Pasaron unos minutos y todos en la habitación habían sacado los frascos del cadáver de Sofía. Al sacar los frascos, los muchachos se dieron cuenta de que todos los frascos guardaba en su interior un papel con un dibujo muy similar al que había obtenido Dante: por lo que todos los papeles tenían un gato caricaturesco atrás de las rejas en una de sus carillas y en la otra carilla tenían un número del 1-4 alrededor de un círculo.
Actualmente, los cuatro supervivientes se encontraban acomodando los papeles arriba de la mesa enfrente del sillón. Los dibujos fueron ordenados por los muchachos en función del número que estaba indicado con un círculo en el dorso de los papeles.
Acto seguido, uno de los chicos comenzó a dar vuelta los dibujos mostrando cuatro gatos tras las rejas. Abajo de cada gato había un nombre y dos números sin un significado aparente: "William-01,Dante-10,Benjamín-23,Henry-32"
—Según recuerdo mencionaste que te llamas Dante, por lo que el nombre no debería importar...—Comentó Henry; que era él más frío del grupo y el que había ido al sillón de una persona—Lo que debe importar de verdad son los números.
—Los números deben hacer referencia a un canal de televisión o a un número de teléfono—Comentó Benjamín; que era el chico que había sido ahorcado con la mano que salió de la televisión—No hay nada más que utilice números en esta sala.
—Comprobemos con el teléfono—Comentó William, todavía incómodo porque le habían obligado a cortarle la pierna a una persona—¿Alguno de ustedes tres sabe cómo emplear el teléfono con disco de marcar?
—Sí...—Respondió Benjamín con bastantes dudas—¿Marcó los números en el orden arriba de la mesa? ¿Es decir, el 0110-2332? Le falta algún código que indique el lugar.
—¡Probemos ese número, no hay nada que perder!—Comentó Dante animando a los chicos a continuar con el desafío propuesto por la habitación.
Con algo de dudas sobre cómo funcionaba el teléfono, Benjamín se las ingenió para marcar el número.
Luego de un rato alguien pudo oírse del otro lado del teléfono respondiendo a los chicos atrapados en esta habitación:
—Mucho gusto, habla con el oficial de la comisaría del nivel 40, ¿Cómo podemos ayudarlo, señor?
—¿Policía? ¿Eres del ejército?—preguntó Benjamín con miedo, pero antes de que la otra persona pudiera responder, Henry corrió hasta el teléfono y apretó el botón para apagar la llamada cortando la charla.
—¡Estás loco! ¡Apenas te dijo que era un policía, tenías que cortar!—Gritó Henry con enojo y bastante miedo—¡Esos mercenarios van a rastrear la llamada y nos van a matar! ¡Que no recuerdas que somos desertores, idiota!
—¡No creo que sigamos en el país!—Se quejó Benjamín con enojo por los gritos—Tampoco creo que sigamos en nuestro mundo: ¿Acaso no viste la cosa que salió del televisor o eres ciego?
—Más que desertores, somos rehenes, no nos permiten huir por ser hombres...—Murmuró William con enojo.
—Dudo que estemos en nuestro mundo...—Comentó Dante tratando de ayudar a asentar esa idea.
Pero mientras Dante dijo eso, el muchacho miró los dibujos de gatos encerrados arriba de la mesa: esos dibujos eran muy similares a un cartel de búsqueda y ellos acababan de matar a una persona. Llamar a la policía probablemente era una trampa; no obstante, Dante no mencionó el problema y observó cómo la situación se desarrollaba.
—¿Si no llamo a la comisaría, como salimos?—preguntó Benjamín con mal tono; aun con enojo por los gritos—¿Tienes alguna pista de como escapar, tarado?
—Podríamos probar algún otro número...—Comentó William en voz baja, tratando de bajarle el tono a la conversación y tranquilizar a sus dos compañeros.
—Poner números aleatorios no funciona, ya lo probamos antes—Respondió Benjamín aun enojado—¡Llamemos a la comisaría y pidamos ayuda!
Al decir eso, Benjamín volvió a marcar el número de teléfono y la comisaría no tardó en responderles:
—Mucho gusto, habla con el oficial de la comisaría del nivel 40, ¿Cómo podemos ayudarlo, señor?
—Nos encontramos atrapados en una habitación—Comentó Benjamín mirando con sospechas a Henry; Benjamín no quería que su compañero vuelva corriendo a cortarle la llamada.
—Qué desgracia, ¿en qué piso estás, muchacho?—preguntó el oficial del otro lado con un tono de voz preocupado.
—No sé en qué piso estamos...—Comentó Benjamín sin entender a qué se refería con pisos—Pero estamos en una habitación amarilla que parece un living y la puerta es una bóveda de banco.
—Está bien, creo que sé donde queda eso—Comentó el oficial con preocupación—Esa habitación es algo peligrosa, ten cuidado, hay unos gatos de caricatura muy malvados viviendo en ese cuarto.
—¡¿Conoces cuáles son los peligros de esta habitación?!—preguntó Benjamín con preocupación.
—No te alteres, muchacho...—Comentó el oficial con calma tratando de que el joven no colgara por los nervios—Estate tranquilo, mandaré a alguien a visitar la habitación en unos minutos, por cierto, ¿cómo te llamas?
—Me llamo Benjamín, ¿Conoces cuáles son los peligros de esta habitación?—Volvió a preguntar Benjamín notando que el oficial lo había ignorado.
—Así que eres, Benjamín...—Repitió el oficial con tono incrédulo—¡¡Tú eres el peligro de esa habitación, asesino!!
Cuando el oficial gritó, las luces de la habitación se apagaron y el televisor se prendió de golpe en el mismo canal lleno de estática que se había visto antes. La luz del televisor iluminó vagamente la sala, provocando que el miedo a la oscuridad vuelva a surgir en los muchachos.
El ruido blanco de la estática se estaba volviendo cada vez más fuerte y antes de que los muchachos pudieran correr a los sillones rojos para sentarse, un bulto comenzó a formarse en la pantalla del televisor.