Kouji: Ah… AHH… Mi cabeza.
Éstefer: No te muevas tanto, tu herida aún no ha sanado. -Suspiro- Ahh… mi hijo no midió bien su fuerza. *Hacía frío y aún seguía de noche, lo único caliente era una pequeña vela, en toda esa pequeña cabaña, sin ningún rayo de Luna.*
Kouji: -Exaltado- ¡Mi familia! ¡Donde está mi…!
Éstefer: Ya no están… te sugiero que dejes de gritar *Las únicas personas que estaban ahí dentro eran Éstefer y Aldreuno. Éstefer era la maestra que enseñaba a los niños la siembra y la cosecha, madre de Dúlimy, Aldreuno y esposa de Freudo.*
Kouji: -Aprieta los dientes- *Aún no estaba preparado para aceptarlo, ya había perdido a mi padre y ahora había perdido a mi familia. Simplemente, el encuentro de emociones y el shock de la información me hizo entrar en llanto.*
Kouji: -las lágrimas caen sin cesar y se escuchan gemidos de dolor- *Lloraba cono un niño sin consuelo, lloraba como un pequeño que sabía que se había quedado solo. Ya no tenía a nadie más y cuando me toqué el pecho dolía… dolía como el infierno, ¿Tú, lo entiendes? Sentir que vas a morir, pero sabiendo que no morirás, de hecho, era preferible morir. Me dolía por dentro, me dolía el corazón, el pecho se me estrujaba hasta no poder controlar mi respiración. Quizá dolía tanto, porque vivir ya no tenía razón.*
Aldreuno: Kouji yo…
Kouji: ¡Cállate! ¡Cállate, cállate, cállate…! Yo… pude haber salvado a mi sobri…
Éstefer: Pudiste haber muerto… Eso es lo que pudo haber pasado. *Éstefer, no se estaba comportando como usualmente lo hacía, parecía gruñona y las palabras que soltaba me las decía con frialdad, como si ya nada importara.*
Éstefer: Sin embargo, mandé a mi hijo a que te salvara aún después de haber perdido a Dúlimy ¿Y, después de lo que hizo así se lo agradeces? Si tantas ganas tienes de morir, regresa, pero por lo que tengo entendido, no habrías podido ni salvarte a ti mismo *Sus palabras, bruscas como la lija, hacían que me duela, pero a la vez entrara en razón.*
Kouji: -llorando- Pero mi hermana y mi sobrina…
Éstefer: Sí, también Freudo y Dúlimy… *Dúlimy formaba parte de los 5 que salieron a buscar a mi padre. Ella era una buena guerrera y muy lista, era ruda, pero nunca trató mal a alguien ni humilló a algún hombre por tener más fuerza que la mayoría.*
Kouji: -Mira a Aldreuno- … -exaltado- ¡Mi hermana! ¡Linnethe!
Aldreuno: -Mueve la cabeza de un lado al otro mientras cierra los ojos-
Kouji: Entonces no había sido un sueño…
Aldreuno: No… lo lamento.
Éstefer: Lamentamos mucho tus pérdidas Kouji, pero en serio, debes dejar de gritar. No estamos en esta pequeña cabaña porque nos gusta *Lo decía como si su razón de vivir se hubiera ido, mientras se acercaba a una pequeña abertura para poder ver afuera.*
Kouji: ¿Qué hay… de mi madre? *Aldreuno se paró, me puso la mano al hombro y sin ninguna palabra me lo dijo, tan solo una mirada fija y un rostro triste. Sabía lo que eso significaba.*
Kouji: No entiendo… ¿Cómo acabamos así?
Éstefer: Quién sabe… lo mismo pasó en la puerta principal.
Kouji: ¿Eh…?
Éstefer: La puerta principal también calló. Al igual que en la puerta Norte, la principal fue abierta por algunos del pueblo. *La primera aparición del monstruo… Pensaba que antes de encontrarme en la cabaña, que los otros estaban bien y que el monstruo no había podido con ellos… hasta que vi al jefe en sus filas antes de desmayarme. Sin embargo, no lo había reconsiderado hasta en el momento que Éstefer lo mencionó.*
Éstefer: Luego de la aparición del monstruo en la puerta norte, donde estábamos, corrí junto a unos cuantos hacia el centro del pueblo y me encontré con mi hijo…
Aldreuno: -Mira a Kouji y asiente-
Éstefer: Él estaba asustado, pero estaba con su padre… Aún era él. Mi esposo me contó que tras la aparición de esa cosa muchos empezaron a caer de rodillas y en ocasiones se miraban entre ellos, otros empezaron a pararse y matarse. El jefe se dirigió a mi esposo, los cuales estaban lejos, le dijo que tomara a los que estaban en el suelo arrodillados y los llevara al centro del pueblo. Él lo hizo así, hasta que vio a Aldreuno.
Kouji: -Mira a Aldreuno-
Aldreuno: -Cierra los ojos y comienzan a caer lágrimas de sus ojos- *Entendí en ese momento… Aldreuno estaba en la misma situación que yo pasé momentos antes. No podía odiarlo, ya habíamos perdido suficiente*
Éstefer: Su padre lo despertó como pudo y le dijo que corriera. Junto a unas cuantas personas nos encontramos en el centro del pueblo, abracé a mi esposo y fue cuando me dio un breve resumen para luego irse. Él había ido hasta el centro del pueblo solo por su hijo, quería que estuviera a salvo, pero mi tonto esposo tuvo que volver por los demás. Le dije "Por favor no vayas, ya perdimos a Dúlimy. Quédate conmigo" y él solo respondió "Aún hay gente atrapada" mientras veía cómo se iba.
Éstefer: Luego de minutos, Aldreuno se recuperó y lo primero que hizo fue preguntar por ti. Le dije que aún estabas ahí, en la puerta norte. Él, aunque con miedo, tenía el deseo de ir. Antes de partir le dije "Eres igual a tu padre, yo no te puedo detener" y lo vi correr. Allí vio a Dúlimy y su a padre, ¿sabes? -Empieza a sollozar- ¿Acaso no te percataste? Estaban entre toda esa gente… Mi hijo me contó que su padre trató de hablarle, pero Aldreuno solo lo ignoró e intentó despertarte. No sé realmente lo que está pasando, aquella cosa primero plantó cara a tu familia, no sé qué significa, no sé si ustedes hicieron algo… Dime Kouji ¿Acaso maldijeron al pueblo? ¿Acaso pecaron de algún modo? ¡Dime Kouji! *Entendía ahora por qué me había estado tratando tan fríamente, no era porque estaba cansada o por su pérdida. Ella pensaba que quienes estuvieran en el centro del desastre probablemente eran los culpables y aquellos justamente eran mi familia.*
Aldreuno: Madre… no es justo, por favor. Kouji ya sufrió bastante, y aun si su familia tuvo la culpa, dudo que él tenga la solución, él nunca nos haría daño. Además, ahora no es momento de buscar culpables. *Aldreuno, lo miré con asombro una vez más. Tan maduro y crítico de pensamiento. En serio a veces deseaba ser como él, quizá por eso fue que me afectaron tanto las palabras de mi padre.*
Éstefer: Está bien hijo, Kouji… yo, ya no sé qué hacer. Estoy cansada, por lo que sé podríamos ser los únicos 3 sobrevivientes. No tengo un plan, no tengo una estrategia… sé que soy la adulta, pero en serio… Estoy a punto de desear, dormir y no despertar más -llora-.
Aldreuno: Tranquila madre -la pone contra su pecho- Está bien. No tienes que hacerte cargo, porque lo haré yo. Por favor, solo por esta vez te pido, confía en tu hijo. *No tenía a nadie, no tenía a nadie más que a Aldreuno. No quería perderlo, no quería quedarme solo, tenía miedo.*
Kouji: -se queda en silencio- *No sabía qué hacer, al escuchar a Éstefer me pregunté qué podía hacer. Sin embargo, en el estado en que me encontraba no podía pensar bien.*
Aldreuno: -se acerca a Kouji- Sé que dije que me haría cargo, pero te necesito. Sé que no podré hacer esto solo. *Él, me tomó la cabeza con ambas manos y me miró con seriedad.*
Aldreuno: Despierta Kouji, esta es la realidad. Sé que debes estar al igual que mi madre, pero no puedes simplemente echarte para atrás. Eso no haría un hombre, eso no lo harías tú jamás. Eres el tipo más optimista que conozco. En un momento como este aún con tu estado, ahora mismo, te confiaría mi vida. Te estoy pidiendo mucho en el corto tiempo que llevas de duelo, lo sé, pero sin ti no podré hacerlo. Te necesito a mi lado. *Aún me miraba fijamente y lo único que mi cuerpo quería era llorar. Sin embargo, no debía, no podía, fallarle a Aldreuno no era una opción. Lamentaba mucho mi pérdida, pero aún podía aferrarme a él.*
Kouji: -frunce el ceño- … -se levanta- … - Mira por la pequeña ventana de la cabaña- *Recordé un consejo de mi madre cuando era pequeño, en una ocasión se me cayó un pequeño costal de arroz. Mi madre me miró muy furiosa, era entendible por dos razones, la primera era porque le insistí hasta el cansancio poder llevar el saco y segundo, más importante, porque era prácticamente la comida durante dos semanas. Sin embargo, mi madre, lejos de darme una paliza, respiró. Fue algo sorprendente para mí, ya que ella usualmente se dejaba llevar por las emociones. Así que, respiré… respiré lo más profundo que podría haber hecho, lo mantuve y finalmente lo solté, al soltarlo sonreí mientras me decía a mí mismo "Los problemas no se hacen más pequeños cuando los evades y gritas, no se hacen más pequeños".*