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Capítulo 52: El poder de los recuerdos (parte 2)

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Aldea Scarecrow. Imperio Violet Blood.

Una mujer joven, no aparentaba más de veinticinco años, con el cabello negro azabache y con reflejos azules largo hasta la mitad de la espalda, piel clara y suave, ojos brillantes de color verde, casi amarillos, llevaba una suave sonrisa en sus delgados labios pero sus ojos no expresaban nada más que frialdad e indiferencia. Estaba sentada junto a la ventana de una pequeña mansión en esa aldea, viendo atentamente como la tormenta cesaba gradualmente.

- Lady Gabriella Medicci, su prometido el Señor Jean Pierce está aquí - una sirvienta de ojos rojo anaranjado llamó a la mujer desde la puerta con su cabeza inclinada y extremo respeto en su voz.

- Mm - la mujer se levantó y caminó hacia el vestíbulo, sus zapatos de tacón resonaban al caminar sobre el suelo de mármol blanco alfombrado en rojo.

En el vestíbulo estaba parado un hombre que aparentaba unos treinta años, tenía un carisma que atraía a todo el mundo. Su semblante era tranquilo, tenía el cabello castaño oscuro y cejas afiladas como espadas, sus ojos eran de un exquisito color dorado que le daba una apariencia extremadamente atractiva, delgado y alto, pero a pesar de la edad que decía tener en realidad era algo mayor pero su apariencia juvenil le permitía mentir.

- Jean - la mujer que antes era fría ahora sonreía cálidamente al ver al hombre.

- Gabby - el hombre le sonrió de vuelta y se acercó para abrazarla por la cintura.

- Ya empezó - la mujer se separó para ver directamente a los ojos dorados del hombre.

- Lo sé. Todo empieza con la Tormenta de luz... y terminará en la muerte de Adagio - el hombre se giró para ver a través de la ventana algo empañada.

- Ella no lo recordará sin la ayuda de una sirena con poderes de hielo - Gabriella miró seriamente a Jean - y ya la tiene.

Jean asintió sonriendo suavemente, sus ojos dorados brillaron intensamente al pensar en esa indiferente mujer... Alexandra Snowy.

- Hermanita... muy pronto nos volveremos a ver...

***

Fog Spell. Mansión Frank.

Alexandra se puso un abrigo debido al frío, su mirada otra vez había vuelto a la normal tranquilidad e indiferencia.

Escuchó el golpe en la puerta y la abrió con sus poderes de telequinesia, observó a la pareja parada en la puerta y una sonrisa sincera pasó por sus labios, su voz era suave y melodiosa mientras decía:

- Sabía que lo lograrías.

- No me agradezcas aún. No ha terminado - Vanessa sonrió suavemente mientras su expresión era tranquila pero en sus ojos había una leve frialdad que era difícil de ocultar.

Alexandra sonrió mientras asentía en acuerdo, está prima suya siempre había sido muy madura pero desde que se convirtió en sirena había adquirido la sensatez de una bruja blanca de mediana edad. Si, a las sirenas se las podía considerar brujas, la belleza etérea y duradera era muestra de ello, su magnetismo y encanto demostraba que la magia las rodeaba, aunque era una magia que no podían controlar fácilmente, las que lograban hacerlo dejaban de ser simples sirenas y se volvían brujas blancas, uno de los tipos más poderosos de bruja blanca, las que manejaban las fuerzas de la naturaleza. Y si lograban manejar la maldición de la belleza esto las convertiría en brujas mestizas porque separaría su forma de sirena de su forma de bruja. Al parecer Vanessa estaba en el grupo de brujas blancas porque su naturaleza territorial no nubló su juicio, pero Alexandra presentía que en algunos años ella será una bruja mestiza, igual que ella...

- Hija, tú... - Samantha tartamudeo con confusión, Zemira había tratado de explicarle la condición de Vanessa pero ella no podía creerlo, no podía creer que su hija mayor, el orgullo de la familia Hunt, ahora fuera una sirena.

- Madrina tiene razón. Ahora soy una sirena. Fue un accidente pero no me arrepiento - Vanessa dijo con una cara sería - ¿También me alejarán cómo hicieron con Adelaida?

- Ese no fue el caso... - Samantha se puso pálida al escuchar la reprimenda de su hija.

- No fue por ser diferente que la alejamos de la familia - Milo se levantó abruptamente de su asiento, su rostro levemente oscurecido.

- ¿Por qué fue entonces? - Vanessa se cruzó de brazos mientras fruncía los labios.

- ¡Fue por él! - Milo señaló con la mirada al Lord quien no se molestó en mirarlo mientras miraba cariñosamente a Alexandra.

Vanessa giró su cabeza hacia el Lord y soltó una agraciada carcajada:

- La unión de almas no se rompe así de fácil, de hecho no se rompe ¡Jajaja!

- ¿Unión de almas?

Alexandra levantó la mirada atónita hacia Vanessa quien señaló su cuello con suavidad, la marca de la unión de almas apareció claramente en su cuello y todos pudieron verla claramente antes de que Vanessa desviará su mano y la marca desapareciera después.

- ¿Cómo lo sabes? - Alexandra entrecerró los ojos con cautela.

- El agua tiene memoria... Alexandra, ¿cierto?