Neveah todavía yacía despierta cuando se oyó un golpe en la puerta.
Neveah no respondió, Estelle entraría por sí misma y Neveah no podía reunir la fuerza para dar una respuesta.
La puerta se abrió después de un momento y unos pasos se acercaron, deteniéndose junto a la cama de Neveah.
Neveah se cubrió con las mantas, sabiendo exactamente qué expresión tendría Estelle en ese momento.
—No me mires así... estoy bien —murmuró Neveah entre dientes.
Estelle tardó un momento en responder, pero cuando lo hizo, quedó claro que la voz definitivamente no pertenecía a Estelle.
—Eso te hace uno de ti... —dijo Adrienne.
Neveah frunció el ceño ligeramente, no necesitaba voltearse para saber quién era.
La hada seguramente era la última persona que Neveah quería ver y era aún más asombroso que ella hubiera tenido el atrevimiento de venir a Neveah misma.
—A menos que hayas venido a deshacerte de mí para siempre, ya sabes por dónde salir —Neveah despidió sin conceder una mirada hacia Adrienne.
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