Xenon le lanzó una mirada a Neveah, apartando la vista cuando Neveah también lo miró.
Él mantuvo su silencio y Neveah no tenía prisa, tenía mucho más con lo que podría condenarlo.
—Resultó que terminé eligiendo unirme a las filas de mi padre como un ejecutor de las dunas. Y en todos estos meses, no ha habido una sola cosa que yo haya mencionado casualmente o de la que me haya quejado que no me fuera entregada milagrosamente o resuelta —continuó Neveah.
—Ahora, aunque me gustaría creer que tengo una suerte muy bendecida, el misterio de todo esto simplemente grita tu nombre, Xenon —acusó Neveah.
—¿Cómo y por qué? Quiero decir, podría haber sido cualquiera... ¿por qué has concluido que fui yo? —preguntó Xenon, aún evitando la mirada de Neveah.
—¿Aparte del hecho de que lo has admitido inconscientemente? Te conozco, Xenon. Y tú eres el único que conozco que podría ser tan irrazonable —dijo Neveah con sequedad.
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