimin. Yo solo levanté delicadamente la cabeza en señal de saludo.
—Hija— habló mi padre—. Me gustaría que conocieras a tus nuevos compañeros de equipo. Ya conoces a Namjoon, Taehyung, y Jimin— afirmó—. Él es Kim SeokJin— comentó apuntando sutilmente a un chico de cabello rosado con gafas.
Lo analicé, la primera impresión es muy importante para mi. Alto, hombros anchos, guapo, inteligente, labios carnosos; parece la clase de persona que sirve de mediador en peleas. Él parecía ser más un cerebro a una persona violenta, un buen equilibrio entre el equipo.
—Luego tenemos a Jung Hoseok— presentó poniendo su mano en el hombro del chico.
Era más bajo que Jin. Tenía cabello negro, hoyuelos al sonreír, complexión de saber pelear ágilmente, ojos honestos incapaces de mentir—lo cual puede ser una desventaja en el trabajo—; se ve como una persona dedicada y perfeccionista, cuando el diálogo no funciona siempre está dispuesto a divertirse con los puños.
—Él es el menor— agregó mi padre dirigiendo su mirada al chico parado junto a Taehyung—. Su nombre es Jeon Jungkook.
Este chico es fuerza bruta pura. Tremendo músculo para el equipo. Cabello castaño, alto, musculoso, cicatrices en su rostro, capaz de hacer lo que quiera sin dificultad alguna; un paquete de batalla completo.
—Falta Yoongi, pero aún no-
Mi padre fue interrumpido cuando la puerta detrás de mi se abrió. Giré mi cabeza mientras seguía con la mirada a aquel chico que había entrado a la habitación. Caminó pasando por mi lado, todo parecía en cámara lenta. Mis ojos no se despegaban de él, algo me impedía dejar de observarlo. El chico se paró justo frente a mi. Pude observar como tenía una paleta de dulce en la boca, el palo de esta sobresalía.
—Ah, ha llegado. Él es el último miembro, Min Yoongi.
Ojos penetrantes, piel pálida, cabello ligeramente desalineado de un negro intenso, de complexión delgada. Un hombre que irradiaba la palabra "peligro" por donde lo vieras. Deduje que él es un hombre de armas, no creo que utilice mucho el cuerpo a cuerpo. En cambio era un experto en utilizar pistolas, navajas, o cualquier arma capaz de hacer añicos a alguien.
Un escalofrío me recorrió la espina dorsal. La carne de gallina me tapizó por completo. Tenía una mirada llena de misterios y secretos. Sus ojos tampoco se despegaban de los míos. Sin embargo él solo miraba, no parecía cosechar la misma inquietud por mi como la que yo tengo por él.
—Ellos serán tu equipo hasta que yo lo diga así— dejó claro mi padre.
—Bien— pronuncié sin dejar de deleitar mi pupila con la maravilla que el hombre frente a mi deslumbraba.
—Edificio XXI, dormitorio 55— lanzó unas llaves hacia mi.
Desvié la mirada. Levanté mi brazo izquierdo en dirección de las llaves y las tomé con mi mano. Tenían un rastreador junto con un imán. ¿Y eso para qué? Bueno, me voy integrando. Ya aprenderé para qué es.
—Vamos— indicó Jimin poniendose frente a mi—. Te llevaré a tu dormitorio.
—Claro— acepté saliendo de mi transe.
Jimin abrió la puerta detrás de mi. Giré sobre mis talones algo tensa y salí de la oficina junto a él. Mi mente divagaba, sentía una punzada en el corazón ¿qué era esto? El nombre de Min Yoongi me dolía de solo pensarlo, pero también me tentaba a ir hacia él una y otra vez.
—Así que, ¿qué te pareció el equipo?— interrogó mi mejor amigo.
—Decente— contesté con aires superiores—. Se ven bien preparados, hábiles y con cerebro.
—¿Lo dices por Jin? Lo del cerebro.
—Es el estratega, si no me equivoco basado en mi primera impresión— deduje presionando el botón del elevador para ir a la planta baja.
—Lo es— confirmó—. Es el cerebro del equipo junto con Namjoon.
—¿Y tú?— pregunté divertida entrando al elevador cuando este abrió sus puertas—. Eres Park Jimin, el especialista en artes marciales.
—Já— burló—, puede que solo sea eso, pero lo hago bien y lo sabes.
—Creo que de todos, el menos impresivo fue Tae.
—Tae es...cambiante— torció los labios un poco—. Sus habilidades nunca están definidas. Van de acuerdo a la misión o el punto fuerte del oponente. Cuando está contra mi intenta atacar desde arriba debido a que mi técnica usa altura.
—Pensandomelo bien, es impredecible— concluí saliendo del elevador.
Jimin me siguió el paso hasta mi motocicleta. Le di el casco para que se lo pusiera. Até mi cabello en una coleta y me coloqué en la parte trasera de la moto. Guardé las llaves en mi pantalón de mezclilla. Jimin se subió a la parte delantera después de haberse puesto el casco y arrancó hacia el dormitorio.
Las calles de Seúl eran concurridas, como siempre. Gente de un lado a otro. Un tráfico desesperante, que pudimos evitar debido a mi motocicleta.
Los dormitorios están ubicados en Edificios del I hasta el CXC, habiendo 190 de estos distribuidos por el país. Cada uno con 70 dormitorios cada uno de ellos. Sin embargo, los números romanos de cada edificio no estaban en grande frente a este. Solo los agentes sabemos cual edificio el cual. Tengo entendido que todo un equipo se queda en en mismo edificio en dormitorios seguidos. Si el mío es el 55 el de Jimin puede ser el 54 o el 56. Era mejor mantenernos cerca en caso de una emergencia o un ataque sorpresa por algún enemigo de la organización.
Jimin se estacionó frente a un edificio color morado opaco. Vaya, que discretos. Una sonrisa burlona se asomó por mis labios, pero inmediatamente me obligué a borrarla. Era claro que no querían ser demasiado obvios, ¿quién creería que este lugar albergaría agentes letales?
Bajamos de la motocicleta y, después de que Jimin se retirara el casco, entramos al edificio. Al pasar tras las puertas los ojos de los demás se dirigieron hacia nosotros, como si ya nos estuvieran esperando desde hace unas horas. Lo ignoré, al igual que a sus susurros. No tengo idea de cómo sabían que pertenecería a este dormitorio. Olvídenlo, mi padre prácticamente lo hizo público cuando reveló de tres de los miembros de mi nuevo equipo en la fiesta de mi bienvenida.
—Tsk— chasqueó Jimin con su lengua—. En serio siguen igual de asoma narices como siempre.
—¿Cuando más ocurrió esto?
—Cuando tus hermanos fueron integrados al equipo— confesó presionando el botón del elevador.
—Ja— burlé—, en serio que ser hijo de Justin Turner atrae la atención.
—Tú más— afirmó subiendo al ascensor mientras yo lo imitaba—. Muy pocos te habían visto durante los últimos años. Yo fui suertudo debido a que era amigo de Taehyung. La curiosidad sobre si los rumores sobre ti eran reales.
Jimin presionó el botón del piso 5.
—¿Rumores?
—Sí. Muchos decían que tenías una gran belleza, grandes habilidades. Otros comentaban completamente lo contrario y que solo entrarías por ser hija del presidente. Y por último, los que les daba igual si eras la gran cosa o no.
—¿Acaso no tienen vida?— mi voz salió arisca.
—La tienen, pero gran parte de ella está dedicada a la los rumores. En cambio, cuando estamos en época de misiones los rumores cesan. Nadie quiere información falsa— informó saliendo del elevador cuando paró en el piso indicado.
Seguí a Jimin girando a la izquierda. No caminamos mucho. Mi dormitorio era el primero, siendo el 50 el que estaba al fondo. Comprendí que los dormitorios estaban del 0 al 5 del lado izquierdo y del 6-10 del lado derecho. Cada una de las puertas tenía iniciales en ella debajo de los números. Mi puerta leía "TH&P".
—Este es tu cuarto— señaló—. Como ves en las iniciales, lo compartes con Taehyung. Mi dormitorio es el 52 por si tienes algún problema.
Vi la puerta frente a mi con el número 54 "JK&YG". Caramba, que vecinos tan más agradables. De todos, ellos parecían ser los más serios y difíciles de acercarse. Creo que era bueno que compartieran un dormitorio.
—¿Con quién compartes dormitorio?
—Con Jin— comentó tranquilo—. Namjoon la comparte con Hoseok. El apartamento 50 está desocupado. Los chicos que la compartían cometieron un error en una misión que puso en riesgo a toda la organización y los echaron.
Asentí. Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta. Hice una última pregunta a mi amigo antes de entrar.
—¿Para qué el imán?— apunté al pequeño pedazo de metal.
—No es un imán— dijo tierno—. Colócalo cerca de tu tatuaje viéndote frente al espejo.
Dijo antes de irse a su dormitorio. Algo confundida por sus palabras entré a mi dormitorio y cerré la puerta detrás de mi. Había dos camas con mucho espacio personal separadas por un estante con fotos y plantas artificiales que servían de decoración. Era posible ver el lado de la habitación de Tae sin tener que ir a él. El baño era compartido, lo cual no me molestaba siempre y cuando él no tocara mis cosas. Me dirigí al espejo de cuerpo completo detrás de la puerta del baño. Levanté mi playera y coloqué lo que Jimin me dijo cerca de mi tatuaje.
El objeto emitió una luz pulsarte verde que ardió a mi piel. La tinta del tatuaje ya no pintaba "LOA" sino un número "134340". Soy un maldito número dentro de la organización. Pero bueno, somos demasiados al rededor del mundo, era obvio que nos matricularían en vez de guardar números. Básicamente, importa más mi matricula que mi nombre. Sin embargo, no podía decir mi nombre así como así en una situación critica.
De ahora en adelante seré 134340, la nueva recluta distinguida del Edificio XXI.