-Narrador Omnisciente-
Eunha comenzaba a sudar frío. Sus nervios se dispararon. No puede perder a su madre. Procura mantenerse positiva y pensar que lo que dijo Liam Oliver era solo para asustarla un poco. Pero, ¿para qué haría eso? No gana nada con ello. Él realmente se propone algo y eso es justo lo que le pone la piel de gallina.
Jungkook pisó el acelerador ante una petición ahogada de la chica. Los tres temían lo que podría pasar. Incluso Eunha se encargó de llamar a la LOA pidiendo apoyo, el cual claramente le brindaron. Para ella fue un poco extraño que no haya sido Namjoon quien le respondiera la llamada, pero lo único que quería era pedir los refuerzos por si algo se llegaba a salir de control.
Ahí estaba a escasos metros. La casa de la madre de Eunha. Debido al motor del auto no se alcanzaba a escuchar algún sonido proveniente de la casa. Una motocicleta se alcanzaba a ver a un lado del pórtico. Eunha se extrañó, su madre no conduce y no recuerda que algún vecino poseyera una motocicleta. Intentó no pensar en nada, pero era imposible. Su respiración se cortó cuando Jungkook apagó el motor y una grito ahogado provino del interior de la casa.
Con el corazón en la boca, Eunha bajó del auto. Quería correr, pero sus piernas no daban para ello. Había reconocido la voz de su madre por aquel grito. Se volvió a escuchar otro, pero esta vez más bajo, perdiendo volumen. Entonces su cuerpo reaccionó a lo que pedía. Sus piernas comenzaron a correr. Su respiración se volvió pesada. Ya faltaba poco para llegar. Se percató de que la puerta estaba entreabierta. Cuando llegó a la puerta la empujó haciendo que estaba causara un gran estruendo al chocar con la pared.
Se sintió fallecer. Su piel se volvió pálida. Sintió como se formaba un nudo en su garganta. Sus ojos comenzaron a llenarse con lágrimas. El pecho se le hundió, fue como si le hubiesen encajado una navaja en el corazón que se adentraba poco a poco causando un dolor intolerable. Escuchó un mero pitido agudo. No daba para más.
Una grito ahogado salió de su boca. Gutural. Un grito que le pone los pelos de punta a cualquiera que lo escuche.
Su madre yacía en el suelo sobre un charco de su propia sangre. Sus ojos abiertos al igual que su boca. Su piel aún no perdía color, pero su cuerpo seguía perdiendo sangre. Era la pero imagen que sus ojos habían visto. La mujer que le dio la vida estaba sin vida frente a ella. Fue hacia ella y la tomó entre sus brazos.
—Mamá— lloró silenciosamente con las mejillas de su madre entre sus manos—, no me dejes. Mamá— llamó desesperadamente aún en susurros—, por favor. Te quiero presentar a alguien. Alguien que me hace feliz. Lo amo. Te amo. No te vayas— pidió.
Ella sabía que era imposible. No pudo decirle un adiós, no se supone que esta sería la manera en la que moriría su madre.
Entonces miró al asesino. Seguía ahí con una navaja en su mano derecha. Sus ojos estaban abiertos de par en par. Su boca abierta mientras respira por esta. Lo odió. Si antes no lo odiaba, ahora sí. Kim Taehyung, a quien aún consideraba su hermano hasta ese momento, era el asesino de su madre. Kim Taehyung acuchilló múltiples veces a la mujer hasta dejarla sin vida.
Se le había ordenado matar a una mujer. Según le dijo Liam Oliver, la mujer era una zorra que le había robado dinero para huir con otro hombre. Un mujer que no merecía vivir. Claramente eran mentiras. No le dijo que era la madre de Eunha ni que la quería matar solo porque le jodió el negocio. Taehyung aún quería a Eunha demasiado y, en el fondo, ansiaba su perdón. Ahora no podría recibirlo ni volviendo a nacer.
—Tú hiciste esto— dijo la chica con rabia—. Solo esto te faltaba, matar a mi madre. ¿No tenías suficiente con traicionarme y abandonarme? Mataste a la única familia que me quedaba. Tú ya no eres nadie para mí.
—Her-hermana— tartamudeó Taehyung por lo bajo.
—¡No soy tu puta hermana!— grió la chica— ¡Te odio! ¡Te detesto! ¡No eres mi familia! ¡Solo me quedaba ella y me la arrebataste!— lloró desconsoladamente mientras que al chico también comenzaban a salirle lágrimas.
Por la puerta se asomaban Yoongi y Jungkook, quienes estaban sin palabras. Ambos veían a la mujer que aman sufrir. Si antes, con la aparición de Yoongi, era posible que su estado y condición mejoraran, ahora no había esperanzas para ella. Taehyung había terminado de romperla.
—Lárgate— ordenó Eunha entre dientes con odio—. Lárgate antes de que te mate. Antes de que tome esa misma navaja que sostienes y te la clave en el cuello— amenazó— ¡Lárgate!— lo miró a los ojos.
Taehyung sintió miedo. Nunca había visto esa mirada. Era obvio que ella lo odia, pero no solo eso. En sus ojos puede ver que quiere torturarlo de cada manera que ella conoce. Golpearlo repetidas veces, dejar heridas profundas en su cuerpo, sumergir su cabeza en agua repetidas veces, meterlo a una cápsula que inhibe el oxigeno, entre otras cosas. Sus piernas respondieron a las instrucciones de correr y subir a su motocicleta dejando la navaja que sostenía en el suelo. Su sudadera y su playera estaban manchadas de sangre, al igual que sus manos. Todo él. Arrancó hacia la carretera.
Jungkook llamó al equipo "Sigan a Kim Taehyung, va en una motocicleta MV Agusta F4CC de color negro". Luego de eso colgó y corrió a su auto para perseguir al mayor. Una persecución de autos tras Taehyung comenzó cuando los demás miembros llegaron, cada uno en diferentes autos.
Mientras tanto, Eunha dejó a su madre recostada en el suelo y cerró sus ojos con ayuda de su mano. Besó su frente seguido de un "perdón". Lentamente se levantó de su lugar. Giró hacia su derecha y vio la navaja con la cual su madre había sido asesinada, aquella que Taehyung dejó caer antes de salir corriendo. Se giró hacia la puerta y sus ojos se encontraron con los de Yoongi. Caminó hacia él para rodearlo con sus brazos.
Acercó sus labios a la oreja del chico para susurrarle algo.
—Cuida de ella hasta que vuelva— pidió.
Besó la mejilla de su amado y salió de la casa.
Empuñó el arma en su mano izquierda y corrió hacia la casa del hombre que tanto tormento le causó cuando pequeña. La logró ver a lo lejos. Una casa grande de color marrón con barandales de seguridad por fuera. Dos guardias cuidaban la entrada. Sostenían armas, metralletas, las cuales apuntaron hacia Eunha al verla correr hacia ellos. Ella se encargó de dejarlos fuera de combate.
Comenzó a patear el barandal hasta que se abriera. Cuando este se abrió tomó una de las armas que pertenecía a un guardia de seguridad, que yacía en el suelo, y se dirigió hacia la entrada de la casa. Hombres de seguridad comenzaban a salir de todos lados. Eunha disparaba sin piedad. Incluso proporcionaba golpes y maniobras a aquellos a quienes no alcanzaban las balas.
Entro en la casa después de que un hombre derribara la puerta al ser lanzado por la chica. Sus tácticas seguían siendo las mismas. Acorraló a un hombre contra la pared y puso la punta del arma en el mentón de este amenazándolo.
—¿Dónde está Oliver?— preguntó entre dientes.
—Piso de arriba, tercera puerta a la izquierda— respondió el hombre de la misma manera, pues el arma no lo dejaba hablar.
Eunha disparó el arma y luego subió las escaleras. Abrió la tercera puerta a la derecha. Liam Oliver se encontraba fumando mientras se mantenía sentado detrás de su escritorio.
La chica tiró el arma en el suelo. Tomó la navaja que había puesto en su pantalón con la mano derecha y la desplazó hacia arriba dejando el filo al aire. Liam Oliver la veía estático. Ella corrió hacia el escritorio, se subió a este y levantó su mano derecha. La navaja aterrizó en el pecho del hombre, justo en el corazón.
—Ojo por ojo— repitió las palabras que el hombre había dicho por teléfono. Una lágrima corrió por su mejilla—, y diente por diente.
Terminó de enterrar la navaja en el corazón del hombre hasta que este dejó de respirar. Liam Oliver murió en manos de Choi Eunha.
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Taehyung aceleraba. No quería ser atrapado por la LOA. Sí, se sentía como la peor persona del mundo por matar a la madre de Eunha, pero aún así no quería ser atrapado para ser encerrado en una celda y pagar por todo lo que había hecho. Tenía miedo.
Sin percatarse de ello, Jungkook y Jimin estaban a ambos lados del chico impidiendo que este diese vuelta a algún lugar. Por detrás, Hoseok sacó un arma por la ventana y disparó hacia la llanta trasera de la motocicleta. Taehyung salió volando de su asiento y rodó en el concreto. Se retiró el casco con dolor. Su labio comenzó a sangrar al igual que otras partes de su cuerpo. A su lado se estacionó un auto. Jin. Dio la orden de arrestarlo y así fue. Lo esposaron de manos y tobillos, lo drogaron un poco para dormir sus sentidos y luego lo metieron al auto de Jungkook.
Aún no pretendían llevarlo a la LOA. Había un lugar abandonado cerca, lejos de la civilización. Ahí todos estacionaron sus coches. Hoseok y Jimin bajaron a Taehyung del auto. Este arrastraba un poco sus pies, pero el efecto iba pasando poco a poco. Sus sentidos comenzaron a despertarse, sus pensamientos se aclararon y su miedo volvió.
—Jimin— llamó al chico a su lado—. Jimin, por favor mírame.
Sin embargo, Jimin no pretendía escucharlo. Jungkook lo dijo todo por los comunicadores. No había persona en el equipo que no estuviese enterada del asesinato de la madre de Eunha.
Entraron al lugar. Sin quitarle las esposas a Taehyung, Hoseok cambió de lugar con Jungkook para sostenerlo. Jimin y el menor del equipo lo sostenían con fuerza para que no fuese a ningún lado. Hoseok lanzó una bolsa a Jin y este la tomó. Sacó unos guantes de esta, pero no eran guantes normales y Tae se percató de eso. Eran guantes con sacos de arena. Eran más pesados y duros. Jin se los colocó. Vio a Taehyung directamente a los ojos, tronó su cuello, estiró sus hombros y voceó un pequeño susurro.
—Lo siento.
Fue ahí cuando Jin proporcionó el primer golpe en la cara de Kim Taehyung.