—Todo en lo que podía pensar Qiao Lian era si el gesto de Shen Liangchuan de buscarla especialmente para consolarla significaba que le gustaba —se preguntó ella.
Como resultado, ya no prestaba atención a la charla incesante de Fan Jie.
Finalmente despidió a Fan Jie después de mucho esfuerzo. De camino a la agencia de noticias, su corazón comenzó a latir rápidamente y sus mejillas se quemaban incontrolablemente cada vez que pensaba en Shen Liangchuan.
No pudo evitar bajar la cabeza. Después de pensar por un momento, tomó su teléfono y envió un mensaje de WeChat a Shen Liangchuan:
—¿A qué hora sales del trabajo esta noche?
Envió el mensaje y procedió a entrar en la agencia de noticias.
En el momento en que entró, se encontró con Su Meimei.
Como si estuviera mirando a una enemiga, la miró fijamente a Qiao Lian con ojos rojos. Esa mirada hizo que Qiao Lian se preguntara si había hecho algo tan despreciable.
Estaba pasando junto a Su Meimei con calma cuando la escuchó decir:
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