En el Mundo Xuanhuang también existían las Arcas de Batalla. No obstante, las Arcas de Batalla de allí eran muy diferentes a las del otro lugar.
Esa diferencia radicaba en términos de su naturaleza intrínseca, y no era algo que pudiera ser comparado.
Los ríos y las montañas pasaron como un rayo en un instante. Con cada parpadeo, parecían estar atravesando otro mundo. Lin Fan se quedó allí en silencio sin hablar y sin moverse. Simplemente estaba experimentando la inmensidad del mundo.
Teniendo en cuenta su fuerza, si ese fuera el Mundo Xuanhuang o el Mundo Santo Ancestral, podría abarcar el mundo entero con un solo pensamiento.
Pero, esa Península Eterna era tan sine die enorme que ni siquiera podía alcanzar sus límites. Las Leyes del mundo allí eran mucho más refinadas y completas que los mundos en los que Lin Fan había estado.
Para cualquier ser poderoso, aquel era un lugar similar al Paraíso.
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