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Capítulo 3

Al comprobar lo increíblemente fuerte que es nuestro adversario, algunos estallan en pánico y comienzan a gritar aterrados luego de dejar caer sus armas, ponerse las manos en la cabeza y rostro con los ojos completamente perdidos en el terror ya casi en la demencia.

—¡Vamos a morir de nuevo!

—¿¡Por qué nos sucede esto!?— Sus gritos se transforman en alaridos de ruegos y súplicas.

Salen corriendo tratando de huir hacia algún sitio pero son frenados de forma sorpresiva por estacas de piedra que surgen del suelo atravesándoles el cuerpo; se escucha nuevamente al administrador del juego que dice muy enojado —¡Creo haber dicho que la cobardía no será tolerada! ¡Todo aquel que huya morirá!

En este momento ya ninguno de nosotros sabe a quien temer más si al "Administrador" (qué es cómo le empezamos a nombrar) o al gigante.

Pero de cierto modo se calma la situación de caos que había comenzado a imperar, cuando resalta la voz de un hombre de alrededor de unos treinta años, vestido con ropas de militar con un pantalón de camuflaje y una camiseta de mangas cortas color negro.

—¡Sepárense, amontonados se lo ponemos más fácil!— grita mientras corre alejándose ¡Y cuando les de la más mínima oportunidad atacad a sus tobillos y talones para hacerle caer!— Cuyas zonas de sus pies se pueden alcanzar por entre pequeñas aperturas entre toda la protección de hierro que lleva encima.

Todos le obedecemos sin dudar y nos esparcimos alrededor del gigante.

Pero cómo es de esperar la nula habilidad de combate de muchos de los nuestros no ayuda en nada pues nuestro enemigo continúa matando uno tras otro.

Y justo en el momento en que él se abalanza para aplastar cómo a cucaracha a uno, un pequeño grupo de tres aprovecha para atacar a su pie izquierdo que quedó por detrás.

Este grupo tiene dos hombres y una mujer que son los primero en incrustar sus espadas de punta por debajo del tobillo, haciendo que nuestro adversario emita un gruñido de dolor, la mujer le hace un ligero corte por encima del talón con la hoja de su lanza, pues el sujeto logra retirar el pie justo a tiempo antes de que el corte fuera lo suficientemente profundo.

Se queda algo adolorido y su anterior velocidad se ve muy reducida, pero no para de balancear su enorme espada de un lado a otro impidiendo que nos podamos acercar demasiado, sigue siendo muy peligroso y sin titubear continúa asesinando a más personas pues nada más alguien llega a su radio de alcance lo rebana de inmediato y a pesar de estar adolorido todavía se desplaza apoyándose de la otra pierna mediante saltos.

Observo a éste repeliendo a todo el que se le acerca, con una fijación que prácticamente ni parpadeo. —Tiene que haber algún tipo de ataque que lo deje desprotegido, y así podré aprovechar la situación para darle el golpe definitivo a ese talón— Digo entredientes con enormes gotas de sudor cayendo por mi frente.

En un momento dado que logra arrinconar a un lancero que se ve obligado a arrojarle su arma incrustándosela casualmente en una mano, provoca que el agresor se enfurezca aún más y alce directo al cielo su colosal espada para luego precipitarla sobre el aterrado hombre y divida su cuerpo justo por la mitad.

Entonces es cuando yo aprovecho mi oportunidad y me desplazo velozmente como un atleta olímpico hacia la meta, le corto con un solo movimiento el talón previamente herido, y comienza a salir un chorro de sangre oscura cómo el alquitrán, dejando expuesto el ligamento sesgado que se ve acompañado con un fuerte y grotesco grito del corpulento hombre.

Inmediatamente nuestro adversario cae de rodillas haciendo que el suelo se estremezca similar a un terremoto debido al gran peso de su colosal cuerpo, pero reacciona casi que de forma instintiva contra mí, dirigiendo su puño cómo si fuera un martillo pretendiendo aplastarme.

En este momento siento una gran energía que recorre todo mi cuerpo surgida de mi espada que comienza a vibrar ligeramente; lo veo todo cómo si el mundo a mi alrededor se moviera en cámara lenta y me desplazo cómo un rayo hacia atrás, librándome con amplio margen del impacto que da en el suelo causando un estruendo y creando un cráter igual al causado por estallido de una bomba.

Me quedo completamente perplejo y maravillado con la grandiosa habilidad que se me ha otorgado, al punto que se puede plasmar evidentemente en mi rostro cómo cuando a un niño le dan su regalo de Navidad. —¡Esto es increíble! ¡Jamás hubiera imaginado que algo así fuera posible!— Exclamo con suma incredulidad de lo que acaba de pasar.

Luego dirijo mi mirada con seriedad y hasta con una pizca de arrogancia al gigante que se me queda observando fijamente y aunque no le puedo ver el rostro, estoy seguro que está aún más sorprendido que yo.

Le digo apuntando con mi espada en un tono de ira. —¡Ahora vas a pagar por todos los que has matado!

Nuevamente siento cómo esa energía recorre todo mi cuerpo y se concentra en mis piernas, pongo mi espada apuntando hacia atrás, me inclino ligeramente hacia el frente y salgo disparado a un velocidad casi imperceptible al ojo humano.

El colosal hombre trata interceptarme en el camino, balanceando su espada por encima de mí que fácilmente esquivo moviéndome a un lado para después cortar completamente su mano por la muñeca haciendo que el hombre grite muy adolorido mientras la sostiene con la otra.

No me detengo y trepó corriendo por la pierna que tiene apoyada en el suelo con la rodilla para seguir por sobre su brazo y de un salto llegar a la altura de su cuello, realizando en el aire un gran corte por el lado.

Seguidamente brota su oscura sangre de la herida igual al agua de un manantial; en este momento me siento victorioso y confiado, demasiado diría yo pues antes de llegar al suelo él aún persistente coloso me atrapa con su mano izquierda y me comienza a aplastar como si fuera una lata de soda vacía, mientras me lleva justo frente a su rostro para mirarme muy fijo. —¡Yo voy a morir pero tu te vas conmigo!— Dice con voz fuerte y furiosa.

En este instante puedo sentir cómo los huesos de mi cuerpo se empiezan a doblar y mi respiración se va haciendo cada vez más lenta, haciéndome recordar la forma en que morí antes y ahora pensar que me va a suceder de nuevo...

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