Permitiendo que su abuelo descansara, Oriana regresó a su estudio, la luz tenue apenas iluminaba la habitación ya que el sol se había puesto. Su día había sido un torbellino que le dejó poco tiempo para descansar. Sin embargo, había asuntos urgentes que requerían su atención, por lo que convocó a su lado a tres figuras importantes enviando un mensaje mágico enseñado por Yorian.
A medida que el trío se acomodaba en las sillas frente a ella, Yorian no perdió tiempo en romper el silencio.
—¿Cómo está tu abuelo? ¿Resultó efectiva la pastilla mágica? —preguntó Yorian.
Evanthe, con un tono teñido de molestia, interrumpió antes de que Oriana pudiera responder.
—¿Estás cuestionando la eficacia de mi creación, elfo? —interrogó Evanthe.
—Ni me atrevería, pequeña bruja —replicó Yorian con una sonrisa burlona—. Es solo una manera de iniciar la comunicación, pero quizás careces de este sentido por no vivir entre la gente.
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