¡Incluso Dios tiene que arrodillarse y suplicar misericordia!

—Al escuchar esto, las pupilas de Zheng Jingming prácticamente se dilataron de shock mientras miraba al joven en traje frente a él.

Una figura delgada de muchos años atrás parecía solaparse lentamente con la espalda de este joven.

Parecía cada vez más familiar.

El cuerpo de Zheng Jingming tembló. No sabía si debería estar enojado o sorprendido.

¡Hace cinco años!

¡Mansión del Lago de las Nubes!

Jamás olvidaría aquella noche.

Esa noche, presenció cómo su hermano moría delante de sus ojos.

Esa noche, también fue testigo de cómo la familia Ye desapareció de la noche a la mañana.

Desde aquella noche, había obtenido todo gracias a sus elaborados planes y estrategias.

Se había deleitado con el placer que le proporcionaba el poder y el dinero.

¡Pero a menudo se despertaba en medio de la noche a causa de pesadillas!

En esa pesadilla, veía a la familia de tres abrir sus manos para arrastrarlo y reclamar su vida.

No creía en el karma ni en los fantasmas.