—Elia se desplomó contra su pecho, aferrándose como si no quisiera ver lo que estaba sucediendo a su alrededor —dijo Reth. Él la sostuvo, asegurándose de que Lucan se hubiera ido realmente y no representara una amenaza más. Siempre lamentaba la pérdida de un Anima. Pero Lucan los había atacado, había ido a por Elia, sin intención de piedad. Reth no tenía remordimientos. Solo rezaba para que ella llegara a entender que era matar o ser asesinada. Por ahora, todo lo que veía era un cuerpo sangrante en las manos de su pareja, o mejor dicho, en sus dientes. Sabía que ella luchaba con la brutalidad del Anima en estas situaciones. Celebraba su corazón tierno y la manera en que se inflamaba con pasión por él. Pero no lamentaría eliminar una amenaza muy real hacia ella.
Los aullidos se habían elevado afuera, respondiendo al llamado de los lobos que habían escuchado en el edificio. Reth miró a Brant, quien suspiró y negó con la cabeza.
—Pronto estarán aquí —murmuró Reth.
Brant asintió.
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