—¿Esto?
—Regalo de año nuevo.
Fu Jiu se rio ligeramente y estaba sentada ahí de forma lánguida con su cárdigan.
—¿Cómo puede una chica ir a una fiesta de disfraces sin un vestido? Últimamente perdiste mucho peso y, ya que te queda bien el blanco, puedes ser un ángel.
Aunque Xue Yaoyao nunca había visto de verdad tantas cosas caras, ella supo al instante que, con solo tocar una vez la tela, el vestido no era barato.
Su Alteza Jiu siempre era así.
Más considerado que cualquier otro.
Más cálido que cualquier otro.
—Gracias.
Xue Yaoyao cerró la caja de regalo con una gran sonrisa.
Ella pensó que era su más grande fortuna haber conocido a alguien como Fu Jiu en sus años de vida.
Fu Jiu todavía se sostenía el costado del rostro y sonreía engañosamente, hermosa como siempre.
La fiesta de disfraces no empezaba hasta las 6:30 p.m.
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