Los ojos de Neveah se abrieron ligeramente ante las palabras de Xenon, particularmente ante su tono.
Ese tono... ese arrastre lento, ese matiz animalístico, ¿cómo podría Neveah no reconocerlo? ¿Cómo no reconocer la oscuridad que había sido la realidad de Xenon cuando lo conoció por primera vez?
¿Cómo no reconocer la manifestación de la niebla salvaje de Xenon cuando ella misma había probado un poco de ella? ¿Presenciado el pico mismo de su locura?
—Xe... xenon... tú... cómo... —comenzó Neveah, no estaba segura de qué era exactamente lo que quería preguntar.
Y aun si tuviera las palabras correctas para formular su pregunta, ¿acaso Xenon sería capaz de darle una respuesta?
Fue entonces cuando Neveah reparó en señales que ya debería haber notado desde el momento en que puso los ojos en Xenon.
Sus garras estaban completamente a la vista, brillando y afiladas, se habían abierto paso fuera de sus guantes.
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