La noche había caído en la hermosa ciudad de Tokio, la luna brillaba e iluminaba lo que para Tokio era sagrado y deberían de respetar y eso era el hermoso bosque, apodado el Bosque Sagrado, el cual te daba una increíble vista desde el acantilado el cual obvio, tenía seguridad para los habitantes y para los turistas, pero principalmente para los más pequeños, ya que no querían que volviera a suceder el mismo accidente.
Muchos decían que el bosque de noche era hermoso y más cuando la luna iluminaba el pequeño río que era el proveedor de agua para los animales, los cuales eran sagrados, las personas tenían una sola regla y en la que si la rompían tenían la obligación de pagar una multa de más $500.000.000 yenes y esa regla era que tenían prohibido alimentar a los animales porque para ellos eso era interrumpir el siclo de la naturaleza.
El Bosque Sagrado podía tener muchos elogios, apodos o turistas, podía hacerte sacar una sonrisa, recordar momentos, pero como todo lugar siempre ocultaba algo a los ojos de la sociedad. Dos años atrás, aproximadamente, el bosque era frecuentado durante las noches, por enormes cantidades de personas, ya que ellos querían presenciar la hermosa iluminación que adornaba la luna, pero desde que empezaron a aparecer personas muertas y totalmente masacradas, el bosque de noche estaba prohibido TOTALMENTE, al principio los campistas que iban con ciertas reglas claras, que consistían en cuidar el ambiente y si ensuciaban limpiaran, pero eso es otro tema, bueno, ellos afirmaban ser observados por algo o mejor dicho por alguien, los guardias pensaron que se estaban burlando de ellos y lo único que supieron decir fue:
—Tal vez es un animal—dijo serio aquel hombre.
Cuando las quejas por parte de los turistas que acampaban y por parte de los habitantes, también eran tantas y muy frecuentes las quejas, que causaba que muchos de los tantos guardias que cuidaban del bosque tomaron la decisión de renunciar, cansados de tantas quejas, se decidieron a entrar al bosque y los que encontraron los dejó perplejos y traumados, que al instante de ver tal escena salieron corriendo a llamar a la policía.
Una vez que la policía llegó, los guardias contaron lo que vieron y dijeron que habían visto a un hombre masacrar a una pobre mujer, y cientos de cuerpos esparcidos por toda la zona donde habían visto al hombre, y lo único que pensaron fue correr y llamarlos.
Una vez terminado el testimonio, fue confirmado no solo por la escena del crimen, sino también por las quejas de las personas que anteriormente habían dicho que alguien los acosaba y que uno de ellos había salido herido. Los oficiales no encontraron rastros de nada, ni siquiera del asesino, pero sí muchos cuerpos esparcidos en otras zonas mucho más alejadas de las que los guardias encontraron, así que el bosque durante la noche estaba TOTALMENTE clausurado.
En la actualidad muchos jóvenes querían confirmar lo del bosque y como era de esperar, nunca aparecieron y nunca se volvieron a ver rastros de los muchachos, algunos salían con vida y se quedaban callados y traumados.
Mientras que en lo profundo y oscuro bosque, donde la luz de la luna no llegaba y ni siquiera las luciérnagas podían alumbrar, asechaba el responsable de tales actos, sentado en el pasto verde mirando a la hermosa ciudad de Tokio, acompañado de una sonrisa sádica.
—Al fin los encontré Uchihas—dijo con una voz gruesa y seria, acompañado de una sonrisa sádica—Al fin podré conseguir mi venganza, madre, padre, desde hoy vengaré su muerte, los Uchihas pagarán por lo que hicieron, si no cumplo mi meta dejaré de llamarme Conde Naruto Uzumaki Namikaze—dijo poniéndose de pie acompañado de unos ojos rojos, llenos de odio, venganza, con la pupila rasgada como si fuera la de un animal salvaje.
Unos cuantos minutos de estar observando la ciudad, el joven llamado Naruto se dispuso a darse vuelta y marcharse para cumplir su meta o más bien su objetivo. Pero lo primero, tendría que pensar quién sería su víctima que le daría el pase de oro hacia su victoria.
—Creo que lo primero que tengo que hacer es investigar a estos malditos desgraciados y después are un plan, para ver cómo me deshago de ellos, si eso es lo más común —término de decir para después marcharse del lugar, con su plan en mente.