Capítulo 31: Una sorpresa especial para Axel
Narra Mía
Estaba sumergida en mis pensamientos, pensando en qué regalarle a Axel, cuando Samanta, una de mis compañeras, se acerca a mí en este lunes soleado.
- ¡Mia! - exclama Samanta, emocionada.
- ¿Dime, Samanta? - pregunto, curiosa por saber qué le trae tanta alegría.
- ¡Sabes qué, Mia? El miércoles es el cumpleaños del director Axel! - dice Samanta, con una sonrisa radiante.
- ¡Oh, vaya! Gracias por recordármelo, Samanta. No puedo creer que se me haya olvidado - respondo, sintiéndome un poco avergonzada.
- Bueno, estamos planeando hacerle un pequeño festejo al Director y, como eres la presidenta del consejo estudiantil, nos preguntábamos si querías colaborar con algo - comenta Samanta, esperando mi respuesta.
- ¡Claro que sí! Será un honor ayudar. ¿En qué puedo contribuir? - pregunto, entusiasmada por la oportunidad de mostrar mi aprecio hacia Axel.
- Sería genial si pudieras traer un regalo o algún detalle especial para él. Algo que demuestre cuánto lo valoramos como director - sugiere Samanta, con una mirada llena de expectativa.
- ¡Por supuesto! Me aseguraré de encontrar algo especial para él. No puedo esperar para ver la cara de sorpresa de Axel - respondo, con determinación.
Ahora tengo dos días para encontrar el regalo perfecto y hacer que el cumpleaños de Axel sea inolvidable.
Cuando terminó la jornada de clases, fui a buscar a Manuel a su escuela. Lo recibí con una sonrisa y lo llevé a casa. Una vez en casa, lo bañé, le cambié el uniforme escolar y preparé su merienda favorita.
Nos divertimos mucho jugando juntos, riendo y creando recuerdos especiales. Después de jugar, cenamos juntos y lo llevé a su habitación para que pudiera descansar.
Al día siguiente, realicé mis actividades en casa. Me bañé, me arreglé y luego desperté a Manuel para desayunar juntos. Disfrutamos de un desayuno tranquilo y alegre antes de comenzar el día.
Después de desayunar, lo llevé a la escuela y me dirigí a la mía. Cuando terminó la jornada escolar, fui a buscar a Manuel y lo dejé con Axel, quien se ofreció a cuidarlo mientras yo iba al centro comercial.
En el centro comercial, estuve buscando camisas, pantalones y zapatos. Me di cuenta de que no tenía ni idea de la talla de Axel, lo cual me hizo sentir un poco tonta. Sin embargo, recordé que hay algo que no requiere conocer la talla: las corbatas. Decidí entrar a la sección de corbatas y elegí una que me pareció perfecta para Axel.
Mientras sostenía la corbata en mis manos, pensé en lo emocionado que estaría Axel al recibir este regalo. Me sentí feliz de poder sorprenderlo y mostrarle cuánto lo aprecio.
- ¡Axel va a amar esta corbata! - me dije a mí misma con una sonrisa.
Después de hacer mi compra, regresé a la Casa de Axel para recoger a Manuel. Cuando llegué, encontré a mi hermano Manuel riendo y disfrutando de su tiempo con Axel. Era maravilloso verlos interactuar y sentir la alegría que emanaba de ellos.
- ¡Hola, chicos! - dije con una sonrisa al entrar.
- ¡Mía! ¡Mira lo que Axel me enseñó a hacer en el juego de video! - exclamó Manuel emocionado.
- Wow, eso es genial, Manuel. Parece que se están divirtiendo mucho juntos - respondí, admirando la conexión que habían formado.
Después de unos minutos de conversación y risas, llegó el momento de despedirnos. Me acerqué a Axel y le agradecí por cuidar de Manuel.
- Axel, muchas gracias por pasar tiempo con Manuel y cuidarlo. Significa mucho para mí que se lleven tan bien - le dije sinceramente.
- No hay de qué, Mía. Manuel es un chico increíble y me encanta pasar tiempo con él. Estoy feliz de poder ayudar - respondió Axel con una sonrisa cálida.
Después de despedirme de Axel, Manuel y yo nos dirigimos a casa. En el camino, Manuel no podía contener su emoción por el cumpleaños de Axel que se acercaba.
- Mía, ¿crees que a Axel le gustará el regalo que le compraste? - preguntó Manuel, con ansias de sorprender a Axel.
- Estoy segura de que le encantará, Manuel. Hemos elegido algo especial para él. Verás su rostro lleno de alegría cuando lo reciba - le respondí, transmitiéndole confianza.
Llegamos a casa con la emoción en nuestros corazones, listos para celebrar el cumpleaños de Axel y hacer que sea un día inolvidable para él.
Acaricié suavemente la cabeza de Manuel mientras lo arrullaba en su cama y luego regresé a mi propio cuarto.
- Listo, ya tengo todo preparado. Solo falta esperar hasta mañana - me dije a mí misma, llena de emoción, antes de acostarme y cerrar los ojos.
Al día siguiente, en la escuela, Samanta se acercó a mí con curiosidad.
- ¿Le compraste un regalo al director? - preguntó, intrigada.
- Sí - respondí con una sonrisa en mi rostro.
- ¿Y qué le compraste? - preguntó Samanta, ansiosa por saber.
- Una linda corbata - dije, sin poder ocultar mi entusiasmo.
- ¡Oh, genial! Se te ven los ojos brillantes, estás muy emocionada - comentó Samanta, notando mi expresión radiante.
- Estoy bien, solo espero que le guste - respondí, con una sonrisa llena de expectativa.
El festejo se llevaría a cabo en el auditorio de la escuela. Samanta se aseguró de que todos tuviéramos nuestros regalos listos.
- ¿Todos tienen sus regalos? - preguntó, obteniendo una respuesta unánime de afirmación.
- Perfecto, gracias a todos por su colaboración - agradeció Samanta, emocionada por la sorpresa que estábamos preparando.
En ese momento, Axel entró al auditorio y todos gritamos al unísono: ¡Sorpresa!
- No se hubieran molestado - dijo Axel, con una sonrisa de sorpresa y gratitud en su rostro.
Me acerqué a Axel con cautela, tratando de parecer seria.
- Señor Director, ¿puedo hablar un momento con usted? - pregunté, intentando mantener la compostura.
- Por supuesto, señorita - respondió Axel, curioso por saber qué tenía que decirle.
Salimos afuera del auditorio, buscando un poco de privacidad.
- ¿Qué pasa? - preguntó Axel, mostrando interés.
- Acepte esto, por favor - dije, entregándole una caja de regalo.
- Mía, no tenías que regalarme nada - expresó Axel, con una mezcla de sorpresa y gratitud.
- Ábrelo - le pedí, con una sonrisa llena de emoción.
Axel abrió el regalo y sus ojos se iluminaron al ver la corbata.
- Es muy linda - me miró con ternura.
- Me gustó mucho y pensé que te quedaría muy bien - dije, sonriendo con orgullo.
La corbata era de un hermoso color bordo.
- Gracias, amor - me besó en la mejilla. - Me encantó.
- Me alegra que te haya gustado - respondí con una sonrisa radiante.
- Sin duda, esta será mi corbata favorita - afirmó Axel, con una sonrisa de complicidad.
- Señor Director, será mejor que regresemos al auditorio. Tenemos que partir el pastel - le dije, con una sonrisa pícara.
- Bueno, vamos a entrar - respondió Axel, emocionado por continuar la celebración.
Regresamos al auditorio, donde todos se divertían contando anécdotas graciosas, disfrutando de la comida, riendo y compartiendo momentos especiales.