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Una tentación inesperada

Al salir del sendero principal que da desde la casa hasta la carretera con la que conecta aquella, siguiendo un camino algo estrecho y un tanto arenoso aislado de derecha a izquierda por arbustos, alguno que otro cactus y enormes cocoteros a orillas del camino se encuentro oculto casi al final de aquel el famoso pueblo pesquero que curiosamente para ser tan pequeño estaba totalmente lleno de vida.

No muy bien los locales notaron como el auto se acercaba se juntaron próximos a donde nos detuvimos con suma emoción ya que aparentemente el señor Manuel era conocido en aquel lugar.

Antes de abandonar el auto aquel nos indicó — pueden salir y saludar mientras yo por un momento iré a hablar con un viejo amigos para ver si nos puede alojar por esta noche.

Manuel no espero una respuesta solo nos miró y habiendo notado nuestros ojos atentos salió del auto y se alejo.

Christian y yo de igual manera al verlo distanciarse salimos de su interior en tanto no muy bien lo hicimos los niños nos rodearon llenos de emoción riendo y gritando pues aparentemente les daba mucho gusto ver a rostros nuevos por allí.

Christian al sentirse ser recibido de aquella manera se le iluminó el rostro pues estaba más que contento de recibir aquel agasajo.

— Sí así se comportan todos en el resto de este país te aseguro que sería muy feliz de quedarme a vivir aquí.

— Pues estas de suerte la cordialidad, la alegría y la solidaridad es algo que aquí se vivea flor de piel más aún con los extranjeros.

Aunque no era cómodo para mí tener a tantas personas cerca intente mostrar la mejor de mis expresiones, pues como estaríamos todo el resto de aquel día allí no era muy bueno que digamos que me mostrase odioso con aquellos.

Así a pesar de todo recibí las muestras de bienvenida que de ellos me otorgaban con la mejor de mis expresiones.

Pasado un momento mientras les dábamos la espalda al auto, Manuel se acercó.

— Valla, aparentemente les han caído bien — cuestionó aquel con una sonrisa en el rostro ya que aparentemente ver la escena de como éramos rodeados por aquellos le había causado algo de gracia.

— Demasiado diría yo.

Manuel se río un poco más y mientras se hacía paso en medio de los niños aquel agitaba sus manos algo juguetonas buscando separarlos de nosotros.

— Vamos, vamos traviesos vallan a jugar, en un rato estare con ustedes — en tanto habiendo alejado la marejada de niños aquel dío una orden.

— Síganme.

Tras tomar nuestras cosas del auto, Manuel nos llevó hasta la entrada de una casa de madera continua en la cual ingresamos y una vez dentro aquel nos presentó.

— Alexander y Christian este es mi amigo Ricardo es uno de los pescadores más conocidos en la zona — y dirigiéndose a aquel replicó — Ricardo estos son los hombres de los cuales le hable quienes son mis invitados y quienes estaban emocionados por conocer el puerto.

Aquel se acercó a nosotros y extendiendo su mano en nuestra dirección terminamos estrechándola en respuesta a cual saludo.

— Será un placer recibirlos en mi humilde hogar, bienvenidos sean ambos.

Y habiendo concretado aquella formalidad Ricardo nos llevo hasta el lugar en donde descansaríamos para que dejáramos nuestras cosas.

Habiendo atravesado el pasillo de aquella pequeña casa y tras salir no habiendo dado no más de cuatro pasos a lo que debería ser la terraza dividido de esta se encontraba un pequeño cuarto que más que una recamara parecía un deposito.

Cuatro paredes de madera yacían de pie con el techo echo de hojalata y el piso recubierto de hormigón, si pensaba que en Flor del este hacía calor, sin dudas aquí dentro de esta se sentía aun peor tras los rayos del sol pegar con fuerza contra el techo haciendo que su interior se sintiera algo pesado y asfixiante.

— Los dejare para que se acomoden en un momento vendré a buscarlos para llevarlos al puerto — indicó aquel y dirigiéndose hasta Manuel aquel cuestiono — podría hablar un momento contigo.

Manuel no espero mucho tiempo para seguirle y ambos salieron así de la casa casi a toda prisa.

Pasado el tiempo finalmente a afueras de la residencia habiendo caminando un poco tras dar la vuelta alrededor de una pared de concreto hacía de cual muralla que hacía imposible el notar lo que había del otro lado así que no muy bien la rodeamos la playa se abrió paso ante nosotros.

La costa parecía ser un lugar bastante mágico digno de todo descanso que aunque se encontraba rodeado de una arena bastante fina de color blanco se mantenía plagada del verdor de la naturaleza.

Cientos de arboles sobrevivían en aquel inusual ambiente dispuestos en toda la orilla, que iban desde medianas arboledas de uvas de playa arboles algo singulares dicho por Ricardo, junto a los cocoteros ya conocidos que hacen de su sombra un lugar bastante agradable para descansar.

Al fondo dispuesto sobre el agua permanecía un muelle de un estilo algo rustico de donde imagino es el lugar de cual parten los pescadores durante sus horas de labor hacía mar adentro y justo a lado de este atracado se encontraba una pequeña lancha.

Al acercarnos fue casi imposible no notar el estado de deterioro con el que ella ya contaba, se veía vieja pues la sal del agua había corroído en gran parte la pintura de la embarcación.

— Mirandola bien, no creo que esta sea demasiado segura — evidentemente sintiéndome bastante preocupado al respecto.

Manuel volvió a reír — parece que no pero es realmente segura, la vieja Betty es uno de los mejores botes que podrás encontrar aunque su fachada si deja algo que pensar.

Christian quien se encontraba cerca de mi haciendo un gesto con sus ojos dejo sentir lo que pensaba al respecto.

— Si esta es la mejor no quiero pensar en como están las demás.

Manuel mirando nuestras dudas se atrevió a retarnos e intento incluso asustarnos — no sean llorones pero en todo caso imagino de que ambos saben nadar o no es así.

A pesar de lo evidente y habiendo ya cargado en el lo necesario nosotros zarpamos y en mar abierto estuvimos bastante tiempo pues las aguas cristalinas y sumamente tranquilas que en sus limites reposan se hacen perfectas para pescar y nadar y entre tomar y porque no conversar de diferentes temas el tiempo paso volando.

Para cuando regresamos la gente había armado una gran fiesta, una la cual era especialmente echa para nosotros y que aparentemente había sido planeada por Manuel y Ricardo cosa que descubrimos tras rodear la pared y encontrarnos a los demás sumamente alborotados y entre música, bebidas, varios tipos de comida, y la amabilidad de aquellos la noche llego y al sentirme un poco abrumado termine retirándome por un momento hasta a horillas de la playa donde me acomode sobre una de las hamacas que allí reposan.

— Tienen que ser demasiado importantes como para que el señor Manuel se atreva a traerlos por aquí, lo digo porque desde hace años aquel hombre viene solo a visitarnos desde que su nieta se fue — comentó una joven mujer que de la nada se apareció.

Era una chica joven, piel canela, pelo ondulado y quien llevaba puesto meramente un sostén que parecía ser una pieza una parte de un traje de baño en la parte superior mientras que en la inferior llevaba puesta una falda larga hasta los tobillos que eventualmente se encontraba abierta del lado izquierdo dejando su pierna visible.

Aquella era delgada aunque sorprendentemente bastante curvilínea y tenia un tono de voz bastante sexy se podía decir y siendo mujer era casi imposible que yo no reaccionase ante ella, es más podría hasta afirmarse que era algo esperable cosa que despertó morbo en mi rápidamente, lo que ocasiono que indudablemente quisiera ir de caza y sin dudas esperaba por ello y curiosamente se me coloco en bandeja de plata.

— No se que significado le des a esa palabra pero podría decirse que si lo somos.

Desde mi asiento yo la miraba con deseo, preparándome ante cualquier descuido de aquella para levantarme y atacar.

— Entonces puedo imaginar que eres extranjero.

— Imaginas bien.

Aquella mujer se acercó y habiéndose colocado debajo de la lampara que alumbraba el área en donde nos encontrábamos sobre la arena relativamente cerca de mi se sentó dejando algo descubierta sus piernas con evidente provocación.

— Soy Mady mucho gusto — y quien tras presentarse extendió la mano en mi dirección.

— Alexander, el gusto en mío — y mirándola como cual presa acepte presentarme ante ella — alguna vez te han dicho lo hermosa que eres — me atreví a recalcar y descendiendo de la hamaca me senté a su lado.

Aquella al igual que yo tenía sin dudas el mismo pensamiento, nos sentíamos provocados el uno por el otro así que solo era cuestión de tiempo para que las cosas escalaran a un más, tiempo que se agoto antes de que pudiéramos decir que no y con un beso juguetón todo inició.

Mi idea era sencilla, besarla y llevarla a la cama, pues ya que Milena no me daba lo que yo pedía pues yo me iba a encargar de conseguirlo de alguna manera de la mano de otra persona.

Mady y yo nos encontrábamos disfrutando del calor de aquellos besos deseándonos con todo fervor y cuando pensaba que todo mejoraría fácilmente emporo pues mientras me encontraba con los ojos cerrados disfrutando de sus labios una imagen tenebrosa vino a mi, inconscientemente vi la imagen de la chica que se presenta en mis sueños, estaba muy molesta y llena de ira.

Aquello me descoloco por lo que termine apartándome de Mady e intente mirar a todos lados, pues ante mis ojos aquello parecía real cosa que empeoro a medida de que intentaba seguir con aquella.

Al final tras aquellas repentinas imágenes que me perturbaban con fuerza opte por dejar a aquella chica sola en la playa y en consecuencia termine huyendo hacía la casa de Ricardo donde me escondí hasta el otro día.