El surgimiento de la extraña presencia dentro de las venas de Neveah y su piel caliente la dejaron sintiéndose pesada y mareada.
Su visión también estaba difusa y así la alta, musculosa silueta que estaba frente a ella, protegiéndola del Señor Conrad aparecía más como una sombra en sus ojos.
Pero esa voz y esa presencia que traían consigo un sentimiento de seguridad y tranquilidad era difícil de confundir, era Menarx sin lugar a dudas.
Neveah entrecerró los ojos, sacudiendo la cabeza ligeramente en un intento de aclarar su visión, pero las acciones de Neveah solo hicieron que su entorno girara y la silueta ante sus ojos pasara de ser una sombra a una sombra borrosa.
Neveah abrió la boca para hablar pero no salían palabras, en el momento en que llegó Menarx,
Toda la fuerza que Neveah había convocado para enfrentarse al Señor Conrad se esfumó y todo el dolor devastador de antes regresó en su totalidad.
—Lord Menarx —reconoció Conrad en un tono de respeto.
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