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Iniciando desde mi nacimiento en un nuevo mundo donde tengo poderes increíblemente fuertes y muchas amigas de la infancia

Mi respiración se acortaba cada vez más, era un suplicio sofocante aquel que sufría, mi mirada era fija hacia un solo lado, el cielo, un cielo oscuro, lleno de estrellas, brillando una más que las demás, ¿venus? ¿o era júpiter? ¿tal vez marte? Era el reflejo de algún otro planeta que se reflejaba en la tierra, una noche en que la luna había decidido caprichosamente no salir a iluminarnos, desgracia mía fue, no ver esa luna de la que podría decir, estaba enamorado por su misticismo, nadie sabe realmente que puede suceder allí, por más astronautas, naves, misiones o robots que sean enviados, es simplemente místico.

Si más mi lucidez no me fallaba, me encontraba sobre un charco, un frio charco de sangre, una sensación dura dentro de mi pecho, ¿mi corazón? No, no lo era, era una bala que se alojó en mi pecho de lo que llamarían simple casualidad. Alrededor mío había una pareja de enamorados, a ninguno le conocía realmente, pero igualmente los protegí de unos ladrones ¿Cuál fue la razón? Muy simple la verdad, fue debido a la chica.

Esa chica era una actriz con una popularidad creciente en el país, formaba parte de una novela juvenil que curiosamente estaba viendo por su historia, ¿Taketa Akiko? No, su nombre era Takeda Akiko, una hermosa actriz de ojos verdes como esmeraldas, piel tan blanca como la nieve y cabello liso de un color negro penetrante, seguro que era su pareja sentimental ese joven sujeto que iba acompañándole, por lo menos, iban muy abrazados y repartiéndose entre ellos besos y más besos, una orgia de besos incesante.

Yo recordaba aquella noche, me encontraba a solas en mi habitación, como era cotidianidad en mi vida, desde muy joven siempre me reduje a simplemente hablar cuando era necesario, por eso no fui el hombre más social de mi escuela, podrían pensar que era un Hikkikomori, pero realmente no era así, vivía alejado del resto de personas, pero aun así, seguía con lo que llamaría tiempo cotidiano, el hecho de que tuviese una antisocial actitud, no significaba que me reducía simplemente a vivir de mis padres, encerrándome en mi habitación y evitar a todo el mundo, no era así.

Aunque, pensar eso tampoco era tan erróneo, vivía el segundo verano de mi vida universitaria, estuve cuatro años pensando en que debía estudiar, después de dos años de vida sabática alrededor del mundo gracias a la ayuda de mis padres, además de un dinero ahorrado durante toda mi vida, es decir que tenía veintiséis años.

Veintiséis años, ni una sola novia durante toda mi vida, como podrán imaginar, seguía siendo virgen, ninguna relación de amistad actual, teniendo solamente un par de amigos y una amiga de la infancia durante toda mi vida, ahora que lo pienso, esa amiga de la infancia que decidió estudiar lo mismo que yo, después de haberse graduado como abogada, decidió estudiar lo mismo que yo había elegido estudiar a los veinticuatro años, me preguntó ¿por qué habrá sido?

Pasaba tiempo encerrado durante mis vacaciones, solamente yendo a visitarme esa amiga de la infancia que tenía, fue durante una noche en que, decidí salir a comprar algo de comer, mi refrigerador estaba tan vacío que se podía sentir su soledad, solo bromeo, pero si era verdad que estaba vacío, por lo que, decidí comprar algo, aunque fuese para pasar sin hambre aquella noche.

Me dirigía hacia la tienda, pero tuve que para en un semáforo, esperando a que pasaran los carros hasta que la luz nos diera señal a los peatones para avanzar. En la acera no me encontraba solo, había un hombre de avanzada edad de un lado, de ese lado también había una señora y un grupo de estudiante de secundaria, mientras que, del otro lado, estaba la actriz y su pareja, y también un sujeto, que más peligroso no podía verse, aunque tal vez solo lo noté yo.

Antes de que se pudiera hacer algo, el sujeto se paró frente a la actriz y sacó de inmediato un arma de fuego de su bolsillo, le apuntó y con un toque de neurasténico, pidió a la actriz que se despojara de todo su dinero y artículos que tuviesen un valor alguno, lo cual la actriz no pudo hacer más que entregarle todo al hombre, igual que lo hizo su pareja para asegurar su seguridad.

Pudo haber terminado todo allí, ¿por qué no lo hizo? De haberlo hecho, seguramente yo seguiría mi vida cotidiana y no tendría que sufrir lo que sentí en aquel momento, aunque, también pude permanecer callado mientras todo sucedía, pero no me atreví a hacerlo ¿caballerosidad? Tal vez sea la solución más directa, pero no quería detenerme frente a tal abuso de poder en aquel momento del ladrón. Él había girado en dirección opuesta para correr y huir de ese lugar, pero, girando detenidamente a la actriz, solamente sonrió, volviéndose de regreso frente a ella y con una sonrisa impetuosa preguntarle a la actriz.

— Oye, tu eres una actriz ¿no es así? La protagonista de esa novela juvenil ¿no? Amarnos en secretos ¿no?

Ella estaba asustada, por lo que no pudo articular una sola palabra, aun así, le pudo contestar al sujeto asintiendo con temor, causándole un temblor a su cuerpo, él sujeto se rio y entonces acercándose a la actriz le dijo.

— Esa ropa también es cara ¿no? Tal vez también deberías dármela.

Ella levantó la mirada asustada e impresionada, el sujeto se rio de su mirada, entonces poso su mano en el hombro tembloroso de ella, entonces señalando hacia el oscuro callejón que se encontraba detrás de nosotros, le dijo a ella.

— Oye, vayamos a ese callejón para que me des tu ropa, y tal vez, podría hacer algo que te haga disfrutar.

Ese sujeto entonces tomó del brazo de ella y trato de arrastrarla, resistiéndose ella como podía, aquel chico que le acompañaba giró hacia ellos y entonces se acercó, agarró del brazo al sujeto y pidió a gritos ligeros que la soltase.

— ¡Cállate, maldito mocoso! Te la regresaré al final.

El chico insistía en agarrarle, lo que enojo por mucho al ladrón quien enseguida le propicio un golpe en la sien con la culata de la pistola que tenía, entonces siguió intentando arrastrar a la actriz, gritándole que se callara cuando ella gritaba por ayuda de alguien.

Yo lo miré todo, todo lo que había sucedido, estaba seguro que necesitaba ayuda, volteé hacia las demás personas que estaban allí cuando ocurrió aquella, sorprendiéndome al ver el descaro de todo ellos, mirando hacia otro lado fingiendo que no sucedía nada, incluso aquellos que deberían ser unos vigorosos estudiantes de secundaria, y eso que parecían intimidantes, pero se nota que el miedo nace en cualquier persona.

Yo ante tal acto de cobardía de todos allí, sumado con los gritos desesperado de la chica y el cuerpo tendido desmayado de su pareja, hizo que me hirviera la sangre por el enojo que me causaba y decidiera, con cierta estupidez, tal vez pensaba en que me recompensaría si la protegía, decidí finalmente hacerle frente al sujeto.

Apreté fuertemente la muñeca del sujeto, no sin antes haber golpeado accidentalmente su arma de fuego, gritándole yo que dejara a la chica, mientras que forcejeaba un poco con él, la chica que seguía tomada por el sujeto, decidió morderlo para que le soltase. Lo que consiguió fue que el sujeto le empujase hacia atrás, alejándola por enojo que le causo la mordida, lo mismo para mí que, termine al lado de la chica, viendo la expresión colérica del sujeto.

— ¡Estúpida chica! ¿Cómo te atreviste a morderme?

Él le apunto con su arma, y le dijo.

— te mataré, estúpida.

¿Matar? Mi impulso me dijo que tenía que hacer algo, mientras el gatillo iba siendo oprimido por ese sujeto, yo intentaba como podía llegar hacia la chica antes de que sucediese alguna tragedia, una que al final sucedió, como estaba predestinado por el caprichoso destino, de eso nos dimos de cuenta en el momento en que sonó el arma disparándose, tomando impulso la bala para atravesar cualquier cosa que se le colocase por delante y con intenciones homicidas.

Fue entonces cuando caí con fuerza al piso al interponerme en la trayectoria de la bala hacia ella, y como si fuera un acto reflejo de mi cuerpo, intente retener la bala para que no siguiera y no le hiciera daño a ella, lo que logre porque tal bala se detuvo en medio de mi corazón. La chica fue directamente hacia mí, mientras que el ladrón que estaba a cortos momentos de convertirse en asesino estaba en shock, soltando el arma y diciéndose.

— N-no puede ser… e-eso no debía ser así… estoy seguro que… mi arma tenía el seguro puesto…

Al mirar el arma, noto el fallo, ese seguro había sido abierto, ¿Quién lo hizo? Yo cuando accidentalmente toque la pistola, el sujeto de inmediato empezó a correr lejos y sin voltear ni una sola vez hacia atrás para ver mi estado, tampoco es que estuviese esperando eso de tal sujeto.

Allí fue donde empezó la historia, me estaba muriendo, y ella lo sabía, su pareja había despertado y al ver lo que sucedía, se acercó a mí, igual de conmovido que como estaba ella, por alguna razón que no comprendía, como tampoco comprendía yo el porque me sentía un poco feliz de eso. Ella agarró mi mano izquierda, sintió mojado y al fijarse, su delicada y blanca piel había sido manchada de mi sangre, era surrealista y a pesar de eso, no soltó mi mano, se acercó más a mí, incluso manchando su ropa cara con mi sangre de poca valía.

Me quedaba sin aliento y de seguro lo que dijese serían mis últimas palabras, ella me miró a los ojos, entonces con lágrimas tuvo la amabilidad de preguntar algo que otros olvidaron o simplemente no lo hicieron por el poco apreció que tenían hacía mí.

— D-dime ¿c-cuál es tu nombre?

¿Mi nombre? Me preguntaba de que le serviría que yo le dijese mi nombre, aunque, de todos, tal vez fuese el hecho de que me lo pidiese ella, que hizo que yo le dijera mi nombre.

— K-Kudo… K-Kenta…

Kudo Kenta, 26 años, virgen, sin trabajo, asesinado, sin una sola pizca de encanto. Ella finalmente apretó mi mano fuertemente con las suyas, entonces dijo.

— Kenta-san ¿verdad? Gracias por salvarme, Kenta-san… te prometo que… mi primer hijo se llamara Kenta…

En ese momento, me encontré acostado sobre un espacio blanco, donde las nubes pasaban tan rápido que parecía que todo el tiempo se perdiese y nada más era un incesante transcurrir de tiempo. Pasaron unos segundos, cuando me levanté somnoliento, terminé sentándome en ese espacio y vi a mi alrededor fijándome en la extrañeza de ese lugar, al despertarme por completo, noté el problema del asusto, y era que nada de eso era normal.

¿Realmente estoy muerto? Fue la primera pregunta que me hice, un sonido estruendoso hizo eco en el lugar, yo miré hacia cualquier lado tratando de conseguir el origen del sonido, pero no hubo nada, nada realmente, no entendía el significado del lugar, tal vez si estaba realmente muerto, y ese lugar era una especie de espacio ancestral donde se decidía mi futuro, si me ganaba el cielo o el infierno.

— Es como piensas, joven Kudo Kenta… moriste asesinado tratando de cuidar de esa chica… un acto heroico si me dejas apreciar tu valor…

Voltee enseguida y mire un reflejo de una persona, era blanco, por alguna razón, no tenía nada de miedo al verlo, de hecho, era una sensación más cercana a la tranquilidad, fue muy extraño sentirme de esa manera.

— ¿Q-quién es usted? ¿Y por qué me siento tan tranquilo aquí?

Fueron las dos primeras preguntas que se me ocurrieron, ese hombre entonces se rio a carcajadas, lo que me extraño, después de reírse como pudo, pareció mirarme a los ojos y me dijo.

— Verás, ya es de ti creer o no, pero soy lo que en muchas culturas llamarían dios.

— ¿D-dios? ¿E-eres dios?

— Sí, soy un dios… he estado aquí desde que apareciste en este lugar.

— ¿Enserio? E-espera, ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

Él sonrió y me respondió.

— Unos días.

— ¿¡Enserio!?

— Oye ¿quieres ver algo espeluznante?

Yo no respondí, temí un poco de lo que pudiese mostrarme, aun así, ese dios terminó formando un cristal frente a mí y desde allí, pude ver lo que me quería mostrar. Allí pude ver a una cantidad de gente dentro de una casa, era un funeral, pude imaginármelo, pero me sorprendí al ver que a la persona a la que velaban era yo.

No sabía que responder, pero un pequeño sentimiento de tristeza se depositó en mi corazón, volví a levantar la mirada hacia el cristal, viendo que, en mi funeral, se encontraba Takeda Akiko, me sorprendió que ella estuviese allí, estaba acompañado de su pareja y sus padres, se veían realmente triste.

— ¿qué hace Takeda-san en mi funeral?

— Honra a la persona que dio su vida por ella… por cierto, después de tu muerte te hiciste famoso como la persona que sacrifico su vida para salvar a la estrella en ascenso Takeda Akiko… nada mal ¿no?

Yo regresé la mirada y seguí viendo lo que sucedía, cerca de mi ataúd, se encontraban mis padres, quienes lloraban desconsolados por mí, a su lado, llorando también se encontraba una mujer joven de unos veintiséis años, de cabello café, ojos negros llenos de profundidad y una piel clara, el verla llorar me hizo reaccionar, pronunciando su nombre.

— Junko-san.

Hashimoto Junko, mi amiga de la infancia, la que siempre estuvo allí para mí, ese día lo estaba para mis padres, sintiendo el mismo pesar que ellos, eso me hizo sentir algo miserable y me pregunté por unos escasos segundos, si de verdad tuve que arriesgar mi vida de esa forma.

Seguí mirando, seguramente por morbo, Akiko se había acercado a mi ataúd, donde estaban mis padres y Junko, fue allí entonces, cuando le dio su sentido pésame a mis padres, después de eso, Akiko le dijo lo heroico que había sido al hacer lo que hice y lamento mi muerte. Ella no sonrió al decirlo, quien lo haría en tales momentos, pero ella les dijo a mis padres que, desde ese momento, un porcentaje de las ganancias que tenga por sus trabajos, se lo daría a mis padres para compensación, terminando todo cuando, entre lágrimas aceptaron mis padres.

— Dime, pudiste arriesgar menos y salvarla, pudiste haber hecho algo diferente, vivir en tu mundo con tus padres y tu amiga Junko, tal vez tendrías una compensación por salvar a Akiko, pudiste tener eso y más, pero decidiste morir por tus errores cometidos, así que te preguntó ¿te arrepientes de lo que hiciste?

Yo miré a ese dios que tenía enfrente, entonces con mis piernas entrelazadas y sentado, me serené y le respondí.

— Es cierto que pude haber hecho menos y haber conseguido más y que fue un error mío, pero… la verdad, no me arrepiento de haber entregado mi vida por Takeda Akiko.

— ¿Por qué?

— Bueno, estoy seguro que ella será mucho más famosa de lo que ya es, y eso será porque sobrevivió esa noche… además, las personas después dirán ¿te acuerdas de Kudo Kenta? Y responderán que sí, el sujeto que salvo a Takeda Akiko… además de que, ella dijo que le colocará a su primer hijo Kenta, así que ella siempre recordará lo que hice por ella.

— ¿Y si no tiene un hijo?

— Pues adoptaran a un bebe para darle mi nombre, ella lo prometió.

El dios se rio a carcajada, entonces me dijo.

— Increíble ver un corazón y alma pura en un virgen de veintiséis años… así que por eso te haré una oferta.

— Oferta, ¿dime?

— ¿Te gustaría una oportunidad de renacer y empezar de cero?

— ¿Revivir de nuevo?

— No podemos hacer eso, te moriste en tu mundo y revivirte arruinaría mucho la continuidad del universo, pero renacerías en otro mundo, uno de magia y fantasía, donde la palabra magia no es una tontería y realmente existe eso y más ¿qué dices, lo haces?

Dijo el dios mientras estiraba la mano, entonces pensándolo, recordando lo que viví antes y lo que viví los días previos de mi asesinato, me hizo pensarlo, pero después de eso, estiré mi mano y estrechando la suya, le dije.

— Sí, acepto renacer de nuevo.

— Entonces, empezarás de cero.

Ese dios chasqueó los dedos y todo se volvió oscuridad, sentía mis ojos pesados, pero mi cuerpo era más liviano, me impresionaba que lo fuese, no le encontraba una razón específica para eso, sentía el calor de alguien por debajo de mi fría espalda mientras me retorcía un poco, me preguntaba que habría sucedido, por lo que me dijo ese dios, no podía regresar a mi antiguo mundo debido a que ya había fallecido, por lo que la única alternativa era que reencarnase en otro mundo, un hombre de veintiséis años virgen en otro mundo, no es que suene original, pero era una buena alternativa a la vacía vida que llevaba, por lo menos, podría utilizar poderes, o eso esperaba yo.

Mis ojos dejaron su pesadez y sentí que era el momento de despertar, por lo que, lentamente fui abriendo mis ojos, al despertar, lo primero que vi fue a una joven mujer de cabello café y rizado, ojos azoláceos y tez blanca, vestía con ropa que parecía de duquesa, ¿era acaso que fui salvado por una familia aristócrata y tendría una vida de lujos? Bueno, de esa manera, no veía con tan malos ojos una reencarnación en aquella tierra.

Giré lentamente mi mirada hacia uno de los lados, vi a algunas personas, parecían servidumbre a simple vista, chicas vestidas como sirvientas genéricas de algún tipo de anime isekai, y mayordomos clásicos del cine occidental. Aunque, entre esas personas, destacaba un hombre de aspecto formidable e imponente, pero que, en aquel momento, parecía estar tan emocionado al borde de las lágrimas, lo que me asustó un poco, él tenía el cabello naranja tirando a un tono grisáceo, tez bronceada y ojos morado oscuro, y rodeado por un negro intenso, él me miraba y era como si estuviese mirando a un niño pequeño, ¡Sé que soy poco atemorizante, pero no era para humillarme así! O por lo menos, era lo que pensaba yo en aquel momento.

Regresé la mirada hacia la mujer que parecía tenerme entre sus brazos, ella me miro de regreso, y sonriendo, le comentó algo que no pude entender desde el principio.

— Cariño, Nathan ya despertó.

¿Cariño? Bueno, estoy seguro que era el hombre fuerte que vi anteriormente, puesto que este respondió con un bullicio alegre ¿Nathan? ¿Quién era Nathan? ¿Acaso se confundieron? Estoy seguro que se refería a mí, entonces ¿será que me parezco a un tal Nathan que conocen? Tenía que hacerle ver a esas personas que no era ese tal Nathan que pensaban que era, por lo que, quise decirle algo como Se equivocan, yo no soy ese Nathan, me llamo Kudo Kenta o algo así.

— Abub… bu… abubu… agh… gigh… gigi…

¿Qué demonios? ¿Qué fue lo que articule? Era como si un bebe hablase ¿no podía hablar? Tal vez tuve algún tipo de accidente y eso hizo que, me fuese difícil decir alguna palabra, sin poder decir nada, además con el enojo que me daba ver que esas personas se reían como idiotas cuando intentaba hablar, quise acercar mi mano a la señora e indicarle que me diese un papel para escribirles algo, pero fue allí cuando note el mayor de los problemas que podía tener.

— Mira, Florent, Nathan intenta tocarme ¿no es tierno?

¿Mi mano? ¿era mi mano? Estiré mi mano, pero lo que vi al hacerlo fue la mano de un bebe, una regordeta mano de bebe recién nacido, estiré mi otra mano, miré mi brazo, era la de un bebe, bajé lo que pude mi mirada para ver mi cuerpo, mi cuerpo de veinteañero virgen no estaba, en su lugar había un cuerpo de bebe, mi torso, mis piernas, mis pies, mis dedos, mi cabeza, hasta mi miembro, sinceramente, lo único que tenía en mí que me hacía sentir orgulloso, todo había sido cambiado por el de un bebe.

«… ¿Qué demonios me paso? ¿Por qué soy un bebe?»

Pensé antes de ponerme a llorar y que fuese atendido por los sirvientes y esa pareja. Y con este prólogo, empezaba esta absurda historia de como yo, un virgen de veintiséis años, morí tratando de salvar a una actriz en ascenso, conociera a un ser de luz que se hacía llamar un dios y renaciera como un bebe en un mundo diferente con una joven familia aristócrata.

¡Así daba inicio, a mi nueva historia desde cero!