Mientras tanto, León y sus camaradas, quienes fueron encargados de recibir a los rezagados, finalmente se estaban aproximando al portal donde Zanya y las otras faes de luz los esperaban.
Su corazón latía con fuerza dentro de su caja torácica, y no era por la velocidad de su viaje. Sabía que era por ella... por Zanya. Porque finalmente iba a verla cara a cara otra vez. No había pasado tanto tiempo desde que la dejó en esa cueva, pero ya sentía como si hubieran pasado meses o incluso años desde la última vez que la vio.
No podía creer cuánto la había echado de menos hasta ahora. ¿Ella lo extrañaría tanto también? No podía evitar preguntarse cómo reaccionaría ella cuando finalmente se reunieran físicamente.
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