—¡No puedo esperar el momento en que Gid y Vera lleguen! —exclamó la reina Beatriz con una palmadita feliz mientras terminaban su cena.
—Tu deseo pronto se cumplirá, querida mía —le dijo el rey Belial indulgentemente mientras acariciaba el dorso de sus manos y la sonrisa de Beatriz se ensanchaba.
—Cierto. ¿Y todavía tenemos tiempo, verdad? ¿Esposo mío?
—¿Tiempo...? —El rey Belial se preguntaba para qué quería su esposa tiempo para hacer algo.
—Para la boda de Gideon y Vera, ¡por supuesto!
Evie y Gav enfocaron sus miradas en el rey que ahora parecía un poco sorprendido. Obviamente, no esperaba eso.
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