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Capítulo 2. Un día normal pero extraño

El mundo se iluminó una vez más al igual que lo hace todos los días, dando la bienvenida a un nuevo amanecer en esta era primitiva y llena de vida.

Dan despertó temprano en la mañana gracias a los diversos ruidos de bestias que surgieron a su alrededor, como habitualmente lo hacía todos los días, abrió los ojos y se levantó, y aún no completamente despierto, salió a buscar algo de comer temprano en la mañana entre los restos de la caza del día anterior.

Sin embargo, de camino a su escondite de comida se detuvo en seco, de repente sintió una sensación extraña, como si algo se hubiera fusionado con su cuerpo y a la vez como si hubiera olvidado algo que no entendía, pero justo cuando se detuvo a pensar más a fondo al respecto la sensación se desvaneció como si nunca hubiera sucedido.

Para confirmar que no se hubiera olvidado de nada, comenzó a recordar todo lo que podía, resumiendo todo lo que había vivido en su corta edad.

Dan tenía 12 años, vive sólo en una cueva temporal que encontró en su caminata hace una semana, donde decidió asentarse en la cueva por unos días en lo que descansaba un rato de tanto caminar por la naturaleza.

Aunque actualmente se encontraba sólo en este mundo, no siempre fue así, al principio vivía con sus padres, una pareja bastante normal y que salía a cazar y recoger comestibles todos los días para poder sobrevivir día con día, ambos era bastante protectores con su hijo, y aunque su amor era un poco tosco, Dan los amaba mucho y también se sentía querido por ellos, pero en este mundo no todo es color de rosa, cuando tenía 8 años, sus padres salieron a cazar bestias para alimentarse como lo hacían todos los días, sin embargo, nunca regresaron.

Ese día Dan esperó todo el tiempo en su cueva a que llegaran sus padres, pero incluso cuando llegó el anochecer ellos no regresaron. Aunque solo tenía 8 años, Dan supo de inmediato que sus padres habían muerto porque ellos siempre lo educaron desde chico que, en este mundo, la vida era algo muy fugaz, la gente podía morir muy fácilmente por un simple error y aunque los humanos eran bastante audaces, no podían ir contra la naturaleza.

Aunque Dan sabía todo eso, solo era un niño de 8 años por lo que se quedó dormido mientras lloraba toda la noche, al amanecer se armó de valor y salió a buscar a sus padres, aunque no estuvieran vivos, aún quería verlos y despedirse adecuadamente de ellos, después encontró marcas de bestias y de lucha junto con los cadáveres de sus padres, Dan los recogió e hizo arreglos para su entierro, despidiéndose de ambos y jurando con todas sus fuerzas que viviría una buena vida en este mundo salvaje, en ese momento Dan maduro un poco más a pesar ya ser bastante maduro para su edad.

Después de esa experiencia, Dan se volvió más cauteloso y siempre estaba en un estado de alerta cada que tenía que caminar por el mundo o al esconderse en algunas cuevas como lo hacía en este momento.

En el mundo en que vivía abundaban las bestias salvajes, pero no eran cualquier tipo de bestia, ¿Podría una bestia normal tan alta como un edificio de 8 pisos ser cualquier tipo de bestia? Este mundo estaba infestado de bestias gigantes contra las cuales el ser humano tenía que enfrentarse para poder sobrevivir, sin embargo, no todo estaba perdido, el aire natural junto con la carne y plantas llenas de energía con las que se alimentaban los seres humanos podían proveer a la humanidad con una fuerza lo suficientemente alta como para poder cargar rocas de 2 toneladas con la mano como si fuera una pelota, aunque por supuesto, esto por sí mismo no era suficiente para hacer frente a la miríada de bestias que existen en este mundo y solo alcanzaba para poder sobrevivir y obtener alimento de bestias más pequeñas que el promedio.

Las personas no tenían una residencia permanente y mucho menos algo que llamar hogar, todos viajaban de un lado para otro en busca de alimentos con el fin de sobrevivir un día más, a veces viajaban solos y a veces en grupos, esta última opción era mucho más común que viajar solo, porque viajar de manera solitaria era bastante peligroso, uno solo podía confiar en sí mismo para sobrevivir en la naturaleza, la gente que viajaba en grupos se conformaba comúnmente de 20 a 50 miembros, que generalmente estaban unidos por lazos familiares, frecuentemente se quedaban en cuevas, o en épocas de calor, establecían un asentamiento temporal al aire libre.

En los grupos cada quien tiene su propio rol que desempeñar, los más importantes eran los que aportaban más a la supervivencia del grupo, generalmente atribuido a los cazadores más hábiles que traían alimento, o a personas especiales que lograron despertar poderes de la naturaleza, comúnmente llamados hechiceros, ellos también salían a cazar junto con los cazadores y gracias a sus poderes podían obtener más alimento que el promedio, también están los curanderos, que gracias a sus métodos con las plantas han aprendido a curar a la gente más rápido de lo normal, siguen los ancianos que, a pesar de las dificultades presentadas por el mundo, han logrado sobrevivir hasta ahora y poseen una vasta experiencia en muchos campos, ellos se encargan de solucionar problemas en el grupo y tienen el deber de pasar el conocimiento a las generaciones más jóvenes con el fin de mantenerlo transmitido de generación en generación.

Las mujeres y los hombres aportan por igual a la supervivencia del grupo y se dividen las tareas a realizar entre todos, lo más común es que las mujeres se encarguen de cuidar y enseñar a los niños, buscar frutos, capturar animales pequeños y también se les asigna el deber de mantener el fuego debidamente encendido además trabajar con las pieles de animales para proveer de ropa al grupo en su totalidad, siendo de gran utilidad en tiempos de frío. Los hombres, por otro lado, tienen el deber de salir a cazar todos los días para traer carne a sus mesas y sus familias, son los encargados de fabricar herramientas de piedra y defender el grupo, todos se enseñan y cuidan unos de otros.

Dan pasó los siguientes 4 años poniendo en práctica lo que aprendió de su padre para sobrevivir en la naturaleza, recolectando frutos y plantas comestibles para mantenerse alimentado y escondiéndose constantemente en cuevas o bajo piedras para protegerse del frío y bestias por las noches, cuando su ropa estuvo lo suficientemente desgastada como para apenas protegerlo del medio ambiente, que fue 1 año después de la muerte de sus padres, se armó de valor para cazar su primer bestia que, aunque era un "pequeño" conejo de 1 metro y medio sin casi ningún tipo de capacidad de lucha, aún era la primera vez que Dan cazaba algo en su vida por lo que estaba extremadamente nervioso momentos antes de salir a cazar.

Afortunadamente pudo encontrar un conejo solo en medio de la selva, aún estaba iniciando el día por lo que estaba comiendo algunas plantas que encontró por ahí.

Después de acechar al pobre animal por un tiempo, Dan se acercó sigilosamente por detrás sosteniendo una gran roca con una punta afilada, acto seguido golpeó la nuca del animal con todas sus fuerzas, golpeó y golpeó hasta que el animal dejó de forcejear y moverse confirmando así que estaba muerto, Dan instantáneamente se alegró de haber logrado obtener carne para comer y algo de piel de conejo para vestir.

A partir de entonces y en los próximos 3 años siguió vagando por el mundo buscando alimentos en cada lugar al que llegaba, mayormente recolectando frutos y sólo ocasionalmente se armaba de valor para cazar algún animal desprevenido que se encontraba en raras ocasiones.

Y de esa manera llegamos al presente, Dan siguió haciendo memoria y no pudo encontrar algo de lo que se haya olvidado o que no recuerde con claridad, lo único extraño es que cuando recordaba los árboles gigantescos que ha visto a lo largo de los años cuando viajaba por el mundo junto con las bestias enormes y plantas carnívoras tenía una sensación de emoción y expectativa que nunca había sentido antes cuando viajaba continuamente.

Siendo así, siguió caminando hasta encontrar un palo donde estaba colgado un pedazo de carne de conejo que quedó de la caza de ayer donde por suerte se encontró con uno bastante distraído mientras comía.

La única manera que tenía de comer carne era asándola sobre el fuego, algo que su padre le enseñó junto con la técnica para encender fuego, Dan recuerda el momento en que aprendió a hacer fuego por primera vez porque estaba muy emocionado y se sentía como si fuera uno de esos hechiceros de los que su padre le habló, la técnica consistía en golpear dos rocas bastante duras entre sí junto a unos hongos que, según su padre, crecían sobre los troncos de los árboles y servían para que cuando la chispa resultante entre las dos rocas se generara, cayera sobre los hongos lo que provocaba que se incendiaran con bastante facilidad y a partir de ahí, con ramas secas mantenían el fuego encendido.

Dan comenzó a azar la carne sobre el fuego, dándole vueltas lentamente para que quedara asado uniformemente, sin embargo, cuando estaba llevando a cabo este proceso de repente sintió que le faltaba sal, aunque él no sabía que era la sal, aún sintió ganas de ponérselo a la carne, parecía un pensamiento meramente al azar, pero aún sintió que era extraño y como no pudo averiguar el motivo de tal pensamiento, decidió dejarlo de lado y concentrarse en lo más importante en este momento: Comer.

Después de comer salió a recolectar frutos y algunos hongos para encender el fuego, necesario para iluminar su cueva por las noches y alejar algunos insectos pequeños que rondaban su lugar.

Se alejó de su cueva que estaba escondida detrás de algunos arbustos hasta entrar en una región llena de frondosos árboles de 60 metros de alto, cabe decir que la vista estaba llena de color, con rayos del sol impregnando toda el área, colándose entre las hojas mostrando así pequeños rayos de luz que, junto con la niebla matutina de la selva dejaba ver un paisaje hechizante, por desgracia Dan no apreciaba la vista, o es mejor decir que para él era algo normal que veía todas las mañanas.

Se apresuró a recoger algunas bayas comestibles junto con algunos hongos de las cortezas de los árboles, luego los guardó en una especie de bolsa que hizo a partir de la piel del conejo.

Regresó a su cueva cuando hubo recolectado lo suficiente para el día entero y la mañana del día siguiente, así era como siempre lo hacía y ya se había convertido en un hábito. Y así pasó todo el día limpiando la piel del conejo que obtuvo ayer y colgándola de las paredes para secarla y obtener material para más bolsas o para cubrirse por las noches.

Una vez llegada la noche se dispuso a dormir, extendiendo las pieles de animal por el suelo junto a la fogata, apagó el fuego y se acostó completamente cubierto de pieles.

Esa noche fue bastante extraña para Dan, aunque estaba durmiendo, sintió como si de repente viera cosas que claramente no había experimentado nunca antes y aunque era borroso, algunos fragmentos se colaron en su mente dándole algunas ideas que anteriormente nunca había tenido, pero conforme pasaba el tiempo todo se volvió más y más borroso hasta que no pudo recordar casi nada.

"Explo… rar… Quiero… sa… lir… zzZ" Habló en sueños.

Durante toda la noche Dan se movió de un lado a otro dentro de su cueva, pero a pesar del movimiento siguió durmiendo todo el tiempo, después de todo aún era un niño y tenía que dormir bien para crecer sano y fuerte.

Cualquier consejo es bien recibido

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