—Arlan regresó puntualmente de la cumbre, y según su orden, Oriana estaba lista para irse con él —dijo el narrador—. El príncipe no deseaba tener a muchas personas a su alrededor, por lo que entre sus caballeros solo permitió que Imbert viniera.
—Disfrazado de un noble ordinario con sus sirvientes, Arlan abandonó el palacio real llevando consigo solo a su asistente y al capitán de los caballeros —se explicó—. Como tal, Orian se sentó en la carroza con Arlan mientras Imbert cabalgaba a caballo.
—Después del incidente de anoche, Oriana estaba demasiado avergonzada para sentarse en un espacio tan pequeño y cerrado con Arlan —continuó el narrador—. No se atrevía a mirar al príncipe que estaba sentado frente a ella, mucho menos con la sensación de su mirada sobre ella. Encontró que sus mejillas se calentaban y su corazón aceleraba su ritmo.
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