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Rencores y sueños

Los candeleros encienden las luces de las calles, aunque por estas ya no pasan carruajes. Mis pasos son lentos y una sensación incomoda me acompaña.

<< Hace mucho no paso la noche en una ciudad, a pesar de las diferencias en las estructuras y culturas, todos tienen las mismas bases en su rutina, "en el día trabajan y al caer la noche descansan". Aunque desde hace años para mi es algo diferente, cada vez que cae el sol, esos recuerdos comienzan a aparecer, es algo de lo que no me puedo librar, ni siquiera durmiendo. No entiendo como esta chica puede dormir tan plácidamente. >>

Puedo sentir la respiración de Key en mi espalda. Para poder llevarla tuve que colocar mi bolso en mi pecho.

 

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Luego de que me enterara de lo que decía la inscripción, Key me dijo que tendrían una audiencia con el príncipe. Yo quise entregarle la carta, pero se negó alegando que la inscripción también podía interpretarse como un ajuste de cuentas real, asiqué solo alguien con dicha sangre podía entregarla. Inmediatamente después de eso cayó dormida. Su sirviente se presentó como Castor y me pidió que la llevara. 

 

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- ¿En verdad está bien?

- La señorita Key ha estado durmiendo poco y trabajando bastante.

- Eso lo supuse, pero…

Castor camina a mi lado y un poco más adelante, mientras tanto yo simplemente lo sigo. Luego de un pequeño silencio continué:

- ¿No sería mejor que tú lo hagas?

- Si yo lo hiciera, no podría usar mi estoque en alguna emergencia. Además, dudo que la señorita sea muy pesada para usted.

- No es eso. Seguramente lo sabes ¿ella no se enojará? Después de todo… Yo quise destruir a la casa Hermes.

- Entiendo, entonces, ¿aún quieres hacerlo?

Castor se detuvo y agarró su estoque mientras me miraba de reojo con seriedad. Inmediatamente me detuve. El ambiente se puso tenso. Tragando saliva digo:

- No, pero ¿acaso ella no me tiene rencor?

- Creo que subestima a la señorita Key, ella es experta en entender y dar señales. Aún si ella lo odiara, si se rindió ante el sueño, es porque interpretó que eras inofensivo.

- No creo que sea inofensivo. Si alguien me intenta matar y me arrebata lo que amo… Yo...

Apretando mis dientes y mis puños doy paso a los recuerdos que me invaden la mente. 

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Las explosiones del castillo de Marte. El cubrebocas negro con colmillos dorados tirado en la habitación de Rai. Mi padre en el suelo del salón real. Y aún más fuerte, la figura de esa chica de cabello azul, cola de caballo y armadura de plata rodeada de llamas y las siluetas de desenas de asesinos.

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- No pararé hasta que su cuerpo, mente y alma ardan mil veces más que mi sangre.

Mientras mi mirada se encuentra estática casi viendo algo inexistente escucho a mi lado.

- Jaja sin duda llevas la ira de Marte en tu sangre. Eres alguien qué juró venganza contra los Hermes. Pero en vez de quemarlos a todos, ahora estas llevando a la heredera de esa familia como si fuese de la tuya. ¿Por qué cambiaste de opinión?

Su respuesta relajada me sorprendió, mientras miro al suelo intento responder.

<< ¿Por qué cambié de opinión? ¿Por qué abandoné mi venganza? ¿Por qué ya no odio a los Hermes? >>

- Creo… simplemente me equivoqué de objetivo. Al final mis enemigos no eran la casa Hermes. Eso es todo.

- Tal vez es lo mismo para la señorita Key. Usted no es el objetivo de su ira. Aunque no puedo saber con seguridad las razones, no debe subestimarla. A algunos los motiva el rencor y a otros los sueños.

<< Asique sueños… Yo no tengo ninguno >>

Mas adelante puedo ver una mansión al final del camino y detrás de ella, un poco más lejos, el castillo real de Vanrea.

 

 

***

 

- Esperábamos su regreso.

- Lamentamos la tardanza, tuvimos un encuentro inesperado.

Una sirvienta estaba esperando en la entrada de la mansión, Castor le respondió y luego me miró.

- ¿Quién es este caballero?

- Un amigable viajero que amablemente ayudó a traer a la Señorita Key. Lamentablemente mi espalda no está bien por todo el viaje.

Castor dijo eso señalándome.

- Entendido, gracias por traer a nuestra invitada, nosotros nos encargaremos a partir de ahora.

- Sí

La sirvienta hizo una seña y unos guardias vinieron al instante. Me doy la vuelta. Uno de los guardias toma a Key entre sus brazos. A pesar del movimiento, no parece que ella se despierte.

<< Realmente estaba muy cansada. Verla sí también me dan ganas de dormir >>

Mientras coloco mi bolso en mi espalda nuevamente doy un bostezo.

- Bueno. Iré a conseguir una habitación ¿conoce alguna posada barata?

- Creo que no será necesario. La señorita Key se enojará si lo dejo escaparse.

Castor me toma del hombro. Intento moverme, pero es imposible.

- Aprecio el gesto señor Castor, pero seguramente el señor de esta mansión no dejaría entrar a un extraño.

Castor mira a la sirvienta, ella inmediatamente chasquea sus dedos y dos guardias se colocan detrás de mí.

- No se preocupe tenemos la cabaña del jardinero disponible.

- Ok, parece que tengo suerte haha

<< Sí, mala suerte. Seguramente esta sirvienta es la encargada de la mansión >>

Mientras finjo una risa, una gota de sudor cae por mi mejilla. Los guardias me sujetaron de los brazos y Castor de los pies. Ahora me llevan adentro de los muros de la mansión.

- Estoy cansado, pero aún puedo caminar solo.

- No se preocupe, de ser necesario lo llevaría yo mismo.

Castor me miro con algo de brillo en sus ojos.

- ¿No te dolía la espalda?

- Exactamente, seguro pesa como 2 o 3 señoritas Key. ¿Quiere que lo lleve? También puedo llevar su bolso o a los guardias si gusta.

Castor parece estar emocionado. Todo este tiempo se vio como un sujeto tranquilo, pero ahora sus ojos brillan más. Completamente confundido pienso:

<< ¿Qué? >>

- No, está bien así.

 

***

 

<< La mansión tiene un gran patio, con muchos tipos de plantas bien cuidadas, no es de extrañar que tengan uno o dos jardineros muy buenos, pero ¿Por qué su cabaña está vacía? >>

Estoy de pie en una cabaña, cerca de la puerta, en la esquina en frente mío, hay una cama algo precaria, pero en buen estado, una alfombra en el suelo y un cofre a mitad de la pared a mi derecha, en la pared opuesta esta la ventana. Mientras camino y observo todo, pienso.

<< Esperaba una cabaña más pequeña, hay espacios para colocar las herramientas, pero no hay ninguna. El cofre está vacío >>

El interior del cofre solo tiene unas maderas que lo dividen verticalmente en 3 secciones, la del centro es la más grande.

<< Tal vez simplemente despidieron al jardinero anterior, aunque me parece raro viendo el estado tan bueno del jardín. >>

Dejo mi bolso, mi capa, mis botas y guantes en el cofre.

<< Como sea, tampoco es asunto mío, pero ¿Cómo es ser un sirviente? ¿Qué sentía el jardinero? >>

Cierro el cofre y avanzando unos pasos, coloco la espada bajo la cama.

<< ¿Qué sentía el gran maestro? ¿Qué siente Castor? >>

Me acuesto y sacando el collar de mi chaqueta lo observo brillar con la luz que entra desde la ventana.

<< ¿Qué era lo que te motivaba? ¿Rencor, sueños o algo más? Dime ¿Qué es lo que sentías?... Gea >>

 

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- Alteza

Una voz gentil se escucha en la obscuridad

- Alteza 

La voz insiste al mismo tiempo que comienzo a escuchar el sonido de una fogata.

- ¡Rumai!

En frente mío sé que hay alguien que me llama, pero no puedo ver, solo siento que unos brazos delgados me toman de los hombros.

<< ¿Qué es esto? >>

Una sensación de peligro me invade al mismo tiempo que el sonido de la fogata se transforma en la de un ruidoso incendio, hasta que de pronto se detiene. Puedo ver los ojos color avellana de una hermosa chica de cabello azul mirándome seriamente.

- ¿Gea?

- ¡CORRE!

El fuego que hasta hace un momento era invisible nos rodea y una gran explosión a nuestro costado cubre por completo la figura de Gea.

 

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Inmediatamente despierto y todos mis sentidos están alterados.

<< ¡Hay alguien a mi lado! >>

- ¡Aaaa!

Con un grito salto hacia el costado y mientras giro por la alfombra aprovecho a sacar el cuchillo que aún está atado en mi pierna derecha. Rápidamente al terminar de rodar me pongo en posición, algo inclinado con una pierna arrodillada y la otra pisando bien. Mis manos en frente cruzándose, sujetando el cuchillo al revés en mi mano derecha, apunto hacia la otra persona en este lugar.

- Perdón, no quería asustarte.