Arlan abrazó a su hermana y le acarició la cabeza. —Ya no estás sola. Nos tienes a nosotros y a tu familia.
—Lo sé —dijo ella y continuó llorando durante un rato, luego lo miró—. Simplemente no quiero que te pierdas, Arlan. Verte sumergido en esto me rompe el corazón. Siento que... que cuanto más te veo, más rápido estoy perdiendo a mi hermano. No dejes que la ira te controle. Eres más que la venganza que buscas. No quiero perderte.
—Siempre seré tu hermano menor.
Alvera levantó la mano para acariciar su cabeza, de la misma manera que lo hizo cuando eran más jóvenes.
—Recuerdo que cuando eras un pequeño, tenías un temperamento terrible. Después de conocer a Dray, cambiaste para mejor, pero solo un poco. Te volviste juguetón y travieso, pero al menos podías controlar tu sed de sangre detrás de tu sonrisa y tus tramas.
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