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El Mundo del Río y otras historias (4)

La comida de las copias había sido puesta en bandejas de madera. Mix, mirando a Yeshua, vio que no había tocado su comida. Bithniah, captando la mirada de Mix, se echó a reír.

Aunque mentalmente ha renunciado a la fe de sus padres, su estómago sigue aferrándose a las leyes de Moisés.

Stafford, sin comprender su inglés con un fuerte acento, le pidió a Mix que le tradujera. Mix le repitió lo que ella había dicho.

¿Pero ella no es también hebrea? dijo Stafford.

Mix dijo que sí lo era. Bithniah comprendió lo que decían. Habló más lentamente.

Sí, soy hebrea. Pero he abandonado mi religión, aunque, a decir verdad, nunca fui lo que vosotros llamaríais una devota. Por supuesto, no expresé abiertamente mis dudas en la Tierra. Me hubieran matado o por lo menos me hubieran enviado al exilio. Pero cuando estuvimos vagando por el desierto, comí de todo, puro o impuro, mientras llenara mi estómago. Aunque me aseguré de que nadie me viera. Sospecho que otros hacían también lo mismo. Muchos, sin embargo, hubieran preferido morirse de hambre que llevarse algo impuro a la boca, y algunos se murieron realmente de hambre. ¡Los muy estúpidos!

Tomó una loncha de jamón de su bandeja y, sonriendo, se la ofreció a Yeshua. Este volvió la cabeza hacia un lado con una expresión de disgusto.

Por el amor de Dios, Yeshua dijo Mix, te he dicho mil veces que te cambiaría mi bistec por tu jamón. No me gusta ver que quedas con hambre.

No puedo estar seguro tampoco de que la ternera fuera sacrificada o preparada correctamente dijo Yeshua.

No creo que la hayan sacrificado en realidad contestó Mix. Según me han dicho, los cubos convierten la energía en materia. La potencia que las piedras desprenden tres veces al día es transformada por un mecanismo que ignoramos en el falso fondo del cubo. Debe haber allí también una especie de programa, en el mecanismo, porque los cubos contienen alimentos distintos cada día. He estado observándolo y me he dado cuenta de que hay ciertos días en que obtengo siempre filetes, que cada tres días sale una pastilla de jabón, etcétera.

»El científico que me lo explicó me dijo, aunque admitía que era sólo una hipótesis, que había matrices en el cubo que contenían modelos de ciertos tipos de materia. Integraban los átomos y moléculas de la energía para formar filetes, puros, o lo que fuese. En consecuencia, no se mata ningún animal.

Pero tuvo que existir una ternera original que fue sacrificada dijo Yeshua. La carne que sirvió de modelo para la matriz procedió de un animal que, presumiblemente, vivió y murió en la Tierra. ¿Pero fue sacrificado del modo

correcto?

Quizá lo fue dijo Mix. Pero la carne que acabo de comer no procede de la ternera. Es una reproducción, simplemente energía convertida en materia. Hablando con propiedad, fue hecha por una máquina. No tiene ninguna conexión directa con la carne del animal. Si lo que dijo ese científico era cierto, se hizo alguna especie de grabación de la estructura atómica del trozo de ternera. Ya te he explicado lo que son las grabaciones y los átomos. Sea como sea, la carne en nuestros cubos no ha sido tocada por manos humanas. Ni no humanas, incidentalmente.

»De modo que, ¿cómo puede ser impura?

Esta es una cuestión que ocuparía a los rabinos durante muchos siglos dijo Yeshua. Y supongo que incluso después de todo ese tiempo estarían en desacuerdo entre sí. No. La forma más segura es no comerla.

¡Entonces hazte vegetariano! dijo Mix, alzando las manos. ¡Y pasa hambre!

De todos modos dijo Yeshua, hubo un hombre en mi época, uno que era considerado muy sabio y que, se decía, hablaba con Dios, a quien no le importaba si sus discípulos se sentaban a la mesa con las manos sucias si no había agua para lavárselas y existían circunstancias atenuantes. Fue increpado por los fariseos por eso, pero él sabía que las leyes de Dios estaban hechas para los hombres y no los hombres para las leyes.

»Eso tenía sentido en aquel entonces, y sigue teniendo sentido ahora. Quizá me esté volviendo excesivamente estricto, farisaico, más dedicado a la letra que al espíritu de la ley. En realidad, no debería prestar atención a la ley relativa a lo que es ritualmente puro y lo que es ritualmente impuro. Ya no creo en la ley.

»Pero aunque me decida a comer carne, no puedo llevarme la carne de cerdo a mi boca si sé lo que es. Vomitaría. Mi estómago no tiene mente, pero sabe lo que le conviene y lo que no. Es un estómago hebreo, y desciende de centenares de generaciones de estómagos similares. Las tablas de Moisés gravitan en él tan pesadamente como una montaña.

Lo cual no impide que Bithniah coma cerdo y jamón dijo Mix.

¡Ah! ¡esa mujer! ¡Es la reencarnación de alguna abominable pagana!

Ni siquiera crees en la reencarnación dijo Bithniah, y se echó a reír. Stafford había comprendido parte de la conversación. Dijo ansiosamente:

¡Entonces tú, Maestro Yeshua, viviste en la época de Nuestro Señor! ¿Lo conociste?

Tanto como conozco a cualquier otro hombre dijo Yeshua.

Todo el mundo en la mesa empezó a asaetearle con numerosas preguntas. Stafford ordenó que fuera traído más licor de líquenes.

¿Durante cuánto tiempo había conocido a Jesús?

Desde su nacimiento.

¿Era cierto que Herodes masacró a los inocentes?

No. Herodes no tenía la autoridad suficiente, aunque hubiera querido hacerlo. Hubiera sido destituido de su puesto por los romanos y quizá ejecutado. Más aún, un hecho como aquel hubiera originado una violenta revolución. No. Esa historia, de la que nunca había oído hablar hasta su llegada al Mundo del Río, no era cierta. Debía tratarse de una leyenda folklórica que se había originado después de la muerte de Jesús. Probablemente, sin embargo, estaba basada en una historia anterior relacionada con Isaac.

Entonces, ¿eso significaba que Jesús, José y María no huyeron a Egipto? No lo hicieron. ¿Por qué hubieran debido hacerlo?

¿Qué había acerca del ángel que se le apareció a María y le anunció que iba a dar a luz aunque era virgen?

¿Cómo podía ser eso cuando Jesús tenía hermanos y hermanas mayores, todos ellos engendrados por José y dados a luz por María? Además, María, a la que él había conocido muy bien, jamás había dicho nada acerca de ningún ángel.

Mix, observando que el enrojecimiento de algunos rostros no era causado enteramente por el licor, se inclinó hacia Yeshua.

Cuidado susurró. Puede que esos tipos hayan decidido que su religión era falsa, pero sigue sin gustarles el oír negárseles lo que durante todas sus vidas se les ha enseñado que era cierto. Y un montón de ellos son como Kramer. Creen, aunque no lo digan, que se hallan en una especie de purgatorio. Aún esperan ir al Cielo. Esta es simplemente una estación de transbordo. Yeshua se alzó de hombros y dijo: Deja que me maten. Me levantaré de nuevo en algún otro lugar, ni peor ni mejor que este.

Uno de los consejeros, Nicholas Hyde, empezó a golpear su jarra de piedra contra la mesa.

¡No te creo, judío! exclamó. ¡Si es que eres judío! ¡Estás mintiendo! ¿Qué intentas hacer, tratar de crear la disensión entre nosotros con esas mentiras diabólicas? ¿O quizá tú mismo eres el diablo?

Stafford apoyó su mano sobre el brazo de Hyde.

Contente, querido amigo. Tus acusaciones no tienen sentido. Precisamente el otro día te oí decir que Dios no estaba en ningún lugar a lo largo del Río. Si Él no está aquí, entonces Satanás también está ausente. ¿O resulta más fácil creer en el viejo Diablo que en el Creador? Este hombre de aquí es nuestro huésped, y durante tanto tiempo como lo sea, lo trataremos cortésmente. Se volvió hacia Yeshua. Por favor, prosigue.

Las preguntas se sucedieron rápidas y numerosas. Finalmente, Stafford dijo:

Se está haciendo tarde. Nuestros huéspedes han pasado por muchos aventuras hoy, y mañana vamos a tener mucho trabajo. Permitiré una sola pregunta más.

Miró a un alto joven de aspecto distinguido que había sido presentado como

William Grey.

Milord, ¿te importa hacerla tú? Grey se puso en pie, algo inseguro.

Gracias, señor. Ahora, Maestro Yeshua, ¿estabas tú presente cuando Cristo fue crucificado? ¿Y le viste cuando resucitó? ¿O hablaste con alguien de confianza que lo hubiera visto, quizá en el camino a Emaús?

Esto es más de una pregunta dijo Stafford. Pero adelante.

Yeshua permaneció en silencio por un momento. Cuando habló, lo hizo aún más lentamente.

Sí, estaba presente cuando fue crucificado y cuando murió. En cuanto a los acontecimientos después de eso, testificaré tan sólo una cosa. No resucitó de entre los muertos en la Tierra. Sin embargo, no tengo ninguna duda de que resucitó aquí.

Estalló un clamor, con la voz de Hyde alzándose por encima de las demás y exigiendo que el mentiroso judío fuera arrojado de allí.

Stafford se puso en pie, golpeando fuertemente la mesa, y gritó:

¡Por favor, silencio, caballeros! No habrá más preguntas.

Dio órdenes a un tal sargento Channing para que condujera a los tres a sus habitaciones. Luego dijo:

Maestro Mix, hablaré con vosotros tres por la mañana. Dios os proporcione sueños agradables.

Mix, Yeshua y Bithniah siguieron al sargento, que sujetaba una antorcha, aunque no era necesaria. El cielo nocturno, resplandeciente con gigantescos enjambres estelares y luminosas nubes de gases, arrojaba una luz más brillante que la de la luna llena en la Tierra. El Río destellaba. Mix le preguntó al soldado si podían bañarse antes de retirarse. Channing dijo que podían hacerlo si se apresuraban. Los tres caminaron entrando en el agua con sus toallas-faldellín puestas. Cuando estaba con gente que se bañaba desnuda, Mix hacía lo mismo. Cuando se hallaba con gente más pudorosa, observaba su mismo pudor.

Utilizando el jabón proporcionado por las copias, se quitaron la suciedad y el sudor. Mix observó a Bithniah. Era bajita y de piel obscura, pechos llenos, cintura estrecha, y bien torneadas piernas. Sus caderas, sin embargo, eran demasiado anchas para sus gustos, aunque estaba dispuesto a prescindir de esta imperfección. Especialmente ahora, estando como estaba lleno de licor. La mujer poseía un largo, denso y reluciente pelo negroazulado y un rostro agradable, si a uno le gustaban las narices largas, lo cual era su caso. Su cuarta esposa, Vicky Forde, la tenía, y la había amado más que a ninguna otra mujer. Los ojos de Bithniah eran grandes y obscuros, e incluso durante la lucha había lanzado a Mix algunas curiosas miradas. Se dijo a sí mismo que Yeshua haría mejor vigilándola más de cerca. Irradiaba el calor de una

gata callejera en la época del celo.

En cuanto a Yeshua, era algo muy distinto. Su única semejanza con Mix era física. Era un individuo tranquilo y retraído, salvo por aquel exabrupto contra Kramer, y parecía estar pensando siempre en algo remoto. Pese a su silencio, daba impresión de gran autoridad, o más bien de ser un hombre que la había tenido y que ahora; deliberadamente, la desechaba. O, quizá, de ser un hombre que rechazaba toda pretensión de autoridad.

Ya estáis lo bastante limpios dijo Channing. Salid.

¿Sabes? dijo Mix a Yeshua, poco antes de que llegase a territorio de Kramer, me sucedió algo extraño. Un hombrecillo moreno me asaltó gritando en una lengua extraña. Quería abrazarme; gemía y lloraba, y no hacía más que repetir un nombre una y otra vez. Me costó mucho convencerle de que estaba en un error. Quizá no le convenciese del todo. Intentó venirse conmigo, pero yo no quise saber nada de él. Su mirada me ponía nervioso.

»No me había vuelto a acordar de esto hasta ahora. Estoy seguro de que me confundía contigo. Y ahora que lo pienso, creo que pronunció tu nombre unas cuantas veces.

Yeshua salió de sus cavilaciones.

¿Dijo cómo se llamaba?

No sé. Probó conmigo cuatro o cinco idiomas distintos, incluido el inglés, y no fui capaz de entenderle en ninguno de ellos. Pero repitió una palabra varias veces. Mattithayah. ¿Significa algo para ti?

Yeshua no contestó. Tembló y se echó sobre los hombros una larga toalla. Mix se dio cuenta de que algo se estremecía en el interior de Yeshua. El calor del día, que llegaba a unos veintisiete grados al mediodía (no había termómetros), se esfumaba lentamente. La elevada humedad del valle lo retenía hasta que unas horas después de la medianoche caían las lluvias de siempre. Luego la temperatura descendía con gran rapidez a unos dieciocho grados y se inmovilizaba allí hasta el alba.

El sargento Channing les condujo a sus residencias. Eran estas pequeñas cabañas de bambú de una sola habitación con techos de hojas gigantescas del árbol de hierro trenzadas. Dentro de cada una de ellas había una mesa, varias sillas y una cama baja, todo ello de bambú. Había también toalleros de madera y un armero para lanzas y otras armas. Un orinal de noche de arcilla cocida reposaba en un rincón. El suelo era una plataforma de bambú ligeramente elevada. Auténtica clase. La mayoría de las chozas tenían tan sólo un suelo de tierra batida.

Yeshua y Bithniah entraron en una choza; Mix, en la otra. Channing empezó a decir buenas noches, pero Mix le preguntó si no le importaba quedarse hablando un poco más. Para acabar de decidir al sargento, lo convenció dándole un puro de su cilindro. Hubo un tiempo en la Tierra en el que Mix había fumado, pero había dejado

el vicio para conservar su imagen de héroe «limpio» para su enorme público de jóvenes apasionados por el cine. Aquí, alternaba largos períodos de indulgencia con otros de abstinencia. Durante el pasado año, había prescindido totalmente del tabaco. Pero pensó que se pondría más a tono con el sargento si le acompañaba en la fumada. Encendió un cigarrillo, tosió, y por un momento se sintió mareado. El tabaco, sin embargo, sabía definitivamente bien. Micah Shepstone Channing era un pelirrojo bajo, musculoso, y de recios huesos. Había nacido en 1621 en el poblado de Havant, Hampshire, donde se convirtió en fabricante de pergaminos. Cuando estalló la guerra civil, se unió a las fuerzas en contra de Carlos I. Seriamente herido en la batalla de Naseby, regresó a casa, prosiguió con su negocio, se casó, tuvo ocho hijos de los cuales cuatro vivieron hasta la edad adulta, y murió de unas fiebres en 1687.

Mix le hizo un cierto número de preguntas. Aunque su mayor interés era establecer unos sentimientos de amistad, se sentía curioso acerca del hombre. Le gustaba la gente en general.

Luego pasó a otros asuntos, las personalidades de los hombres importantes de Nueva Albión, su forma de gobierno, y las relaciones con los estados vecinos, especialmente el Deusvolens de Kramer, que los albionenses pronunciaban Ducevolenz.

Durante la Guerra Civil inglesa, Stafford había servido bajo el Conde de Manchester. Pero, tras perder una mano a causa de una herida infectada, fue a vivir a Sussex y se convirtió en apicultor. A su debido tiempo se volvió próspero, y pasó del negocio de la miel al comercio en general. Más tarde, se especializó en aprovisionamientos navales. En 1679 murió durante una tormenta en las afueras de Dover. Era, dijo Channing, un buen hombre, un líder nato, muy tolerante, y desde un principio había sido muy hábil en establecer e instrumentalizar su estado.

Fue él quien sugirió que siempre utilizáramos los títulos de nobleza o realeza y eligiéramos a nuestros líderes. Ahora está sirviendo en su segundo mandato como lord mayor del lugar.

¿Tienen las mujeres derecho al voto? dijo Mix.

Al principio no lo tenían, pero el año pasado insistieron en obtener sus derechos, y después de una cierta agitación, los obtuvieron dijo Channing, con una expresión algo hosca. Pueden recoger sus cosas y marcharse siempre que quieran, puesto que hay muy pocas propiedades implicadas en cualquier separación, y ningún hijo al que cuidar, y muy poco trabajo de casa o cocina que hacer. Se han vuelto enormemente independientes.

Anglia, en la frontera sur de Nueva Albión, tenía un sistema de gobierno similar, pero su jefe elegido recibía el título de sheriff. Ormondia, en el norte, estaba habitada principalmente por aquellos monárquicos que se habían mantenido fieles a Carlos I y Carlos II durante los disturbios. Eran gobernados por James Butler, primer Duque de

Ormonde, gobernador de Irlanda bajo Carlos I y Carlos II, y canciller de la

Universidad de Oxford.

En Ormondia es milord y su gracia dijo Channing. Uno diría que Inglaterra ha sido trasplantada de la vieja Tierra al Río. Pese a lo cual, los títulos son en su mayor arte honoríficos, podríamos decir, puesto que todos excepto el duque son elegidos, y su consejo tiene en él más hombres nacidos pobres pero honestos y con méritos que nobles. Lo que es más, cuando sus mujeres descubrieron que las nuestras habían obtenido el derecho al voto, lanzaron el grito al cielo y no hubo nada que Su Gracia pudiera hacer más que tragarse la amarga píldora y sonreír como si realmente le gustara la idea.

Aunque las relaciones entre los dos pequeños estados nunca habían sido cordiales, estaban unidos contra Kramer. El problema principal era que sus consejos militares conjuntos no se avenían demasiado. Al duque no le gustaba la idea de tener que consultar al lord mayor o depender de él en cualquier cosa.

A decir verdad, a mí tampoco me gusta dijo Channing. Tendría que haber un solo general supremo durante una guerra. Este es un caso en el cual dos cabezas no son mejores que una.

Los Hunos al otro lado del Río habían causado muchos problemas en los años anteriores, pero desde hacía algún tiempo se mostraban amistosos. En realidad, tan sólo una cuarta parte de ellos eran Hunos, según Channing. Habían luchado entre sí durante tanto tiempo que se habían ido matando entre ellos. Los muertos habían sido reemplazados por gente de otros lugares a lo largo del Río. Hablaban una especie de lengua franca huna, llena de palabras de otros idiomas que constituían una cuarta parte del vocabulario. El estado directamente frente a Nueva Albión estaba por el momento gobernado por un sikh, Govind Singh, un líder militar tremendamente fuerte.

Como ya he dicho hizo notar Channing, a lo largo de quinientos kilómetros por esta parte del Río la gente resucitada fue principalmente británicos del

1600. Pero hay franjas de diez a quince kilómetros en que no. A unos cincuenta kilómetros hacia abajo hay algunos cipangeses del siglo XIII, unos feroces y pequeños bastardos de ojos oblicuos. Y está Ducevolenz, que pertenece al siglo XIV y es medio alemán, medio español.

Mix le dio las gracias por la información, y luego dijo que ya era hora de irse a

dormir. Channing le deseó una buena noche.