Frente a un gran acantilado 2 figuras se paran y observan el abismo que forma el precipicio, los cielos están oscurecidos, nubes negras opacan la luz radiante y los truenos a la distancia camuflan el ruido agradable de las gentiles brisas.
Parece que va a llover, está chispeando de todas formas así que no era algo difícil de adivinar, las temperaturas allí son gélidas ¿Caerá granizo? Es lo más probable, de entre las horripilantes nubes escapa la primera gota de lluvia, cae a grandes velocidades, al final no será granizo, pero.... Tampoco parece ser agua.
Un hombre de mediana edad con pintas de facineroso cae a toda velocidad hacia el lugar más profundo del temible precipicio; el condenado grita; llora; gimotea; pide clemencia por su pobre alma; pero al final se pierde en las profundidades, olvidado por aquellas dos figuras.
Esa era la primera gota, los cielos parecen tener más en su haber, se avecina tormenta y las figuras lo saben, entonces observan los alrededores, es un lugar salvaje, las manchas de sangre seca parecen haberse fusionado con el entorno, enormes bestias de proporciones épicas vagan por allí sin prestar atención a nada en especial, pero fijándose un poco en todo, al este hay un océano de cristal, al oeste una selva que junta todos los climas, al norte pasando por el gran acantilado están las más majestuosas y altas montañas y al sur la entrada a una gran cueva cuya oscuridad no solo hace el interior impenetrable para la vista sino que también oscurece el entorno.
Cuando la tierra no pueda almacenar más pecadores se condensará y los obligará a sobrevivir, deberán esforzarse, usar sus tácticas más sucias y efectivas para hallar un poco de justicia para sus almas que estarán sentenciadas a observar el fin del mundo, el limbo es una representación del final ¿Quién logrará ascender? ¿Quién deberá de descender? ¿Quién será purgado por las temibles bestias? Hoy no es día para pensar en eso, se avecina tormenta por lo tanto no habrá ni ascenso ni purga, solo un montón de desgraciados que encontrarán su retribución en los círculos infernales.
—¿Lo entiendes no?—Dice la primera figura sin apartar la mirada de los pecadores ni por un momento.
—Si, puedo ver el funcionamiento de la balanza—Decía con determinación en su voz.
—De entre todas las cosas que nos ha dado Dios las mejores son la verdad y la justicia, un mundo ideal es un mundo de gente honesta y un mundo ideal es un mundo con gente justa—Estaba totalmente convencido de lo que decía.
—Algunos ignorantes pensarán que la justicia solo tiene una forma pero....
—Exacto, justicia es aquello que te mueve a sobrevivir, justicia es actuar acorde a tus pensamientos sin pecar de hipócrita, justicia es aquello que te conviene y hace feliz a tus congéneres, la justicia es ciega pero mantiene sus ojos abiertos debajo de la tela, ahora, el máximo exponente de verdad y justicia, nuestro Dios, te ha creado con el fin de que seas esos ojos abiertos, a partir de hoy cuidarás del limbo y juzgarás a las almas que pasen por aquí.
—Aceptará esta tarea con honor, juzgaré con la misma benevolencia que nuestro señor y castigaré con su misma malevolencia, estoy agradecido con usted, pero más con mi soberano Vastos que me otorgó la vida, cumpliré mi misión como guardián del limbo y símbolo del pacto entre el Dios soberano y El Rey de la Desesperación.
—Estoy complacido por tus palabras, iré a informarle al señor sobre tu buena adaptación, se avecina tormenta, ya sabes que hacer si las ventanas se abren y la lluvia entra a casa.
—Si las ventanas se abren y la lluvia entra a casa cerraré las ventanas aunque el cristal se haya roto y limpiaré el suelo de cualquier inmundicia.
La primera figura asiente con la cabeza, estrecha la mano del guardián del limbo, es un poco escamosa, y desaparece entre tinieblas de color plateado, el guardián se ha quedado solo con los pecadores, los observa inquisitivamente y espera por la siguiente figura que entre al limbo, espera por su siguiente ser para juzgar en orden de eliminar a los pecadores y enviar el más mínimo rastro de maldad a los infiernos, tal y como se ha pactado.
La sala está repleta, los principales de los cielos se reúnen frente a un mismo trono para rendir tributo a un ser, Vastos ocupa el trono de reyes y todos rinden pleitesía ante su presencia, de repente el aire celestial de la sala es inundado por tinieblas plateadas y un ser con túnica y capucha aparece en medio del lugar.
A pesar de que los allí presentes parecen saber quién es están molestos, hasta hacía unos momentos la luz sagrada proveniente de su Dios los estaba bañando en gloria, ahora su mirada se había redirigido.
—Mi lord, el guardián ya tiene clara su misión—Decía al mismo tiempo que se retiraba la capucha.
El rostro del recién llegado tenía facciones finas y perfectas pero era de un tono rojizo más allá de lo normal, su pelo era largo y plateado y sus ojos carmesís, un par de cuernos que ascendían hacia arriba en vez de a algún lado acompañaban a su pelo y unos marcas oscuras parecidas a tatuajes descendían desde su frente hasta debajo de sus ojos y de ahí hasta el cuello, la estatura del ser era difícil de plantear puesto que en vez de estar erguido sobre sus pies flotaba en el aire sin recurrir a magia ni alas.
—Ya veo, has hecho un buen trabajo guiándolo hasta el limbo y explicándole las normas por el camino ¿Hay algo qué desees Arbiel?—Lo miró directamente a los ojos, él estaba sentado en su trono y el mencionado a unos metros de distancia y a una altura menor.
—Pues la verdad mi señor—Agachó la cabeza y puso su mano derecha en el pecho—Lo único que deseo es hacer servir sus órdenes, que dirija sus palabras hacia mi ya es más de lo que cualquier podría pedir, pero eso sí, la semilla de la duda reside en mis pensamientos ¿Por qué diseñó así el limbo?
Los celestiales se miraron entre ellos, la pregunta de Arbiel era interesante, el limbo era un lugar que no había existido hasta hacía poco, Vastos lo había diseñado junto a Suicul, Abaddon y el señor del silencio.
—Bueno...—Rio un poco—Has hecho una pregunta viciosa, podría haber sido de muchos formas y da igual como hubiera sido, como se habrían desechado muchas opciones la pregunta seguiría siendo la misma, no está mal....
—Tener la oportunidad de que nos explique algo a mi y a todos mis compañeros es algo que no quería desperdiciar—Se mantuvo cabizbajo.
Los seres que antes miraron con recelo a Arbiel esta vez lo miraban con ilusión, estaban agradecidos, iban a recibir un regalo sin siquiera haber hecho algo para merecerlo.
—Para explicar esto es necesario que deje claro el concepto—Paseó su mirada por la sala, todos lo miraban con interés—Es un purgatorio, las almas luchan por el más leve destello de esperanza sin darse cuenta del agujero que dejan en sus corazones, están cegados por la luz que trata de guiarlos así que tropiezan mientras buscan respuestas siendo llevados a la locura por las cosas que descubren y aun así recuerdan lo que otros preferirían olvidar para intentar forjarse un destino, quieren salvar las almas de los suyos pero es realmente lamentable que al final ni si quiera pueden salvarse a ellos mismos es por eso que cuanto más intenten ayudar más perderán, incluso si lo arriesgan todo por honor y gloria u ofrecen todo lo que les queda con una compasión sin límites, nadie puede saber cuales serán las consecuencias de sus ´´buenas intenciones´´, es por eso que ni siquiera pueden comprender lo que los llama, ¿Es su sed de conocimiento? ¿Su deber? ¿La venganza? ¿El amor? ¿El orgullo? ¿La bondad? ¿La maldad? Al final no importa, cargan con una tarea que va mucho más allá de ellos mismos y a través de todas las pruebas que les plantea la vida se dan cuenta de que si que existe la posibilidad de llegar a estar a la altura, incluso cuando los nobles de corazón se desesperan y renuncian a sus trabajos temerosos de lo que pueda ocurrir, cuando el último rayo de esperanza desaparece y la oscuridad trata de arrancar sus corazones se mantienen firmes ante la voluntad inquebrantable que inunda su ser y se enfrentan al final aun si han sido olvidados y engañados, pero siempre seguros de ellos mismos, el limbo es un mundo que representa una prueba, los juzgados son los que deberán de demostrar la verdad que hay en ellos, cuando no les quede nada, cuando hayan arrojado todo lo que tenían en orden para prevalecer, estarán totalmente purificados o corruptos, de esa forma siempre se sabrá a donde deben de ir a las almas, ¿Comprendéis porqué se diseño así?—Sentenció.
Sus acólitos se habían quedado sin palabras, había sido revelador, sublime, el limbo era en verdad un campo de justicia, allí no existían las condiciones ni las ventajas, solo el poder y la voluntad, aquellos que lograran comprender la prueba y dieran todo lo que tenían para buscar su justicia serían recompensados, los que no acabarían en medio de la nada, luchando contra nadie para obtener nada, el limbo era en pocas palabras algo parecido al dicho ´´El amor con amor se paga´´.
—Mi lord....—Dijo con voz profunda—Siento si lo que voy a decir está fuera de lugar pero.... Es usted muy benévolo—Le dijo a aquel que era conocido como el Dios malévolo.
—¿Tú crees? Bueno.... El tiempo seguirá pasando y solo las acciones podrán determinar eso—Tras esas palabras todos los presentes en la sala asintieron y tras unos escasos segundos de silencio Arbiel se retiró no sin antes dar una reverencia.
Tras su retirada la ceremonia continuó, habían muchos seres reunidos incluso fuera del templo, quizá se estaban preparando para algo, así como también se preparaban en otro lugar.
Tras unas enormes murallas adornadas con miles de clavos y debajo de un cielo oscuro del cual caen cruces en llamas los pecadores gritan sin cesar tratando de huir, el suelo es resbaladizo y ondulado y a su vez caerse en este es peor que ser punzado por las agujas de mil avispas, el aire es pesado y cierta cantidad de ceniza vaga libremente por él, gárgolas de gran destreza esquivan las cruces en llamas y se encargan de tomarlas para hacerlas caer sobre quien deseen, explosiones atronadoras ensordecen a la multitud privándola de su sentido de la audición y finalmente para aquellos que logran llegar a las murallas las espinas de estas se expanden empalándolos de la forma más cruel vil y despiadada.
6 hermosas damas acompañan a un hombre muy elegante hacia el centro de la ciudad caótica que solo existe en el interior de las murallas, mientras caminan charlan y la sonrisa del hombre no se desvanece en ningún momento, finalmente se paran frente a una gran estructura, una catedral gótica impregnada con el olor del miedo.
Las doncellas portan ropas de estilo similar a la catedral, visten como monjas de atuendos negros y púrpuras, tienen largos cabellos negros colas finas que acaban en pica, cuernos negros de un tamaño mediano y alas negras de textura casi rocosa.
Un sacerdote de ropas oscuras sale a recibirlos y tras una reverencia les pide que entren, una vez en el interior y sin gritos que los molesten comienzan a hablar de verdad.
—¿Qué trae al jinete de la hambruna a nuestro humilde círculo infernal?—Preguntó con un tono coqueto.
—Si.... Usted no se suele mostrar por aquí últimamente, antes nos visitaba más para tomar el té ¿No es así hermanas?—Secundó otra de las mujeres.
—Por favor chicas, el señor Ialdabaoth tiene un papel muy importante, ha de servir a nuestro dueño.
—Ah—Dijeron con tono de enamoradas todas al unísono.
Ialdabaoth no perdió la compostura en ningún momento, lo que es más, se tomo la libertad de analizar la situación, esas mujeres bromeaban obviamente, las erinias no eran del tipo de persona juguetón, pero como ahora gozaban de más tiempo libre gracias a la creación del limbo se habían tomado la libertad de ser así.
—Señoritas—Dijo manteniendo su sonrisa espeluznante—Mi lord Abaddon me pidió que me encargara de esto, él señor tiene cosas más importantes que hacer.
—Oh ¿Podría decirnos alguna noble jinete? Estamos cansadas de escuchar las historias épicas de antaño ¿No hay nada más actual?
—Ja ja....—Se rio lentamente entrecerrando los ojos dándoles así un brillo espectral, parecía que con cada risa la realidad a su alrededor se distorsionaba, causaba interferencias—El mero hecho de estar bajo el mando del señor ya debería de ser suficiente para vosotras, pero como estoy de buen humor os contaré lo que hace mi lord.
Las erinias sonrieron al unísono mostrando sus afilados dientes y sus espantosas miradas de ilusión.
—No está sentado en su trono, desde ahí no podría hacer esto, desde ahí no podría orquestar sus gloriosas acciones, mi señor está haciendo sufrir a la gente, pero no es un sufrimiento normal, va más allá de cualquier razonamiento, escapa a la imaginación y a la demencia, aplasta hasta el último brillo de esperanza y arranca los corazones de los desgraciados con su mano izquierda mientras que con la derecha hace caer sus almas en pena, destruye sus sueños y esperanzas, hace surgir los recuerdos para inundarlos con falsa melancolía, genera torbellinos de emociones y los apacigua de una palmada, aniquila a los obstinados y pisotea sus últimos alientos, les hace entender lo que significa la privación y la soledad, los conecta a la nada y los fusiona con el todo, masacra sus cuerpos, rompe su cordura, destruye su orgullo, mancilla todo lo que fueron y serán, pero.... Todo esto es un regalo, el preludio a la grandeza se entrega con algo oscuro, puesto que aquellos con una voluntad férrea e inquebrantable que logren sobrevivir serán recompensados, cuando se den cuenta de que no existen los elegidos y que lo que marca el destino son sus propias acciones comenzarán a formar parte de algo mayor a ellos, comenzaran a seguir al gobernante de la miseria, al señor de las calamidades, al Rey de la Desesperación, mi señor está haciendo una pequeña retribución oscura.
El ambiente se había tornado totalmente oscuro, sombras de todo tipo de criaturas salían desde la espalda de Ialdabaoth i danzaban al ritmo de sus palabras, las erinias que habían presenciado la pasión del jinete temblaban, les gustaría decir que era de la emoción, pero el ser que tenían frente a ellas era absolutamente aterrador, alguien que estaba por encima de cualquier rey del infierno y solo era igualado por sus compañeros jinetes y superado por el Dios del abismo.
—Pero bueno señoritas, si deseáis saber más deberéis de investigar sobre el limbo, ese lugar resulta ser muy beneficioso para todo el mundo, se puede exprimir hasta la última gota de potencial de cada ser.
—Comprendemos—Dijeron todas a la vez.
—Ahora damas—Junto con el final de esa frase el ambiente volvió a la normalidad—Necesito que os preparéis, quiero que mováis un sello de un sitio a otro—Dijo con entusiasmo.
—Si el señor así lo ordena, entonces así se hará.
—Muy bien, os explicaré como debéis de proceder con detalle.