Capitulo 64: Convenciendo a Eddard

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[POV tercera persona]

Eddard revivió el momento en que vio morir a su hermana, en ese momento le comento a Robert que siempre que puede le trae flores a la tumba a su hermana, ya que a su hermana le gustaban mucho las flores

"Juré matar a Rhaegar por esto" Dijo Robert luego de acariciar el rostro de la estatua

"Y lo hicisteis" Eddard dijo con voz ronca

"Solo una vez. Lo mato todas las noches en mis sueños. Pero un millar de muertes es menos de lo que merece" Robert dijo con rencor profundo en su tono de voz

"Alteza, debemos regresar, vuestra esposa os esta esperando" Eddard dijo dándose vuelta para iluminar el camino de regreso

"Que los Otros se lleven a mi esposa" Robert dijo con amargura, pero siguió los pasos de Eddard

Tras los pasos de Eddard, Robert le comento que no le gusta la formalidad que Eddard utiliza con el siendo ellos casi como hermanos desde la juventud

"Dime que pasó con Jon" Eddard dijo cambiando sutilmente de tema

"Jamás vi a alguien enfermar tan rápido como lo hizo Jon. La enfermedad pareció inflamarle las entrañas.

Lo abrasó por dentro" Robert dijo con voz apagada "Yo amaba a ese anciano"

"Lo sé, yo igual" Eddard dijo recordando al viejo anciano

"¿Sabes cual fue la causa de su muerte?" Eddard pregunto con el ceño fruncido, pues lo que escucho no fue normal

"Fue envenenado por el bastardo de Lord Dayne" Robert dijo con tono molesto

"¿Porqué dices que fue el?" Eddard pregunta recordando al niño que encontró en la Torre de la Alegría

"La información vino de Varys. A demás, en sus tierras esta el bastardo de los dragones, Viserys" Robert dijo con voz airada

"¿Buscarán derrocar tu reinado?" Eddard pregunta, pues lamenta que pueda comenzar otra guerra, y que muera un familiar suyo, justo como su hermana Lyanna

"Había planeado esperar unos días antes de hablar contigo, pero y a veo que no hará falta. Vamos a dar un paseo" Robert dijo con voz seria, y rodeó los hombros de Ned con un brazo inmenso

Caminaron entre las columnas. Los ojos ciegos de piedra parecían seguirlos a su paso. El rey mantuvo el brazo sobre los hombros de Ned

"Supongo que ahora conocerás el por qué he venido a Invernalia después de tanto tiempo" Robert dijo apretando su brazo en el hombro de Eddard

"Sin duda por el placer que te produce estar conmigo" dijo Ned a la ligera el lo sospechaba, pero prefirió no decir lo que le pasaba por la cabeza

"Corren tiempos difíciles. Necesito hombres de confianza a mi lado. Hombres como Jon Arryn. A demás, tengo planes de erradicar a los traidores junto con los últimos dos dragones que quedan con vida" Robert dijo con amargura

"¿Cuanto tiempo tomara el salir a la guerra?" Eddard pregunta con tono derrotado

"Sabes que te necesito Ned" Robert le dijo con seriedad en su expresión, sin responder la pregunta de su amigo

"Siempre a tus órdenes, alteza. Siempre" Era lo que tenía que decir, y lo dijo, temiendo lo que llegaba a continuación

"Te necesito en Desembarco del Rey, no aquí, en el fin del mundo, donde no le sirves de nada a nadie" Robert dijo mientras clavó la vista en la oscuridad

"Deja a cargo de Invernalia a tu hijo mayor, y que prepare a tus vasallos para la guerra, deben estar en Desembarco del Rey antes de fin de este año" Robert le miro un momento y luego continuo "Por eso eres el único, amigo mío que debe estar a mi lado. Lord Eddard Stark, te nombro mano del rey"

Ned se dejó caer sobre una rodilla. El que ejercía el cargo de mano del rey era el segundo hombre más poderoso de los Siete Reinos. Hablaba con la voz del rey, tenía el mando de los ejércitos del rey y redactaba las leyes del rey

"Alteza, no soy digno de ese honor" Eddard dijo con voz pesada

"Si quisiera concederte algún honor, permitiría que te retirases. Mi intención es que controles el reino

y pelees en la guerra junto a mi" Robert dijo con melancolía, recordando los tiempos en que lucharon juntos

"A demás, ¿Sabes qué se dice del rey y su mano?" Robert pregunto antes de pasar al salón de la casa Stark

"Lo que el rey sueña, la mano lo crea" Eddard contesta

"Una vez me llevé a la cama a una pescadera que me contó que el pueblo llano tiene una versión mejor del dicho: « El rey come y la mano limpia la mierda»" Robert le dijo con una carcajada, recordando las muchas mujeres con las que ha tenido relaciones en Desembarco del Rey

Eddard capto tarde la carcajada que tuvo su amigo, cuando por fin cesaron las carcajadas del rey, este le miro y se quejo del sentido del humor de los Stark

"Ven conmigo al sur y te enseñaré a reír de nuevo. Me

ayudaste a conseguir este maldito trono; ayúdame ahora a conservarlo. Nuestro destino era gobernar juntos. De no ser por la muerte de Lyanna habríamos sido hermanos, nos uniría la sangre, no solo el afecto. Pero no es demasiado tarde. Tengo un hijo, y tú una hija. Mi Joff y tu Sansa unirán nuestras casas, como en el pasado quisimos hacer Lyanna y yo" Robert dijo con ilusión en la unión de su hijo con la hija de su buen amigo

"Sansa no tiene más que doce años" Eddard dijo con sorpresa por la oferta que planteo su amigo

"Edad suficiente para prometerse. Lo del matrimonio puede esperar unos años" Robert dijo con impaciencia, aunque confía en la victoria en la guerra que se aproxima, quiere dejar todo arreglado por si llegase a perder

"Nada me sería más grato, alteza. Estos honores son tan inesperados… ¿Te importa si medito un poco antes de responderte? Tengo que hablar con mi esposa… " Eddard dijo esperando con ansias la respuesta de Robert

"Claro, claro, díselo a Catelyn, consúltalo con la almohada si quieres. Pero no me hagas esperar demasiado. No tengo mucha paciencia" Robert dijo y palmeó a Eddard en el hombro

Durante un momento, un presentimiento oscuro y ominoso nubló la mente de Eddard Stark. Invernalia era su lugar en el mundo; su vida estaba en el norte.

Contempló las figuras de piedra que lo rodeaban y respiró hondo en el silencio gélido de la cripta. Sentía los ojos de los muertos clavados en él. Sabía que lo estaban escuchando. Y se acercaba el invierno

La sala principal de Invernalia estaba llena de humo, y el aire, cargado del olor a carne asada y a pan recién hecho. Los estandartes cubrían los muros de piedra gris. Blanco, oro y escarlata: el huargo de los Stark, el venado coronado de los Baratheon y el león de los Lannister. Mientras un trovador tocaba el arpa al tiempo que recitaba una balada, pero en aquel rincón de la sala apenas se lo oía por encima del crepitar de las llamas, el estrépito de los platos y las copas, y el murmullo de cientos de conversaciones ebrias

Jon Nieve ocupó su lugar en el banco, entre los escuderos jóvenes, y bebió; gracias al sabor dulce de su bebida tenía una sonrisa en los labios

Jon miraba distraído hacia los asientos de honor, en ellos se encontraba su familia junto con la familia de rey. Jon se decepcionó al ver solo a un hombre gordo y de rostro congestionado bajo la barba, que sudaba bajo sus ropas de seda. Su padre le había hablado a menudo de él: el sin par Robert Baratheon, demonio del Tridente, el guerrero más feroz del reino, un gigante entre los príncipes

A Jon le interesó más la pareja de Lannister que acompañaban el festín, el León y el Gnomo. Ser Jaime Lannister era hermano mellizo de la reina Cersei: alto, rubio, con ojos verdes deslumbrantes y una sonrisa que cortaba como un cuchillo. Iba vestido con ropas de seda escarlata, botas altas negras y capa negra de raso. En el pecho de la túnica se veía el león rugiente de su casa, bordado en hilo de oro. Lo llamaban el León de Lannister cuando estaba presente, y Matarreyes, a sus espaldas

A Jon le costó apartar la vista de él. Pensó mientras lo veía pasar 'Este es el aspecto que debería tener un rey'. Entonces se fijó en el otro, que renqueaba medio oculto por su hermano. Tyrion Lannister era el más joven de los hijos de lord Tywin, y con mucho, el más feo. Los dioses habían negado a Tyrion todas las gracias que derramaron sobre Cersei y Jaime. Era enano; medía la mitad que su hermano y le costaba seguir su ritmo con aquellas piernas atrofiadas. Tenía la cabeza demasiado grande en proporción al cuerpo, y los rasgos deformes, aplastados, bajo un ceño inmenso. Un ojo verde y otro negro lo escudriñaban todo bajo una mata de pelo lacio tan rubio que parecía blanco. Jon lo observó, fascinado.

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