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Ciclea

"Si bien la belleza es algo que todas las mujeres queremos alcanzar, es aquella misma lo que termina siendo la perdición. La campana volvió a sonar y reparo en que nuevamente estoy en este lugar, para ser sincera este sitio es hermoso, el mármol de mi mansión, los cristales y el oro puro de las copas, pero… ¿De qué me sirve todo eso? Las sombras me observan y todos los días me juzgan, yo nunca quise dañar a nadie, pero ellas nunca llegan a callarse, no importa lo que haga, estas cadenas no me dejan en libertad y me veo obligada a repetir mis pecados una vez más. Quiero ver a mi mamá, quiero que me vuelva a peinar. No conozco lo que es el calor desde hace ya mucho tiempo, no conozco lo que es el amor, pero me gusta verme linda, me gusta maquillarme y me gusta pintarme las uñas, pese a que las cadenas con espinas me hieran, pese a todo se ven hermosas, sus rosas y su belleza es algo digno de contemplar, bajo la mansión hay un fango en el cual todos los días me cantan, las noches son largas pues todas las sombras me rodean. Tengo miedo, son horribles y me dicen cosas muy hirientes, cuando trato de cubrirme los oídos las cadenas me lastiman más, yo no quiero hacerle daño a nadie más, deseo dejar de existir, pero la muerte para mí ya no es una opción, aún recuerdo el día de mi muerte, la mano del hades se extendió sobre mi cuerpo y me torturó, pero nunca llegué a pensar en que haría tanto daño, no importa cuánto pida perdón, no importa cuánto llore, siempre seré atormentada, mis pecados me dicen que no soy linda, pese a que en el espejo si lo soy. Si tan solo el mundo de los espíritus se hubiera creado antes, esto no hubiera pasado. ¿Por qué se creó después de la guerra Feérica?

Siempre que me veo en el espejo, las sombras me observan y me atan más y más con esas cadenas, es muy doloroso, pero es más doloroso tener que escuchar las lamentaciones de las almas inocentes que vieron mis ojos. Perdón, yo no les quise hacer daño… yo…

Hoy me levanté otra vez, la campana volvió a sonar y sigo atrapada, sin poder escapar y sin oportunidad de redención, me atan cadenas punzantes, me lastiman… y… … las sombras me atormentan día y noche. Perdón, no quise hacerles daño"

Calai se levantó, su cabeza retumbaba y tenía frio, las cobijas le proporcionaban calor, pero estaba enferma y siempre el frio la acompañaría hasta que se curara. Caminó torpemente hasta la cocina en donde Tera estaba preparando el desayuno, eran unos huevos enteros que desprendían un aroma delicioso, la temperatura estaba baja y a lo lejos se podían ver las montañas nevadas. La tetera empezó a silbar y daba a grandes voces su anuncio, el chocolate estaba listo.

––¿Cómo te sientes?

––U… un poco mejor, supongo.

––¿Te duele algo?

––Tengo frio.

––Descuida, eso es normal, mi padre solía decir que un buen caldo con verduras calienta, pero soy un poco torpe para cocinar, soy como un tigre intentando cazar aves…

––¿Un tigre… cazando aves?

––Si, porque no puede volar y… y…

––Sigo sin comprender––Calai dio un leve estornudo y fue uno de los estornudos más lindos que Tera había escuchado.

––Creo que es mejor dejar todo como estaba, supongamos que no dije nada.

Calai hizo el intento para ir a la mesa, pero Tera la mandó a la cama, no fuera que se pusiera peor. Tera se acercó y le llevó la comida.

––G… gracias por ayudarme––Calai escondía su rostro en sus cabellos, a la vez que jugaba con ellos.

––No es nada, mi padre siempre me enseñó a ayudar a los demás. Pero hay algo que debo comentarte… Yo pienso dejar este lugar para mudarme a la ciudad.

––¿Eso a que se debe? ¿No eres feliz en este lugar?

––No, me agrada el campo, es una de las cosas que siempre he amado, pero… debo cumplir una promesa.

––He ido varias veces y el vivir en un apartamento es algo bastante costoso, donde yo vivo es todo más cómodo.

––¿En dónde vives?

––En Hacrist.

Tera había pasado una vez por aquel lugar, era un pueblo bastante tranquilo, aunque nunca se había montado en un tranvía. Se levantó para dejar a la niña comer en la cama, tenía que bañarse.

––Nos vamos a ir mañana, yo te dejaré en Hacrist, solo tendrás que decirme el lugar exacto en el cual se encuentra tu casa.

Verum se llegó a levantar, su cuerpo, para ese día ya se había recuperado un poco más, aunque le faltaban entre dos y tres semanas para recuperar todas sus fuerzas. Caminó, esta vez sin tambalearse y bajó volando hasta el piso central. El sol iluminaba las ventanas y los engranajes del castillo parecían estar en perfecto estado, las muñequitas seguían elevándose por lo alto y el calor empezaba a hacer acto de presencia, aunque no era extremo. Caminó lentamente, sus pasos resonaban por lo largo de los pasillos, ella estaba buscando a Diligitis ya que su cabeza empezaba a tejer un plan que podía serle de ayuda más adelante. En los años en que recopiló información, dio con una antigua leyenda que quería comprobar y fue en parte a esa leyenda que no destruyó el castillo de maneras más graves, tenía que tener cuidado pues de ser real, podría tener en sus manos un arma muy poderosa.

Entre el largo corredor el violín del silencio creaba un ambiente reconfortante, solo sus pasos se mezclaban suavemente y era debido a que las plantas de sus pies estaban desnudas, no llevaba zapatos. A lo largo, pudo escuchar los pasos de otra persona, su vista seguía borrosa, pero sabía que era solo cuestión de tiempo para que aquella mirada volviera a rejuvenecer. Pensó en un principio que podría ser Diligitis, pero solo logró vislumbrar; tras levantar su pañuelo, un traje borroso de una sirvienta. Ella caminó a su encuentro, la mujer la saludó con cortesía, aunque Verum pudo sentir un poco de miedo. Le preguntó por el paradero de Diligitis y ella muy amablemente le señaló una puerta, le comentó que el jardín trasero se encontraba al cruzar por el umbral que estaba tras las siguientes tres puertas. Verum continuó por el pasillo y pasó por el umbral de cuarzo que llevaba el símbolo de la familia real, momentos de desazón llegaron a su memoria, eran recuerdos que recordaba y no podía olvidar.

El jardín estaba tranquilo y las mariposas arropaban las plantas junto con los colibríes Querius, que bebían elegantemente el néctar de las flores rojas y amarillas limón. Se recordaba a ella misma, caminar entre los bosques que cubrían el reino de las hadas y recordaba la felicidad que tenía su alma cuando niña reía mientras corría infantilmente por los senderos y trepaba por los abedules hasta sus copas. Encontró a Diligitis, quien escuchaba una melodía en una cajita de música, cuando esta paraba la encendía nuevamente y la bailarina retornaba a su baile. Las melodías llegaron a sus oídos y aquella canción le rememoró tiempos idos, era una canción de antaño. Caminó hasta donde se encontraba Diligitis, él, estaba sentado en el suelo, el aroma de las hierbas impregnaba sus ropas.

––¿Me puedo sentar?

Él la observó sorprendido, pues no la había escuchado llegar.

––Desde luego mi señora, es un placer tenerla a mi lado.

Ella sonrío y tomó asiento en la verde alfombra, la música seguía sonando y la bailarina danzaba con alegría.

––Historia de amor de Beethdist. ¿Verdad?

––¿La conoce? ––Diligitis se sorprendió, pues no sabía la edad exacta de Verum.

––Si, cuando era joven la bailaba todas las noches, lo hacía en todo momento… incluso, una vez, puedo recordar el cómo Saeria y yo nos cambiábamos y bailábamos desnudas por toda la estructura de cristal, mis tutoras se escandalizaron y me dijeron que la joven reina de las hadas no podía andar desnuda por el palacio, Saeria solo guardó su risa hasta que llegamos nuevamente a nuestra habitación… Vaya estupidez. Por las noches, la escuchaba mientras observaba las lunas y dejaba que mi mente se perdiera en sus notas. Dejaba que sus sentimientos se grabaran con fuego en mi alma e incluso ordenaba que la tocaran para mí en la oscuridad, cuando las lunas eran las que se apiadaban de la oscuridad. Amaba ver al piano cantar mientras el violín lloraba entre las notas que danzaban lascivamente por el palacio y combinaban sus cuerpos en uno solo––Verum jugaba con las flores y terminó por arrancar una para observar mejor la belleza efímera de aquella planta, aunque por desgracia su vista le impedía verla de manera completa y tuvo que volver a colocar su pañuelo en su sitio.

—¿Cómo puedes ver con esa venda en tus ojos?

—Esta venda es semi transparente en el lado derecho, solo fue hecha para mi ojo izquierdo, aunque a veces necesito quitarme el pañuelo para ver mejor. Lo bueno si puedo decirlo es que mis sentidos se agudizaron, ya que sacrifiqué mi vista, aunque ya me acostumbré a no ver bien, no es tan necesario cuando se tiene un ojo como el mío.

Diligitis volvió a ver la caja de música y se sorprendió del conocimiento de Verum.

––No sabía que usted vivió en aquella época.

––Si, las tierras ya se habían desprendido de su seno y yo… yo era muy ingenua, muy inocente… en muchos aspectos.

––¿Puedo preguntar algo?

––Desde luego.

––¿Por qué no está muerta? ¿Cuánto viven las hadas?

Verum dio un leve bostezo y observó los cielos, luego volteó su mirada hacia Diligitis, su cabello caía por sus hombros y llegaba por su espalda.

––Las hadas tienen un límite de vida, eso es otorgado por el árbol Crushtalmn, cada una vive cierto tiempo a excepción de las reinas hadas. Nuestra vida puede ser efímera o longeva, aunque nunca puede llegar a calcularse con total exactitud. Yo no fallecí debido a que el tiempo transcurría de manera distinta en el mundo de los espíritus, y cuando entré en ese mundo, mi cargo como reina fue relegado. Aunque, ahora que lo pienso… ¿Cómo es que sobreviviste tantos años?

El viento llegó a sacudir los cabellos de ambos y trinó por los árboles, provocando que las copas de estos se movieran suavemente con su brisa.

––Nunca me enfrentaste, lo que enfrentaste en el pasado fue a uno de mis ancestros. Yo, soy muy parecido a ellos, además, en honor al que te derrotó, me nombraron Diligitis. Por eso se me llegó a tornar extraño el hecho de que pensaras que yo era él.

Verum observó los ojos de Diligitis y recordó que los ojos del hombre que la traicionó eran de color púrpura, no azules.

––¿Dónde conseguiste esa caja?

––Esta caja me la regaló mi madre antes de morir, también les perteneció a mis antepasados ya que ellos amaban la música y en ese tiempo, Beethdist era la sensación, fue hace muchos años atrás, antes de que los humanos empezaran a desarrollar toda la tecnología por la cual avanzamos.

––¿De qué murió tu madre?

––Ella… …

Con ese silencio Verum comprobó que la leyenda era real, la bailarina danzaba suavemente entre las notas.

––No hay necesidad de decirme, no es una orden, Diligitis.

Ella se levantó del pasto. El sol empezaba a acariciar suavemente su piel.

––Hay una leyenda, unos rumores sobre la familia real de Edén. A lo largo de los años que recopilé información, pude ver que se dice, que la familia real tenía un ser demoníaco que los protegía, ya que estos no contaban con una magia tan poderosa, aunque no me sorprende, los hechiceros eran humanos, pero aun así usaban magia, en pocas cantidades, pero… era magia, a fin de cuentas. Ellos, hace muchos siglos, encerraron el alma de cuatro hadas de la corte de las rosas, eso lo sé ya que esa leyenda también formaba parte de nuestra cultura. La leyenda de este castillo cuenta que aquel demonio se reveló y tu familia lo mató… desapareciendo entre las brumas de la noche. La pregunta es… ¿realmente está muerto ese demonio? Para empezar ¿puede un demonio morir? Esa leyenda me llamó mucho la atención… y ahora es momento de desvelar la verdad.

––¿Qué tan segura estás de que sea cierta?

––Usaste magia demoníaca, eso me dio algo con que aferrarme.

Ella se sentía poco feliz, pero hasta no ver aquel demonio con sus propios ojos no estaría segura, en su mente divagaba el poderío de este ser.

––¡Llévame al lugar en donde está ese demonio!

Diligitis se levantó del suave pasto, caminó hasta pasar por el umbral y observó a Verum que tenía una sonrisa. Le tendió la mano, pues ella no podía ver bien e iba a necesitar un guía para no llegar a lastimarse. De la mano caminaron por aquel pasillo que esta vez, se llegó a tornar más largo. Sus pasos resonaban poco a poco y ella estaba siendo guiada, no llevaba conocimiento alguno del lugar al cual se dirigían, sabía que estaba en el castillo, pero su paradero era incierto. Entraron a la sala central, en donde el gran trono se lucía de fondo y donde los recuerdos florecían efímeramente, las sombras del pasado no pueden llegar a borrarse del todo.

Diligitis caminó hasta situarse en la parte trasera del trono, la pared de piedra se vislumbraba elegantemente, observó atenta hacia los lados y supo que nadie llegaría, ––las sirvientas probablemente estaban en la segunda planta y debieron de acceder torpemente por los trozos de las escaleras que aún se mantenían en pie, aunque él tenía ya planes para arreglar dicho lugar–– corrió levemente las cortinas de la parte central y observó el grabado de sangre demoníaca que había pintado, las palabras que había en derredor a estaban en Lankaedis, pues esa era la lengua de los demonios— Verum solo observaba y podía ver borrosamente algunas letras y era debido a que el grabado era de un tamaño considerable. Diligitis se puso un guante de color negro, su cabello se movió elegantemente y pronunció, apuntando su mano hacia el aquel símbolo, las palabras que estaban escritas.

––IGniltres ed caeres.

Verum se sorprendió de lo bien que Diligitis manejaba esta lengua, no era tarea fácil, las tonalidades de los pequeños acentos marcaban mucha diferencia y parecía haber aprendido con maestría. La sangre seca se iluminó y el trono se tambaleó y sacudió como un edificio en un terremoto de gran escala. Las puertas se cerraron automáticamente y las ventanas llegaron a cubrirse de densas telarañas carmesí.

Verum perdió el equilibrio y sus pies dieron con el suelo, no pudo sacar sus alas y observaba asustada a su alrededor. Diligitis solo mantenía su misma mirada mientras las sombras carmesíes jugaban entre el suelo y bañaban a Verum, burlándose de su aspecto.

El mismo grabado apareció en el suelo, la sangre empezó a correr de la pared hasta pasar a formar un círculo en medio del trono. Verum trató de levantarse mientras los suelos se desprendían y se convertían en escaleras espiral que llegaban hasta los subsuelos del lugar en el que se encontraba el castillo.

Verum observó la inmensidad de aquella espiral y su mente se puso nublada, se sentía fuera de sí y empezaba a percibir algo que no sabía que era.

—No le aconsejo bajar sola las escaleras, son peligrosas y una caída significa la muerte.

Diligitis le tendió la mano, ella observó torpemente las escaleras que se veían inestables, pero luego de que Diligitis pusiera su primer pie en aquella roca ella se tranquilizó, aun así, se sentía indefensa ante la inminente oscuridad. Los pasos empezaron a resonar entre la oscuridad, Diligitis tomó una antorcha que se encontraba al bajar el catorceavo escalón y con ello se pudo iluminar un poco más. Verum de haber usado magia para agudizar sus sentidos en la oscuridad no hubiera podido, pues aquellas luces hubieran generado un contraste bastante violento y eso, dependiendo de la cantidad, la hubiera dejado ciega por un tiempo prolongado. Con forme bajaban más y más las bellas piedras que jugaban en la pared se tornaron en rocas normales, algunas con un poco de hiervas que solo eran perceptibles conforme bajaban.

––Diligitis ¿nadie se da cuenta de la existencia de este lugar?

––No, cuando se abre la puerta se crea un pequeño campo de magia demoníaca que mete en otro plano este lugar, los sirvientes seguirán viendo la misma sala del trono, más los que estaban en el acto, serán transportados.

––Es como los doce círculos del mundo de los espíritus––Pensó Verum mientras descendían en aquella espiral que parecía infinita.

Ella llegaba a perder en algunas ocasiones el equilibrio, pero Diligitis estaba para evitar que resbalara y la tomaba fuertemente del brazo. Manejarla era muy simple y le asustaba lo frágil que era, más el ser protegida de esa forma era agradable, similar a cuando un musculoso soldado la abraza en la cama.

Mientras desciendes en aquella oscuridad observas la luz, borrosa y un poco desteñida pero cálida y que enjaula y llega a ser guía en la inminente noche artificial, te sientes cansada y tu cabeza retumba cual bombo. Tu corazón late con más fuerza pues debe enviar la poca sangre que te quedaba hacia todas las partes de tu cuerpo. Sabes que te recuperarás, pero mientras llegas a ese estado, estás indefensa ante cualquier ataque. ¿Qué te pasa? ¿Te cuesta respirar? Sabes que las reglas de la magia del fuego y la blanca son muy rudas para con sus usuarios, más, aun así, la usaste y das gracias a los dioses que tu cuerpo puede manipular el aura para luego transmutarla en energía física. Tus pasos son débiles y si bien no estás en un estado tan deplorable como el del día anterior, no es el óptimo, y te cuesta realizar acciones sencillas. Empiezas a pensar en planes, en estrategias y posibles resultados, más sabes que al mover una pieza del tablero de juego de reyes las posibilidades se expanden a un número infinito de acciones que son modificadas con cada movimiento para dar como resultado un futuro incierto en donde el perder o ganar depende en parte del azahar y de las consecuencias positivas o negativas que acarreen tus acciones. De aquí en adelante sabes que todo va a influir, más aún tienes un problema, una "x" en esa ecuación matemática que no has podido despejar.

––¿Cómo puedo hacer trampa en un juego que está diseñado para que pierda? ––Verum meditaba en aquella pregunta y eso le creó un pequeño salto de tiempo, no se dio cuenta de que ya habían llegado a la planta más baja del castillo.

Ella no podía visualizar nada que estuviera más allá del pequeño rango de luz que daba la antorcha. Diligitis caminó hasta una de las paredes y encendió otra antorcha. Tomó luego un cuchillo e hizo una pequeña cortada en su dedo índice y dejó que una gota de sangre cayera al fuego, esto inició un circuito de magia negra que encendió simultáneamente las otras treinta y cuatro antorchas de toda la sala. Verum se sorprendió y dio un pequeño salto de susto, un frío le recorrió la espalda, pero fue algo efímero, ya que lo que le puso la piel de gallina fue ver una gigantesca pared, con un enorme grabado demoníaco en sangre y al pie de ese grabado… el sello de la familia real.

––Ni en un millar de años hubiera pensado que tal cosa se encontraba bajo este lugar, pensé en un principio que era algo pequeño, pero esto… esto… … ha superado todas mis expectativas–– Observó a su alrededor y pudo ver múltiples círculos de sellado que rodeaban todo el suelo en un pentagrama perfecto––. ¿Por qué hay tantos círculos de sellado?

––Lo que hay tras estas puertas es un demonio, no es un simple animal. Para contener un poder así es necesario emplear métodos más radicales y tener planes por si llegan a romper los sellos que la atan.

Caminó hacia la puerta y tocó el grabado con su dedo ensangrentado y los vantri empezaron a brillar. Verum podía divisarlos mejor ya que eran enormes.

––Esos vantri… traducidos al Latinium dicen…: "El pequeño demonio de la luz nocturna" … ¿Por qué? No tiene sentido que digan una frase tan simple para tratarse de una puerta que resguarda a un demonio.

––Cuando te lo explique encontrarás la respuesta a tu pregunta.

Diligitis pronunció un vantri que traducido al idioma de las tierras superiores significaba "Despertar" y que al escribir los vantri queda con otro significado "cuna"

La pared empezó a temblar y Verum llegó a pensar que el techo se desplomaría sobre sus hombros. La pared se partió por la mitad y poco a poco se abrió como si de una puerta se tratara. El humo y el polvo se mezclaron lascivamente en el ambiente y del otro lado solo se podía divisar oscuridad. Diligitis sabía que todo aquello era algo normal, más Verum, pese a la condición en la que estaba empezó a sentir una energía muy pesada, en la otra sala había un ser muy poderoso, un ser con el que probablemente no quisiera tener dilemas y es por eso por lo que aun en su estado empezó a liberar poco a poco magia, en cantidades pequeñas, pero las suficientes como para transformarla en magia blanca. Diligitis la observó, estaba a la defensiva y era comprensible, el aura de aquel demonio era muy densa, muy agobiante y si su poder estaba sellado en ese momento, Verum no quería ni imaginar lo que pasaría si los sellos fueran removidos.

Ella caminó hasta estar cerca de Diligitis, él la observó y le tomó la mano, apuntó su mirada a la oscuridad y poco a poco se adentró en ella. Verum trataba de observar todo a su entorno, pero, aun así, la oscuridad era muy densa como para poder ver claramente, al pasar por el umbral, las antorchas de aquella sala se encendieron, y fue ahí cuando Verum pudo contemplarla bien. Superó aquella primera impresión todas sus expectativas.

En el fondo de la habitación había una niña encadenada, tenía seis alas, llevaba en sus alas cadenas que la mantenían atada, así como dos en cada muñeca, dos en cada pierna, una en su cuello que estaba ligada al suelo, donde había un grabado hecho con sangre seca, tenía una cadena más en su cintura y estaba llena de agujas que le atravesaban el cuerpo, vestía con harapos y todo su cuerpo estaba lleno de cortes. Su cabello sucio y desacomodado; a Verum le llamó la atención las puntas del mismo, de color rojo que se iban mezclando con el negro, más la expresión que mantenía aquel demonio era lo que más podía resaltar. Era una mirada de dolor, odio, ira y frustración, su cara no mostraba expresión alguna, más los ojos trasmitían todos esos sentimientos y aquél púrpura encendido era hermoso, más la melancolía de su alma lo convertía en algo chocante. Verum observó detenidamente alrededor del demonio y vio sangre seca, al parecer de mucho tiempo atrás. Ella necesitaba que le aclarasen todas las dudas, necesitaba estar convencida de que aquello pasó fue real. Increíblemente el tiempo no le había cambiado algo, al igual que todas las hadas, Verum era muy curiosa. Observó a Diligitis con una cara de confusión.

––No sabes quién es ella ¿verdad?

Verum volvió a perder el equilibrio, su vista se volvió borrosa nuevamente.

––Maldición, no tenía que haber usado magia.

Le costaba respirar, y lloró sangre. Diligitis sorprendido fue a su encuentro lo más rápido que pudo.

––Por eso no tenía que usar magia blanca, maldita sea.

Ella recordó la batalla, sus emociones la habían dominado para ese momento y de manera inmadura no llegó a medir las consecuencias a futuro. Las manos le temblaban y en ese lugar, estaba aún más indefensa que la primera vez.

––En esa pelea… maldición, no tuve que…

Volvió a vomitar sangre. Diligitis le ayudó para levantarse y le fue difícil, sus piernas le temblaban y se tambaleaba. El sudor frio le empezó a recorrer la frente y sentía que todo su cuerpo iba a colapsar. Observó una pequeña roca que estaba a pocos metros de Ciclea y con torpeza caminó hasta sentarse en ella.

––Mi señora ¿qué puedo hacer para ayudarla?

Verum soltó una risa un poco débil

––¿Ayudarme? Lamento decirte que no puedes hacerlo, estas son las consecuencias que tengo que afrontar por usar más magia de la que debía, si sigo así a este paso mis órganos empezarán a fallar y colapsarán.

Verum observó nuevamente a Ciclea. El silencio se prolongó por diez minutos en los cuales solo se podía escuchar la respiración agitada de Verum. Ella dejó permanentemente de usar magia, pues sabía que si seguía así no viviría para poder lograr sus metas. Luego de esos diez minutos ella trató de erguirse sin éxito, pero por alguna razón llegó a sentirse mejor desde el suelo, ya no contaba con la fuerza suficiente como para pararse nuevamente y recordaba las lecciones de magia que le habían dado sus maestras…

"En el jardín del palacio Verum estaba entrenando y trataba de aprender a dominar el traspaso de magia por todo su cuerpo de manera exitosa, así como lo que sucedía cuando la usaba. Saeria sentada a un lado, tomaba una a una las flores y se las colocaba en su cabello mientras cantaba una linda canción. La maestra de Verum la observaba fijamente mientras analizaba lo que su estudiante hacía.

Verum empezó a liberar poco a poco magia, podía sentir su cuerpo más ligero, el problema es que la luz le empezaba a molestar, pero provocó un interés en prestar atención a lo que escuchaba.

––Verum, debes recordar que la magia te pone en sintonía con el medio que te rodea, trata de escuchar el aleteo de la mariposa.

Verum cerró los ojos y empezó a usar más magia para poder escuchar con mejor detenimiento.

––Recuerda una cosa, en la magia, menos, es más, por lo que, a mayor cantidad de magia usada, mayores serán las consecuencias de la misma"

Aquél recuerdo la hizo sentir estúpida por ser tan descuidada con todo eso, sencillamente fue un impulso que le había salido muy caro y si quería tratar de mejorar, tenía que controlar esa parte, aprender a hacerlo, ya que de lo contrario seguiría teniendo esos mismos conflictos.

––No es la primera vez que me pasa, cuando entrené con la princesa Thinray en el doceavo círculo de los espíritus me pasó algo muy similar, también con Ferneris me sucedió. En unas horas podré ponerme en pie.

––Mi señora, me tiene muy preocupado por su salud

––Descuida, más bien ¿cuéntame sobre ella?

—Pero… su estado.

—No hay necesidad Diligitis, yo estaré bien. Confía en mí.

Verum sentía algo similar en ese demonio, más no sabía qué. Diligitis seguía preocupado, más observó al demonio, tratando de hacer caso a lo que su ama decía.

––Ciclea…

––¿Por qué la familia real tuvo un demonio de tan alto rango en el castillo?

Diligitis dio una bocanada de aire y observó al demonio encadenado con mejor detenimiento, contemplado las enormes agujas finas que atravesaban todo su cuerpo.

––La historia de ella no es un cuento infantil… Ciclea, en lengua demoníaca es "suave luz de luna negra"

Diligitis caminó hacia Ciclea y le acarició la cara.

––Fue hace miles de años, los humanos eran una de las civilizaciones que progresaban menos tecnológicamente, la guerra había finalizado, podrían quizá haber pasado dos años. Las familias reales habían encerrado el alma de las hadas Gaeli, Isis, Verasha y Astarte, en los collares que se fueron entregando de generación en generación, entonces surgió la necesidad de agentes externos que protegieran a la familia real de Edén desde las sombras. Fue entonces cuando los "Ratri", descendientes de la Diosa del mismo nombre hicieron aparición.

––La diosa de la oscuridad Ratri… escuché que entregaban su devoción, aunque ahora su religión está extinta, al igual que su adoración. Por lo que entiendo se decía que ella devoraba el sol––La voz de Verum era débil y estaba entrecortada.

––Los Ratri creían que el sol la traicionó para casarse con la luna, por eso ella se vengaba, devorando su cuerpo inmortal para luego vomitarlo en un ciclo sin fin en lo que era conocido como la Yiltrios, o lo que es ahora un eclipse. Mi familia al parecer tenía habilidades para contactar con el mundo de los muertos… ellos usaban una técnica que algunos humanos, al no poder usar magia recurrían… … la nigromancia.

––Eso tiene mucho sentido, los hechiceros usaban amuletos para que dichos objetos cargaran con el peso de las consecuencias de la magia–– Verum jadeó de dolor.

––Ciclea era muy similar a un súcubo, pero no pertenecía a dicha casta, ella pertenecía a una de las treinta legiones comandadas por Ildres. Además, ella es la razón por la que puedo usar magia ya que yo bebí de su sangre.

Verum recordó aquella intimidante presencia y el solo nombrar a ese príncipe le erizó la piel.

––Los Ratri entonces contactaron con Venus y ella, luego de pensarlo por un largo tiempo accedió, con la condición que esa misma familia se encargará de ella. Acontecieron años de relativa tranquilidad, Ciclea se comportaba como una humana, era una de las sirvientas. Pero los Ratri querían más poder y planificaron una mala jugada en su contra para raptarla y apoderarse de sus poderes. Para ese punto, los Ratri tenían una muy buena reputación con la familia real. Pero los Fyshteris, tenían un demonio de tan alta clase, por no decir los únicos, así que al darse cuenta de que Ciclea quería destruirlos para hacerse con el poder, les dieron la tarea de deshacerse de ella sin saber que habían caído en la manipulación que ellos podían ejercer producto de los conocimientos de uno de los libros que más se han ocultado y por el cual se han extinguido una gran cantidad de vidas, el libro de Müntaer, conocido también como el manual del nigromante. Ellos engañaron a Ciclea y la hicieron beber un vino que la sedó profundamente, la trajeron a esta sala y la encadenaron, le colocaron todo lo que puedes observar.

––¿Cómo se engaña a un demonio de clase alta?

––Ella nunca se enteró de lo sucedido, ellos lo planificaron todo con sumo cuidado.

––¿Por qué las demás familias no ocuparon ese tipo de protección demoníaca?

––Para ese punto la guerra de las hadas había acabado, lo que provocó que todos se rearmaran, más Edén nunca gozó de tan buena potencia de armas y la gema que tenían no era tan poderosa como las demás, de ahí la necesidad. Todas las naciones se estaban recuperando, estaban casi en la quiebra.

––Entonces la tenían como un arma por si ocurría otra guerra.

––Correcto. Venus les enseñó todos los círculos de sellado que usaron para contener su poder. La torturaron por años hasta que ella, no pudo más y les cedió una pequeña porción de su fuerza. La única manera existente en la que un humano puede adquirir magia y sobrevivir al usarla es bebiendo una copa de la sangre de un demonio víctima de una desesperación y dolor terrible o, en el caso de las princesas… usar el poder del alma de un hada para que ella sufra las consecuencias del uso de la magia. Los Ratri, con el paso de los años se transformaron en los consejeros y protectores de los reyes, ellos pusieron al tanto a Venus y ella dejó a cargo aquel demonio a los Ratri, después de todo, no podía escapar. Venus le colocó un sello que le permitía saber si Ciclea usaba magia, y procuraba liberarse.

Verum se arrastró por el suelo, pero Diligitis rápidamente la alzó y la recostó en sus brazos.

––Gracias.

––Será mejor que nos vayamos, podremos regresar cuando estés en mejor estado.

Los dos se devolvieron por aquel oscuro camino, la puerta se cerró y las velas se fueron apagando, la oscuridad volvió a dominar entre toda la estructura y mientras subían las gradas Verum pudo vislumbrar una pequeña luz que poco a poco se hacía más intensa. El espacio en el que se encontraban se quebró y todas las telas desaparecieron, los suelos se encumbraron y la sala se mantuvo de la misma manera, era como… si nada hubiera pasado. Diligitis entró al pasillo en donde se encontraban las escaleras rotas y de un salto llegó a la segunda planta, caminó hasta la habitación de Alma en donde Verum tenía que descansar. Él sentía su cuerpo, se estaba poniendo frio y su respiración estaba un poco cortada, la recostó en la cama.

Una de las sirvientas le había costado el llegar hasta la segunda planta, pero con un poco de ingenio había logrado llegar hasta ese lugar. Tenía un poco de sudor y había hecho malabares para que no se le llegaran a caer las sábanas que llevaba hasta el cuarto de Verum, más al entrar en el cuarto, se sorprendió al verla nuevamente en la cama y con rastros de sangre en su rostro.

––Ella necesita que la cuiden, saldré unos momentos. Necesitamos a alguien que arregle las gradas.

––Si Diligitis––La sirvienta la empezó a arropar y pudo escuchar una leve petición de Verum.

––Necesito agua, tengo sed.

––Si, mi señora.

Diligitis de un salto bajó a la primera planta, jadeó un poco por la herida que le había hecho Verum, pero no era algo que le impidiera salir a realizar su cometido. Caminó hasta la puerta principal y la abrió.

––Buen día Diligitis.

Se sorprendió, nunca llegó a pensar que un Lord llegaría hasta el castillo y menos Lord Cid. Sus orejas de gato se escondían por su sombrero y sus ojos estaban clavados en él.

––Buenos sean los días para usted Lord Cid. Pero dígame ¿a qué se debe tener su presencia en este lugar? Ya que es algo bastante inusual.

––Vine a hablar con el hada… ¿puedo pasar?

Nota del autor

No olviden comentar, compartir y dejar su reseña, eso me ayuda bastante. Mi hermana menor está trabajando en un manga de la novela que pronto saldrá a la luz, por lo que espero de corazón que si les gusta la historia, sigan apoyando el proyecto. Ustedes, mis lectores son muy importantes y quiero que la historia sea de la mejor calidad para ustedes

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