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Plan de ataque

—Hay que hacerlo de acuerdo al plan—Sentenció con una mirada firme que no dejó de lado a ninguno de sus compañeros.

—Si, el plan ¿Habíamos hecho un plan?—Preguntó con verdadera curiosidad.

—No que yo sepa—Afirmó el ángel.

—Ah.

Entonces el nigromante pensó por unos instantes, tenían los efectivos, los materiales, un poder de ataque de reserva que funcionaba como carta del triunfo, pero no un plan. Antes de dirigirse por el basilisco habían pensado en utilizar la excusa de haberlo derrotado para recibir ayuda a la hora de preparar trampas por las calles y recurrir a atajos, pero pensándolo bien, al haber decidido no reportar nada, eso no iba a funcionar.

—¿No podemos hacer lo que habíamos acordado? Solo tenemos que mentir a medias—Sujirió el caballero.

—¿Cómo que mentir a medias?—Inquirió el ser alado.

—Bueno, en realidad si que nos hemos encargado del basilisco, a pesar de que todavía esté ´´vivo´´ no pasa nada ¿No?

—Las mentiras no conducen a ningún lado, así que no—Pronunció el ángel indignado—Además, si les dijeramos eso tratarían de repoblar el área, ¿Qué diría la familia promedio cuándo entrara a su casa y viera semejante monstruosidad? No es una buena idea.

—Podríamos ponerlo en otro lugar—Insistió el caballero.

—Si no puedes lanzar el hechizo de alto nivel ´´Puerta´´ Entonces no sé cómo lo harás, porque no creo que con un poco de maquillaje pase por un perro grande.

—Está bien, tú ganas, ya me cansé de pelear por eso—Terminó por rendirse—¿Qué plan deberíamos de seguir entonces?

Y entonces el silenció los abrumó, era necesario pensar de forma elaborada para hallar una buena respuesta, los bandidos son ruines y tramposos, metidos en supropia guarida y respaldados por un puñado de los de su calaña esta misión solo hacía que complicarse.

Un basilisco no es una entidad muy inteligente, lo habían comprobado, pero aun así era mucho más fuerte que un bandido, el problema aquí radicaba en el hecho de que monstruos como los duendes, escoria en lo que al poder de un monstruo se refiere, ya podían representar un mayor desafío que un basilisco si se organizaban bien, estos bandidos tenían el factor ´´guarida´´ y el factor ´´números´´ de los duendes, pero además tenían mayor inteligencia, fuerza y muy seguramente objetos.

las gentiles brisas otoñales acariciaban los rostros del pensativo grupo, ´´Y sí´´ ´´Pero quizá´´ ´´Puede ser qué´´, había que tener en cuenta muchas posibilidades, Pnicas terminó por recurrir a su compañero, cansado de pensar en ese tipo de estrategias miró a al perro infernal con más inteligencia de la que debería de tener, esperando porque él dijera algo.

Stuart estuvo a punto de pronunciar unas palabras, pero entonces la voz alegre de Aisha interrumpió los pensamientos de todos.

—Ya lo tengo.

—¿Cómo?—Dijo con suma intriga el perplejo nigromante.

—Solo necesito entrar primero.

—¿Por qué?—Preguntó el angel.

—No vas por ahí revelando tus cartas del triunfo ¿O sí?—se notaba un muy bien marcado tono picaresco en su voz.

El ángel reconoció de forma inmediata la burla hacia su persona, pero también entendió a la perfección lo que decía la kitsune, no insistiría por algo así, de todas formas no creía que su compañera quisiera suicidarse, así que si decía tener un plan debía de ser cierto.

—Disculpe mi atrevimiento, pero un servidor se hace una ligera idea de lo que planea, de todas formas quiero corroborarlo, ¿Me lo podría decir? No diré nada después si así lo desea.

Aisha miró a Stuart, tan cordial como siempre, casí le daban escalofríos, simplemente no le gustaban las personas que hablaban de esa manera, ¿Tanta cordialidad para qué? Casi parecía que tratara de ocultar algo, de todas formas entendía el hecho de que había estado en cautividad, le debía de estar costandoo adaptarse, sin más se acercó a la bestia, miró de lado a lado, haciendo señales con su mano derecha, como si de alejar palomas se tratase, para que se alejara el caballero y finalmente le reveló su plan al perro infernal.

Stuart se sorprendió ligeramente, había atinado en sus pensamientos, pero de alguna forma no quería creer que tenía razón, Aisha se había comportado todo este tiempo de manera despreocupada, casi rozando los límites de la estupidez pero demostrando que no era alguien así en marcadas ocasiones, un lienzo en blanco, una personalidad vaga y sin un verdadero desarrollo ¿Lo había hecho para ocultar esto? O quizá si era así, pero entonces algo no encajaba, una vez terminada la misión tendría que preguntarle más a fondo.

El caballero/paloma observó desde la distancia con cierto grado de indignación la poca confianza que tenía su compañera en ellos, en algún sentido sabía que era algo lógico, pero él era a quien un monstruo lo había reventado por ayudarlos, podrían ser un poco más amables con él.

—¿Te sientes molesto?

—Oh, no mucho. Pero me entra curiosidad.

—¿De su plan?

—No, de tí.

—¿De mí?

—Bueno antes has insistido con la verdad ¿No te molesta que no te la digan?

—Oh no, no me has entendido. Las mentiras son algo que no puedo tolerar, pero entiendo que alguien no quiera decir algo, no me miente, se guarda algo que es verdad, que es algo muy diferente, no necesito saber lo que piensa todo el mundo, mientras sepa que manejan la verdad de su propio ser en su interior me es más que suficiente.

—Eso suena muy raro ¿Cómo sabes que lo que piensa alguien es verdad? ¿Puedes saber la honestidad de alguien con solo verlo?

—No es tan así—Dijo con un tono amigable pero con una sonrisa improvisada y ambos ojos cerrados.

—Por lo que hemos visto—Interrumpió el nigromante—Es un discípulo del dios de la verdad, así que no hace falta que le preguntes mucho, los dogmas siempre tienen sus contradicciones o formas raras de actuar.

—Oye, te pediría que no me llamaras discípulo, es una falta de respeto para los que están por encima de mi.

—¿Huh?—Kevmel se quedó con la intriga puesto que Aisha volvió para interrumpirlos así como él lo había hecho al principio.

—Dentro de un rato comenzará a hacerse tarde, mi plan suele ser más efectivo a esas horas ¿Nos vamos ya?—Pregunta retórica donde las haya, Aisha estaba disfrutando mirar por encima del hombro a sus compañeros que no alcanzaban a adivinar sus magnífico plan.

Todos acabaron por aceptar, incluso Kevmel, este en verdad quería preguntarle a Tyler el motivo de aquella respuesta, no le había enfadado que él dijera aquellos sobre la contradicciones, pero la palabra discípulo lo había indignado, para alguien como él que se oponía firmemente a un orden divino, la reacción del ahora en sus pensamientos no tan fanático ángel lo había sorprendido.

Y sin más que hacer por allí, más que tener ligeras preocupaciones por si a alguien se le ocurría ir a esa zona de la ciudad y meterse precisamente en la casa que no debía, partieron en dirección a la primera guarida de bandidos que habían tenido la oportunidad de ver.

El sol brillaba con intensidad, dando obvias señales de que todavía faltaban un par de horas para el ocaso, las bulliciosas calles eran signo de que todavía quedaba bastante día por delante y los astutos mercaderes comenzaban a preparar sus productos así como sus futuras posiciones en caso de ser ambulantes para posicionarse una vez la luz cayera.

El ruido de los pasos del grupo se juntó con el de las demás personas, el peculiar grupo que habían formado atraía alguna que otra mirada, las criaturas que los observaban tampoco se salvaban de aquel adjetivo, muchos tipos de razas habían por allí.

Con cada paso que recorrían hacia su destino las animadas calles se iban apagando, el ruido de los pasos se desvanecía los lugares: Callejones, esquinas, locales. Se hacían cada vez más lúgubres, casi por efecto de sus propios escrúpulos una ligera niebla se formó a su alrededor. Esta no era la misma ciudad en la habían estado hace un momento. Si por lo menos puedieran ver a ese típico niño que trata de jugar despreocupado junto a unos padres histéricos por rescatarlo de cualquier indeseado que pudiera fijarse en él, en medio de la marginalidad, estarían más tranquilos, pero no se escuchaba ni eso, solo sus pasos, cada vez más brumosos.

Casi como si fuera un susurro, una pregunta que le hacían al entorno utilizando todos sus sentidos en el proceso, cada uno de los integrantes del grupo sacó a relucir su percepción, algo había cambiado aquí, este área no podía ser así, incluso el sol estaba siendo opacado por unas nubes dando al lugar una gama de colores grisaceos y unas temperaturas un tanto más frías.

—¿Estás segura de que tenemos que esperar tanto?—Musitó el caballero—No me gusta este sitio, he visto bastantes bandidos en mi vida, pero nunca he visto que sus locaciones fueran como este lugar.

—Tiene razón—Añadió el nigromante—Además, ya pasamos por aquí antes, y el lugar no estaba así.

—Eso es cierto...—Admitió la kitsune moviendo su cola de lado a lado léntamente—Bueno, no hay luz solar, así que debería de funcionar—Declaró con una sonrisa llena de júbilo, impropia de quien va a tender una trampa a unos bandidos.

—Ahora me entra más curiosidad—Susurró el caballero con algo de rabia.

—Tranquilo—Tocó el hombro del caballero—Sus motivos tendrá, ya lo sabremos cuando quiera confiarnos sus verdades.

—Supongo—Dijo a la par que suspiraba.

—Vamos no te desanimes, a veces las situaciones son desesperantes, pero se puede salir hacia delante.

—Bueno, tienes razón—Recobró algo de animo en su voz, pero procuró no alzar la voz.

—¿Verdad que sí?

El grupo continuó caminando, a penas y habían alcanzado el área de peligro, aquellos instantes en los que se detuvieron fueron obra de los nervios, necesitaban saber si el plan podía seguir funcionando y es qué, si el plan de Aisha tenía como factor el momento del día ¿No iba a afectar el hecho de que no se pudiera distinguir la hora del día por aquí? No habían visto unas nubes tan densas y grisaceas dispuestas a opacar el sol así nunca, y la poca nieblas que había, el contorno gris y la ausencia de gente no ayudaban a la hora de decir que momento del día era.

Más pasos, más silencio, el sonido de sus pisadas resonaba en un eco cruel que les recordaba lo vacías e inospitas que estaban las calles. Stuart trató de usar su olfato para tratar de detectar alguna anomalía, pero entonces se dio cuenta de algo muy importante, no olía nada, aquella zona ni siquiera producía olores, trató de oler algún árboles, plantas, el suelo, algún trozo de basura que estuviera tirado po ahí, pero nada, simplemente parecía que lo hubieran privado de su sentido del olfato.

El perro infernal no tardó en comunicarle eso a su grupo, estos olfatearon lo que pudieron, solo para darse cuenta que lo único que producía algún olor eran ellos mismos. A Pnicas y a Aisha les dio igual, no les podría haber importado menos, y no porque no les interesara lo que decía Stuart, sino porque no veían como eso podría afectarles, por otro lado Tyler y Kevmel se preocuparon un poco, Tyler pensó que si solo ellos emitían olores y cualquier otra cosa no, cualquier criatura tendría mayor facilidad a la hora de detectarlos o encontrarlos en caso de que se escondieran, en el caso de Kevmel el sabía bien que algunos hechizos necesitaban de unos componentes materiales que emitían todo tipo de fragancias u olores desagradables, si no podía oler un componente siendo quemado ni distinguir humo entre la niebla, podría acabar recibiendo una bola de fuego.

Las andadas del grupo continuaron por unos escasos minutos, por suerte o por desgracia la guarida de los bandidos, aquel gran edificio de madera y roca con diferentes entradas y patio interno, se presentó frente a ellos.

A primera visto puedieron notar dos formas de entrar, una era la más obvia, la puerta grande, a pesar de que no había puerta, justo en el medio de la calle, un espacio de 3 metros de ancho, a cada extremo de estos 3 metros se extendía una pared rocosa de por lo menos 4 metros, la parte izquierda de aquella pared acababa por hacer esquina con una pared de madera, revelando que por aquella parte esataba el edificio principal lo que significaba que aquella gran entrada debía de llevar al patio interno, por la derecha la pared se extendía casi hasta el final de la calle para luego hacer esquina, esta vez no había ningún otro edificio pegado de manera que convirtiera aquella convergencia en una sola estructura.

La otra entrada era precisamente la del edificio, al haberse la libertad de pasear su mirada y no detenerla en el lugar que hacía esquina con la roca, pudieron apreciar que aquel edificio hacía varías esquinas más formando una U al revés y que en el interior de aquella U inversa habían unas escaleras no muy grandes, 8 escalones de madera, que conducían a una puerta, luego el edificio seguía girándose tomando una forma extraña en la base, pero eso no era lo importante.

Tanto Kevmel, como Pnicas y Tyler tuvieron un pensamiento fugaz ´´¿Por qué lado entramos?´´ Hacía no mucho Aisha tocó de forma despreocupado la puerta y de no ser porque el bandido que la recibió tuvo la suerte de agachar la cabeza, habría sido brutalmente asesinado, pero ahora no se podían permitir eso, si algo así ocurría todos se darían cuenta, tuvieron las pequeñas ganas de seguir pensando, de hallar la luz al final de tunel, una que iluminaba la ignorancia y tenía el nombre de ´´Idea´´, pero entonces se acordaron del plan de Aisha.

Para algunos como Pnicas el esfuerzo mental que habían realizado era digno de no ser abandonado y puesto que Aisha no quiso decirle su plan, él haría el suyo como plan B, pero solo por si acaso, Tyler no abandonó del todo sus ideas, simplemente las dejó vagando en su mente por si alguna situación como las que había imaginado ocurría, así agarraría la idea más conveniente y la usaría, Kevmel directamente dejó de pensar y comenzó a revisar su libro, no necesitaba un plan elaborado un buen hechizo podría resolver todos los problemas si era usado de forma correcta.

—¿Está preparada señorita?

—Si, si pero....—Se acercó rápidamente a Stuart, ya no podía soportarlo más—Deja de hablar así, alternas entre lenguaje común y algo raro cercano a como hablaría un noble, no estás con unos desconocidos con los que debieras de cuidar tus palabras o marearlos, habla normal, no me voy a enfadar—Dijo rápidamente al oído de Stuart a la par que movía su cola de forma frenética.

—E-está bien—Respondió perplejo y con un tono de resignación pero bañado cno ligeros toques de alegría, parecía ser que la kitsune lo había aceptado y se lo demostraba pidiéndole que le hablara normal.

—Quedáos aquí mientras hago el trabajo pequeñines—Declaró a la par que se dirigía a la puerta que antaño había tocado.

—Definitivamente, lo hace apropósito—Sentenció Kevmel.

—¿El qué?

—¿Te digo la verdad?—Preguntó en tono irónico.

—Siempre.

—Creo que antes que mostrar su personalidad, va dando tumbos por lo que le parece más divertido, manchando un lienzo en blanco con pintura borrable para asegurarse de que cuando sea el momento de hacer algo pueda mostrar sus verdaderos colores—Reflexionó.

—¿Sugieres que va a sacar algo de pintura de la buena para su lienzo ahora que va a hacer eso?

—Así es.

—¿Por qué habláis de pintura?

—No estamos hablando de pintura—Dijo con tono divertido.

—No, si el concepto lo entiendo, pero ¿No era más fácil decir que simplemente no quería abrirse a nosotros? Digo, todas esas metáforas lo hacen más complicado de lo que podría ser.

—Bueno—Interrumpió el perro infernal—Quizá sea mejor decirlo con metáforas, así podemos obviar la parte de que miente con su personalidad diciendo algo como ´´Pintura borrable´´, por muy extraño que suene.

El ángel cornudo soltó algunas risas mientras Pnicas reflexionaba seriamente sobre lo que su compañero acababa de decir, Kevmel simplemente le hechó una ojeada a su libro y suspiró, podía ser que el siguiente hechizo que viera le interesara.

Las escaleras de madera rechinaban cada vez que Aisha apoyaba sus pies en ellas, la kitsune allí presente no solo no era pesada, tampoco estaba tratando de ejercer fuerza cada vez que se apoyaba en los escalones, en fin, el proceso degenerativo de la madera es cruel, no para el árbol que ya estará siendo recordado por algún druida, sino por los pobres oídos de Aisha, cada ´´Ñiee....´´ ´´Ggjjjj´´ y ´´Fss....´´ era más horrible que el anterior, por suerte eran solo 8 escalones.

Finalmente quedó frente a la puerta, una vez allí se planteó.

—¿Les he dicho cuál es la señal? Bueno, si no me han preguntado es porque debo de haberlo hecho—Termina por encogerse de hombros y dirige su mano derecha a tocar la puerta.

La madera que hace un ruido casi hueco resuena en el lugar, robándose la atención de la nada, que ya se había acostumbrado al silencio. Tras apenas 12 segundos se abre la puerta, revelando un rostro conocido por Aisha, el mismo bandido que le abrió la puerta por primera vez, esta vez no estaba borracho pero si que llevaba las mismas ropas, además de una ballesta de mano y una cimitarra que colgaba en su cintura.

—¿Hm?—Evaluó rápidamente a aquella que había tocado la puerta.

Intentó adivinar cualquier cosa que pudiera serle de ayuda sobre la peculiar persona que había tocado la puerta, pero no logró sacar nada en limpio, además, no se acordaba de ella, el vino le había hecho estragos a la mente y los recuerdos de cuando dejó pasar a aquel grupo para realizar la venta de Stuart estaban borrosos.

—¿Qué quieres?—Preguntó con seriedad y con la mano izquierda apoyada sobra la empuñadura de su cimitarra.