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Un curioso y mal pensamiento

Edad media, 977 A.C.

Varias voces hablando al mismo tiempo, eran lo más recurrente dentro del bar de Algory, un bar que estaba acostumbrado a recibir vistas de cazadores, ladrones, o simplemente gente que buscaba ahogar sus penas en alcohol. Pero algo hizo que las voces se callen por unos instantes. Una presencia que había entrado al bar.

Un chico con pelo castaño, y ropa de cuero, algo extravagante, pero discreto. Aquel chico sentía las miradas clavas en el, ¿Y como no tener las vistas encima de aquel muchacho? Si uno de los ladrones más buscados, William Zaharie.

William, mira a su alrededor, percatandose de la miradas, solo se dispuso a sentarse en unas de las mesas, viendo como uno de los camareros se acercaba con cierto miedo a William.

-Buenas noches- Murmuró el camarero, con miedo en sus voz

- ¿Que gusta tomar?-

William, miro a aquel camarero, que estaba casi temblando ante su presencia, así deja salir un suspiro de su boca, y con una voz suave y fría, dice:

-Calmate...no haré nada esta noche- Dice Willim, mientras agachaba la cabeza, algo frustado -Solo quiero una botella de su mejor whisky-

Estas clases de situaciones ya eran irritables para William, a cada bar que hiba, siempre llamaba la atención, pero aun así, no se podía acostumbrar.

Aquel camarero solo asiente con la cabeza, y apura su paso a la sección de licores, donde empieza a buscar uno de los mejores que tenían.

William, sentía como las miradas se empezaban a calmarse, y la ola de voces hablando al mismo tiempo empezaba a manifestarse una vez más. Para William, era algo que lo calmaba, sabiendo que ya no estaba llamando mucho la atención como lo hacía hace  algunos instantes.

El camarero, dejo el whisky en la mesa, y tan pronto como lo hizo, se va lo más rápido posible, cosa que William noto, pero para el, ya era costumbre que la gente reaccione de esa manera a su presencia. Dio un pequeño suspiro, y empezo a tomar de la botella de whisky.

Mientras disfrutaba de la noche, y de la botella de whisky, no pudo evitar escuchar una pequeño conversación entre 2 ancianos.

-La historia cuenta, que en la cima de la montaña prinstoy, hay una cueva, donde hay un enorme suma de oro- Aquel viejo, tomo un pequeño respiro antes de seguir contando su historia -Pero se rumorea, que adentro de aquella cueva, hay un dragón...que cuida el tesoro con avaricia. Todos aquellos cazadores que fueron a averiguar si la leyenda es cierta, no volvieron con vida- El anciano finaliza el relato, tomando un sorbo de su vaso.

El otro anciano, solo escuchaba a su viejo amigo, con intriga y curiosidad.

Ante la conversación de los ancianos, William chista un poco, mientras daba otro trago en la botella, cuestionando si la leyenda es cierta. Su mente se nubla con un solo pensamiento, el de aquella leyenda. Pensándolo detenidamente, William llega a la conclusión que ir a revisar si la leyenda es cierta, no le haría nada de daño, y si aquel relato era cierto, podría llevarse un poco de aquel tesoro.

Así que, ni muy lento ni muy perezoso, William paga la bebida, y se dirige a su casa, donde recoge un equipo para poder trepar aquella montaña, y también recoge una bolsa de cuero bastante grande, donde depositaria un poco de aquel tesoro.

William sale de su casa a mitad de la noche, empezando a caminar lentamente por el pueblo, camino a la montaña. Mientras caminaba por el pueblo donde se había criado, las miradas se empezaban a manifestar una vez más, cosa que hizo que se sintiera algo incómodo, ya que en esta situación, estaba en la calle, no el algún de lugar cerrando.

Las miradas cesaron cuando William se detuvo delante de un extenso bosque, que llevaba a la montaña. Dio un pequeño vistazo a la gran fila de árboles que conformaban el gigantesco bosque, y empezó a caminar, adentrándose dentro de aquel bosque, determinado a averiguar si la leyenda es cierta.

William camino durante toda la noche, y tarde del siguiente día, hasta que se dispuso a descansar cerca a de un árbol, donde puso sus cosas, y enciendo una fogata. El observaba el cielo estrellado,  y cuanto se había alejado del pueblo. Pero aun así, estaba adentro del bosque. Segun los cálculos se William, estaba por la mitad del camino.

Mientras observaba sus alrededores, su estómago rugio como un león, indicándole que tenía hambre, así que saco de una bolsa de cuero pequeña, un pequeño cuchillo bastante filoso, hecho a mano por el mismo.

Mientras William caminaba en busca de algún animal dormido, se encuentra con un pequeño grupo de lobos, que, sin dudarlo, empezaron a rodear a William. El solo analizo la situación, buscando al alfa de la manada, y una vez localizado, se abalanza contra aquel lobo, cortandole el pescuezo de un solo tajo con su cuchillo.

El lobo, le había hecho algunos rasguños leves. William se levantó, con la cabeza del lobo en manos, mostrándosela a los demás lobos, en señal de advertencia.

La manada, al ver la cabeza de su alfa cortada y en manos de William, se disponen a alejarse. William ve el cadaver de aquel lobo que había matado hace unos instantes, pensando si debería de comerlo. Después de pensarlo un poco, el levanta el cadaver muerto del lobo, y lo lleva donde estaba su fogata, donde empezó a cortar por partes al lobo, y empezó a cocinarlo.

Mientras William comía, observaba la noche callada y bella que le ofrecía la naturaleza. Era como un calmate para William, sentir la paz y que nadie lo juzgue era algo renovador para William. Después de comer a aquel lobo, William se acomoda alado del árbol, dejando repasar su cabeza, y quedándose dormido.

William se despierta a la mañana siguiente por los ruidos de los pájaros. Toma sus cosas y se dispone a seguir su camino tranquilamente, mientras observaba a sus alrededores con curiosidad.

William se detiene delante de su último obstáculo, trepar la montaña para llegar a la cima. Sin ningún tipo de protección, se dispone a trepar, llendo algo lento, ya que era la primera vez que trepaba alguna montaña. El reposa en una de las partes sobresalientes de la montaña, donde puede reposar un poco de la escalada que tuvo hace algunos intentes.

William escucha un ruido de agua fluyendo, asi que se dispone a caminar hacia el ruido, donde ve una pequeño cascada de agua cristalina, que hizo que William se acercara de inmediato, tomando desesperadamente de aquella pequeña cascada de agua. William se sentía lleno por tomar aquella agua, asi que se sienta alado, y se pone a reposar un pequeño momento antes de seguir escalando.

William da inicio otra vez a la escalada, esta vez con un ritmo más acelerado, ya que se había acostumbrado a aquella montaña. El se detiene al ver que llego a la cima de la montaña, viendo una enorme entrada que daba a una cueva oscura, cosa que hizo que William abriera grandemente los ojos al ver que aquella leyenda era verdad. Pero el no canto victoria aún, una cueva no comprobaba nada todavía, así que, con una antorcha en mano, entra a la cueva, aventurandose a lo profundo de la misma.

William explora la cueva, observando algunos cadáveres en el suelo, cosa que daba algo de miedo en William, pero eso solo hacía que la esperanza de encontrar un tesoro aumentará.

William, se detiene al ver una gran montaña de oro delante de el, pero no sólo de monedas, si no también de vasijas, rubíes, collares, anillos, y miles de cosas de oro. La cara de William se ilumino de inmediato al ver la cantidad de oro ante sus ojos, asi que, sin pensarlo 2 veces, el empezo a llenar la bolsa de cuero que había llevado específicamente para el tesoro.

Pero, un sentimiento de miedo recorrió todo su cuerpo al ver una sombra gigante formándose detrás de él, era aquel dragón que contaba la leyenda. William se giro lentamente, observando la temible presencia de aquel dragón. Era un dragón de escamas negras, con un toque de escarlata, los cuernos eran enormes y sus ojos era color dorado, igual que las monedas de su gigantesco tesoro.

Aquel dragón solo se limito a ver a William, pero al ver que el se estaba llevando el tesoro, dejó escapar un feroz gruñido, que resonó en toda la cueva. William se había hechado para atrás, cayéndose arriba de la gigantesca montaña de oro.

William, al ver que cayó en la montaña de oro, puso un pequeño plan en marcha. Se adentro dentro del oro, haciendo que el dragón lo pierda de vista casi de inmediato. Aquel dragón, al ver que William se había metido dentro de su tesoro, empezo a derrumbar todo, en busca de William.

Los movimientos del dragon hace que casi toda la cueva tiemble, y que las montañas de oro alrededor  caigan también. El dragón se desespera por no poder encontrar a William, hasta que lo ve, debajo de todo ese oro, moviéndose como un pez debajo del agua.

El dragón mete sus garras dentro del montículo que se estaba moviendo, sacando a William, que estaba con varias fichas de oro, y joyería encima de él, cosa que dragón noto, y hizo que su mirada asesina se calme un poco, mirandolo fijamente.

El dragón ve con deseo a William, viendo que todo el oro que tenía encima hacía que se viera bastante atractivo a sus ojos, asi que, sin pensarlo dos veces, el murmura algo

-Brillante...- Murmuró aquel dragón, mirando embobado a William

William se limito a ver al dragón con miedo y curiosidad

-¿Q-que?- Dice William, mientras se calmaba, observando la actitud del dragón.

El dragón baja a William, y se sienta delante de el, agachando su cabeza, y acercándose a su oído.

-Dije que eres brillante...- Susurra otra vez el dragón, pero esta vez en el oído de William

El dragón se aleja un poco para ver la cara de William, esperando a ver la respuesta o reacción de William.

-B-brillante...? ¿Yo o el oro que tengo a mi alrededor?- Pregunta William, aun sin apartar su vista del dragón.

El dragón se limita a dar un pequeño suspiro delante de William, que hizo que el pelo del chico se moviera. El dragón, nuevamente, se acerca una vez más a William, pero esta vez murmura en un tono frío.

-Ambos...pero ante mis ojos, tu brillas más que cualquier reliquia en mi colección- El dragón se aleja un poco una vez más, mirandolo a los ojos a William -Te quedaras en esta cueva, como una de mis tesoros más preciados, ¿Entendido?- Dice aquel dragón, sin ningún tipo de vergüenza alguna.

William mira al dragon, confundido y algo temeroso.

-¿Disculpa? Yo no soy ningún tipo se objetó para que me tengas aqui- Expreso William, en un tono de molestia.

El dragón, vuelve a su mirada de enojo, y su tono de furia

-Escucha una cosa- Dice el dragón enojado, mientras tomaba a William contra su voluntad y lo dejaba arriba de una montaña de oro, como si se tratara de un trofeo -Tu te comportaras cuando te dirigas a mi, y no me importa tu opinión, si yo digo que te quedas como uno de mis tesoros, es por que te quedas como uno de mis tesoros- Aquel dragón resoplando una vez mas, pero esta vez, su aire era caliente.

William quería decir algo, pero antes de que pueda decir alguna palabra, el dragón le hecha una mirada asesina, mostrandole sus colmillos. William, al ver la actitud del dragón, el solo lo mira, y asiente con la cabeza, mostrando algo de sumisión ante el dragón.

-Bien, asi me gusta. De ahora en más, serás mi tesoro más preciado en esta basta colección, serás admirado y acariciado por mi, serás mío- El dragón deja salir una pequeña sonrisa maliciosa mientras se acostaba alado de la montaña de oro, donde estaba William.

William, ya no sabia que hacer, era prisionero de un dragón. La anochecer se hace presente, aquel dragón estaba cubrieron la única salida de la cueva con su enorme cuerpo, y cualquier intento de escape sería frustado por el dragón. William siente demasiada frustración ante la situación, pero da un suspiro, y se acomoda en la cima de la montaña de oro, pensando que mañana podría hacer algún plan de escape.

Pero algo que no sabia William, que aquel dragón, no lo dejaría nunca...