Laberinto de Piedra

Sunny se apartó del escalofriante testamento que Ariel había dejado atrás en las silenciosas aguas del lago tranquilo y continuó adelante.

Había un millón de pensamientos en su mente. La magnitud de la revelación que había recibido empequeñecía casi todo lo que Sunny conocía—la misma razón de la fría realidad en la que había nacido ahora tenía una explicación. El futuro, también, se había vuelto mucho más claro. Y era un futuro aterrador, también.

Los dioses estaban muertos... pero no todos ellos.

El séptimo dios aún vivía, durmiendo en la cuna del Vacío. Toda la existencia ya estaba infectada por los horrores de su pesadilla, y una vez que el Olvidado despertara, incluso ese mundo enfermo llegaría a su fin.

Y sin embargo, Sunny no deseaba reflexionar sobre estas verdades en este momento.