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DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (27)

En su camino al ascensor, Burton miró hacia atrás por el pasillo. Williams estaba bajando las escaleras, aparentemente para reunirse con la multitud festejante del vestíbulo. El hombre alzó la vista y agitó una mano hacia él por encima de la barandilla. Estaba sonriendo como si disfrutara enormemente. ¿Había estado diciéndole Williams la verdad, o había estado fantaseando? El Mundo del Río era un lugar donde ningún hombre ni mujer tenía ya razones para mentir. Se habían visto librados de las sociedades e instituciones que les habían obligado, o les habían hecho creer que eran obligados, a formar personalidades protectoras e imágenes públicas. Pero la mayoría de ellos parecían no darse cuenta de ello o encontraban difícil desechar viejos e innecesarios hábitos.

Sin embargo, ir por las escaleras era una buena idea. Necesitaba el ejercicio. Dobló una esquina, pasando junto al ascensor, y avanzó por el largo pasillo hacia la escalera. La música y las voces que había oído débilmente en el otro lado del pasillo se desvanecieron. El único sonido ahora era el de sus pasos. Pero, mientras cruzaba junto a la puerta de la habitación contigua al pozo de la escalera, creyó oír un grito. Se detuvo. No había sido fuerte. Había sonado tan débil que era posible que lo hubiera imaginado.

¡No! Ahí estaba de nuevo, y parecía proceder del otro lado de la puerta.

Las habitaciones estaban aisladas, pero no eran, como las paredes de la torre, absolutamente a prueba de ruidos. Apoyó su oído contra la intrincadamente labrada puerta de roble. No podía oír ahora los gritos, pero un hombre estaba hablando fuerte en la habitación. Las palabras no eran inteligibles; el tono sí. Era amenazador y airado.

Probó el picaporte. Giró, pero la puerta no se movió. Dudó. Por todo lo que sabía, los dos de dentro, si eran solamente dos, era posible que no desearan ser molestados. Si se volvían contra él porque estaba interfiriendo en un asunto estrictamente entre amantes,

iba a encontrarse en una situación embarazosa. Por otra parte, él no se sentía fácilmente embarazado, y tenía la sensación de que se sentiría culpable si podía impedir un crimen y no lo hacía.

Llamó fuertemente con los nudillos, tres veces, luego dio un par de patadas. Una mujer empezó a gritar, pero el grito se cortó bruscamente.

¡Abran ahí! gritó Burton, y golpeó de nuevo la puerta.

Un hombre gritó algo. Sonaba como: «¡Lárgate, hijo de puta!», pero Burton no estuvo seguro.

Tomó el lanzador de rayos de su chaqueta y cortó un círculo alrededor de la cerradura. Cuando hubo hecho saltar el picaporte y la cerradura al mismo tiempo, se echó a un lado. Hizo bien. Retumbaron tres disparos, y tres balas atravesaron la gruesa madera. El hombre supuso que era un hombre quien estaba disparando poseía una pistola de gran calibre, quizá una .45 automática. Burton aulló:

¡Sal desarmado! ¡Las manos sobre la cabeza! ¡Tengo un lanzador de rayos!

El hombre gruñó una serie de maldiciones y dijo que mataría a quien intentara entrar.

¡No te servirá de nada! ¡Estás atrapado! dijo Burton. ¡Sal con las manos sobre la cabeza!

¡Puedes...!

La voz del hombre fue cortada por un golpe sordo y el ruido de un cuerpo derrumbándose. Luego la voz de Puñado de Estrellas, aguda y temblorosa, dijo:

¡Le he golpeado, Dick!

Burton empujó la puerta y saltó al interior de la habitación, el lanzador de rayos preparado. Un fornido negro, desnudo, yacía boca abajo sobre la gruesa alfombra oriental, con una mancha de sangre en la parte de atrás de su cabeza. Una estatuilla de oro, manchada también de sangre, estaba caída a su lado.

Burton maldijo. Puñado de Estrellas estaba desnuda también, y su rostro y brazos mostraban azulados moretones. Un ojo estaba empezando a hincharse. Las ropas estaban esparcidas, hechas jirones, por toda la habitación. Corrió sollozando hacia él, y Burton abrazó fuertemente su tembloroso cuerpo. Pero, viendo que el hombre estaba intentando levantarse del suelo, la soltó. Recogió la .45 automática, le dio la vuelta, y golpeó al hombre en la nuca con la culata. Sin un sonido, el hombre se derrumbó.

¿Qué ha ocurrido? dijo Burton.

A ella le costó pronunciar las palabras. Burton la llevó a una mesilla y le sirvió un vaso de vino. Ella bebió, aunque la mayor parte del líquido se derramó por su barbilla y cuello. Aún llorando, contó su historia con voz entrecortada, una historia que él había adivinado ya en su mayor parte. Puñado de Estrellas regresaba a la escalera cuando el hombre había salido por la puerta frente a ella. Sonriendo, le había preguntado su nombre. Ella se lo dijo e intentó seguir adelante, pero él la había sujetado por el brazo. Deseaba divertirse un rato con ella, dijo. Nunca antes había tenido a una mujer china, y seguro que ella era una muñequita. Y así.

Puñado de Estrellas había forcejeado mientras él la arrastraba dentro de la habitación. El aliento a whisky del hombre la enfermó cuando la besó. Cuando intentó gritar, él aplastó su mano contra su boca, cerró tras él de un portazo, le dio un empujón tan fuerte que cayó al suelo, cerró la puerta por dentro, y le arrancó las ropas.

Cuando llegó Burton, la había violado ya tres veces.

El se aseguró de que el hombre no iba a recobrar el conocimiento, obtuvo un tranquilizante del conversor, y se lo dio a Puñado de Estrellas con un vaso de agua. La metió en la ducha y la ayudó a lavarse concienzudamente, aún temblorosa y sollozante.

Tras secarla con una toalla, ordenó algunas ropas al conversor, la ayudó a vestirse, y la hizo sentar en un sofá. Utilizó la consola de la computadora para llamar a Turpin. Turpin, una vez hubo escuchado su informe, frunció el cejo y dijo:

¡Me encargaré personalmente de ese hijo de puta! Miró al hombre en el suelo y añadió:

Es Crocket Dunaway. Un auténtico buscaproblemas. Llevo algún tiempo vigilándolo. Espera, vengo inmediatamente.

Al cabo de pocos minutos, Tom Turpin, seguido por los demás miembros de su fiesta, entraron. Alice, Sophie y Aphra se hicieron cargo inmediatamente de Puñado de Estrellas y la llevaron a la habitación contigua. Turpin obtuvo una hipodérmica llena de adrenalina del conversor y se la inyectó en la nalga a Dunaway. Al cabo de un minuto, Dunaway gruñó y se puso a gatas. Cuando vio a los otros, abrió mucho los ojos. Graznó:

¿Qué estáis haciendo aquí?

Turpin no respondió. Dunaway se puso en pie y caminó vacilante hacia una silla, se sentó, se inclinó hacia adelante y se sujetó la cabeza entre las manos.

¡Hombre, tengo un dolor de cabeza que me está matando!

No es eso lo que va a matarte dijo Turpin duramente. Dunaway alzó la cabeza. Sus ojos ligeramente estrábicos e inyectados en sangre miraron a Turpin.

¿De qué estás hablando? Esa zorra vino a mí, y cuando me hice cargo de ella empezó a gritar pidiendo ayuda. No puedes culparme a mí por lo que hizo esa puta de ojos rasgados. Debió oír llegar a su hombre, y fingió que no era ella quien me había buscado.

Ella no pudo haberme oído dijo Burton. Yo no hacía ningún ruido en el pasillo. Si no hubiera oído su grito, hubiera pasado de largo junto a la puerta. Eres más culpable que el diablo, hombre.

Juro ante Dios que no lo soy dijo Dunaway. Esa zorra me pidió que la alegrara un rato. .

No sirve de nada discutir sobre eso dijo Turpin. Simplemente vamos a desenrollar tu memoria y sabremos la verdad.

Dunaway lanzó un gruñido y saltó de su silla. Se encaminó corriendo hacia la puerta, pero le fallaron las fuerzas y se derrumbó al suelo.

Aja dijo Turpin. Lo imaginé. Dunaway, nadie se escapa con bien de una violación aquí. ¡Acabas de confesar tú mismo, hombre!

Dunaway alzó la cabeza. La saliva resbalaba de su boca abierta.

¡No, juro por Dios que...!

Turpin dijo a sus dos guardaespaldas que llevaran a Dunaway hasta una silla delante de la consola de la computadora.

¡Lo sabremos en unos cuantos minutos!

Dunaway intentó debatirse, pero los dos golpes que había recibido habían minado sus fuerzas. Fue sentado en la silla, y un guardaespaldas pidió a la Computadora que extrajera los recuerdos de Dunaway de la última hora y los mostrara. Dunaway permaneció sentado, temblando y farfullando mientras la pantalla mostraba su culpabilidad.

No sólo voy a matarte dijo Turpin. Voy a destruir tu grabación corporal. No vas a tener nunca más otra posibilidad de hacerle eso a una mujer. ¡Tú mismo te lo has buscado, Dunaway!

Los gritos del hombre fueron cortados en seco por el chasquido del lanzador de rayos de Turpin. Dunaway se derrumbó sobre la silla, con un pequeño agujero, cauterizado en los bordes, a cada lado de su cabeza.

Arrojadlo al conversor e incineradlo dijo Turpin a los dos guardaespaldas.

¿Vas a disolver realmente su grabación? preguntó Nur.

¿Por qué no? Nunca va a cambiar.

Tú no eres Dios.

Turpin frunció el ceño, y luego se echó a reír.

Eres insidioso, Nur. Me has estado llenando los oídos durante tanto tiempo con esa filosofía religiosa tuya que has llegado a confundirme. De acuerdo. ¿Así que no debo destruirlo? Con lo cual, cuando sea devuelto al Valle, seguirá violando y golpeando a otras mujeres. ¿Eso es lo que deseas sobre tu conciencia?

Los Éticos en su sabiduría establecieron que cualquiera, no importaba lo malvado que pudiera ser, viviera hasta que terminara el proyecto. Sin excepciones. Yo confío en ellos. Tenían que saber lo que estaban haciendo.

¿De veras? dijo Turpin. Si eran tan listos, ¿cómo se dejaron atrapar por Loga?

¿Por qué no tomaron precauciones contra alguien como él? Alteró todo su esquema y su programa.

No estoy seguro de que no tomaran precauciones contra alguien como él dijo Nur calmadamente.

¿Te importaría explicar eso? dijo Turpin.

No tengo explicaciones por el momento. Tom Turpin se tomó su tiempo encendiendo un gran puro. Luego dijo:

De acuerdo. Admitiré todo eso que dices. Hasta un cierto punto. Por el momento, nadie está siendo enviado todavía de vuelta al Valle, de modo que Dunaway no puede hacerle daño a nadie. Pero cuando... si... la Computadora empiece a enviarlos de vuelta, no voy a permitir que Dunaway sea devuelto allá hasta que yo lo diga. Lo cual puede ser nunca. En este preciso momento no sé lo que voy a hacer cuando llegue el momento.

Hay millones de Dunaway aguardando a ser soltados como hienas encerradas desde hace mucho tiempo dijo Burton. ¿De qué sirve convertirse en juez de solamente uno?

¡Fue tu mujer la violada! dijo Turpin.

Pero ella no me pertenece, y yo no voy a hablar por ella dijo Burton. ¿Por qué, puesto que ella es la víctima... por qué no permites que sea ella quien juzgue?

Alice, que acababa de salir del dormitorio, oyó aquello. Dijo:

¡Bien, Dick! ¡Así que ella no es propiedad tuya y puede hablar por sí misma!

¡Imaginad a Richard Burton diciendo eso! ¡Has cambiado!

Supongo que sí.

Lástima que no lo hicieras antes, no inmediatamente después, de que nos separáramos dijo Alice. Eso no me hace sentir muy bien, ¿sabes? Vives muy poco tiempo con la china, y ella consigue un montón de cambios en ti.

Ella no tiene nada que ver con esto.

¿Quién tiene algo que ver entonces, Dios? Oh, eres imposible.

¿Cómo se encuentra Puñado de Estrellas? preguntó Nur.

Tan bien como cabe esperar después de... eso. Aphra, Sophie y yo cuidaremos de ella por unos cuantos días. Si tú estás de acuerdo, Dick.

Por supuesto dijo él, algo rígidamente. Es muy generoso... y compasivo... por vuestra parte.

Puñado de Estrellas se había quedado dormida bajo la influencia de un calmante recomendado por la Computadora. Burton y Frigate la llevaron en unas parihuelas a través de una entrada lateral y la colocaron en la parte de atrás de un enorme automóvil Dobler de vapor. Turpin lo condujo por la serpenteante carretera hasta la entrada. Allí Burton transfirió a la mujer a su sillón y, con ella en su regazo, voló en él la corta distancia hasta la entrada de su mundo y la larga distancia hasta el castillo de las Mil y una Noches en su centro. Los demás le siguieron. Después de que las mujeres desvistieran a Puñado de Estrellas y la metieran en la cama, Alice y Sophie salieron de su habitación.

Debería encontrarse completamente bien cuando se despierte dijo Sophie. Físicamente, al menos. En cuanto a mental y emocionalmente...

Las mujeres cuidarían de Puñado de Estrellas por turnos. Tan pronto como despertara, avisarían a Burton. Este protestó diciendo que todo aquello no era necesario. Podía

sentarse junto a su cama hasta que ella despertara y entonces hacer todo lo posible por confortarla.

Déjanos hacer algo a nosotras, también dijo Sophie.

Burton dijo que bien, de acuerdo; comprendía por qué insistían. Sentían una profunda simpatía hacia Puñado de Estrellas porque ellas también habían sido violadas más de una vez. También necesitaban cuidar de ella; aquella compulsión, si podía llamársele una compulsión, formaba parte de sus naturalezas.

Nacieron enfermeras dijo Burton a Frigate.

¿No crees que estás de suerte?

El americano no se estaba burlando. Envidiaba a la gente que deseaba ser útil a los demás.

Puñado de Estrellas se despertó a tiempo para el desayuno. Aunque bebió tan sólo una pequeña taza de té y comió parte de una tostada, estaba lo suficientemente bien como para tomar parte en la conversación. Parecía feliz de tener con ella a las tres mujeres, y la oyeron hasta reír varias veces. Sin embargo, no deseaba que Burton la tocara, y respondió a sus intentos de hablar con ella con frases incompletas o asentimientos y sacudidas de su cabeza.

Al cabo de dos días, las tres mujeres se fueron. Inmediatamente Puñado de Estrellas dejó de mirar al espacio durante largos períodos de tiempo y se atareó en varios proyectos con la Computadora.

Está retirándose en sí misma le dijo Burton a Nur y Frigate. Y no sé si es simplemente en sí misma. Parece estar enterrándose en su trabajo con la Computadora. Ha dejado de hacer lo que estaba haciendo... no habla mucho... y escucha mientras yo hablo. Pero he pasado horas, días, intentando devolverla a su antigua personalidad y he fracasado.

Sin embargo dijo Frigate, había sido violada antes.

Puede que este haya sido el trauma definitivo. La última herida, incapaz de cerrarse. No les dijo que ella se había mostrado animada y genuinamente interesada durante un

corto tiempo cuando le había preguntado qué deseaba hacerle a Dunaway. Había respondido que no deseaba destruir su grabación. Realmente el hombre merecía el olvido eterno, pero ella no podía hacer algo así. Dunaway debía ser castigado, para que aprendiera algo de ello. Aunque dudaba mucho del resultado. Finalmente, dijo que iba a olvidar cualquier tipo de castigo. Deseaba simplemente olvidar todo aquello, aunque no lo conseguía.

El desinterés volvió de nuevo a su rostro y voz, y guardó silencio.

Nur habló con ella, pero informó que no podía encontrar ninguna forma de llegar a ella y aportarle alguna luz. Su alma se había oscurecido. Esperaba que no siguiera así por siempre.

¿Pero no sabes si ella... seguirá con esta actitud? dijo Burton. Nur se alzó de hombros.

Nadie lo sabe. Excepto quizá la propia Puñado de Estrellas.

Burton se sintió frustrado y, en consecuencia, irritado. No podía descargar su irritación en ella, así que la derivó hacia Frigate y Nur. Sin comprender lo que le estaba afectando, soportaron sus insultos durante un tiempo. Luego Nur dijo que volvería a ver a Burton cuando Burton volviera a mostrarse racional. Frigate parecía pensar que podía resistir más de lo que Nur había resistido, quizá en recuerdo de los viejos tiempos, o quizá porque alguna parte dentro de él gozaba con aquellas discusiones. Una hora después de que Nur se marchara, sin embargo, Frigate se levantó de su silla, arrojó su vaso medio lleno contra la pared, dijo «Me largo de aquí», y eso hizo.

Unos cuantos minutos más tarde entró Puñado de Estrellas. Miró al whisky derramado y al caviloso rostro de Burton. Entonces, sorprendentemente, fue hacia él y le dio un beso en los labios.

Me siento mucho mejor ahora dijo. Creo que puedo volver a ser la mujer alegre que tú quieres que sea, que yo quiero ser. No tendrás ninguna razón de preocuparte por mí a partir de ahora. Es decir, excepto...

Me siento muy feliz de oírte decir esto murmuró Burton. Creo. ¿Hay algo que siga preocupándote?

Yo... no estoy preparada para irme a la cama contigo, todavía. Me gustaría, pero no puedo. Sin embargo creo, Dick, que no pasará mucho tiempo antes de que pueda, y entonces estaré completamente dispuesta. Simplemente sopórtame hasta entonces. Muy pronto llegará el momento.

Como te he dicho, me siento muy feliz. Puedo esperar. Sólo que todo esto es tan repentino. ¿Qué es lo que ha causado esta metamorfosis?

No lo sé. Simplemente ha ocurrido.

Muy curioso dijo él. Quizá lo sepamos algún día. Mientras tanto, ¿te importaría si nos besáramos un poco más prolongadamente? Te prometo no ir más lejos.

Por supuesto que no.

La vida para Burton volvió a la rutina que era antes de la violación de Dunaway. Puñado de Estrellas era más habladora, incluso a veces agresiva, durante las reuniones. Verbalmente agresiva, en el sentido de que estaba más dispuesta a discutir, a presentar sus puntos de vista. Sin embargo, pasaba tanto tiempo con la Computadora como cuando se mostraba profundamente trastornada. A Burton no le importaba. Tenía sus propios proyectos.