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Capítulo 45: Silenciosa lagrima...

- ¿Por qué hermano mayor y hermana mayor pelean tanto? - Rebecca parpadeó sus grandes ojos azules, adormilada, no entendía por qué sus hermanos peleaban tanto y no le gustaba verlos discutir, le desagradaba.

- Tranquila Becki, tus hermanos solo discuten de vez en cuando... pero ellos prometen no volver a hacerlo... ¿no es así? - Tiana miró con enojo no disimulado a sus hijos, ellos bajaron la cabeza y apretaron los labios - Vuelve a dormir ¿de acuerdo? - Tiana acarició suavemente la cabecita de Rebecca, ella solo asintió y volvió a recostarse en el cálido abrazo de su madre.

***

Fog Spell. Mansión Frank.

Alexandra miraba desde el piso de arriba como sus tíos entraban a la casa, sus ojos se encontraron por unos segundos pero ella se dio la vuelta y regresó a su habitación, dando un portazo cuándo cerró la puerta. Camino hacia la gran ventana y la abrió de par en par.

- Miau.

[Ama, ¿por qué no baja a saludar al Maestro Hunt y su esposa?]

Stella habló desde la rama de un árbol cercano a la ventana, estaba escondida entre las ramas y lo único que Alexandra podía ver de ella eran las puntas de sus orejas.

- Lo haré después - el rostro de Alexandra era inmutable, ninguna emoción se mostraba en ella y sus ojos eran pozos dorados como agua tranquila.

- Miau.

[...Pero es su familia, ama]

- ¿Y? Yo esperé cuatro años por su visita, ellos pueden esperar unos minutos por mi llegada - Alexandra dijo esto como si se tratara de hablar del clima, su expresión era ilegible y sus ojos eran extremadamente tranquilos.

- Mau...

[Cómo quiera... Iré a jugar con el brujo de ojos color avellana]

Después del último maullido sólo logró verse un rayo de color blanco que descendía por el tronco del árbol con agilidad.

Alexandra observó con indiferencia, se dio la vuelta y cerró la ventana, luego camino hacia el espejo de su habitación y miró fijamente el reflejo en él, había cambiado, aunque nadie más lo notaba había cambiado, ya no era la niña alegre y elegante que fue cuando sus padres vivían, ya no era la jovencita feliz que fue cuando vivió con sus tíos, y sin duda no era la adolescente talentosa que vivió durante cuatro años con los Frank... la ignorancia es felicidad se decía, ella ya no era ignorante, la risa maniática de Adagio Snowy resonaba en su cabeza...

'- ¡Ja! Aún estando atada eres insolente, acabaré contigo rápidamente y después tomaré el control del Imperio Luna Roja, como Señora del imperio. (...)

- ¡Y ahora acabaré contigo, bruja mestiza!

- Y aún así estás atada frente a una hoguera para ofrendar.

- En la guerra todo se vale, ¡acéptalo! ¡perdiste!

- ¿Alguna última palabra? '

El puño de Alexandra se apretó fuertemente, esa mujer había matado a su familia y por su incompetencia su segunda familia también murió, sus ojos ya no estaban tranquilos ya que eran pozos de ira y frustración. Una silenciosa lagrima se deslizó por su mejilla, ella se la limpió de inmediato y suspiró, calmando gradualmente sus emociones y volviendo a su total indiferencia.

Abrió silenciosamente la puerta de su habitación y salió de ella, cerrando suavemente la puerta intentando no hacer ruido, se dio la vuelta y dio un paso hacia adelante solo para chocar con alguien, retrocedió y levantó la mirada.

- ¿Sabes que parece como si quisieras escapar de casa? - Edward sonrió burlonamente, con sus ojos maliciosos posados sobre la hermosa mujer de la que se había enamorado.

Alexandra vio por el rabillo del ojo al pequeño gato a unos pasos del hombre, le lanzó una mirada mortal mientras decía con los dientes apretados:

- Traidora...

Edward tomó el mentón de Alexandra y le sonrió cariñosamente, con una voz muy suave y encantadora le preguntó:

- ¿A donde pensabas ir?

- ¿Quién? ¿Yo? - Alexandra puso una cara de inocencia bastante creíble pero no convenció a Edward.

- No, tú no... el caballo que está en el establo - Edward revoleó los ojos con burla en su voz.

- Muy gracioso - Alexandra frunció el ceño y dió un fuerte pisotón a Edward.

- ¡Ah! - él se quejó lastimosamente mientras saltaba en un pie por el dolor.

Alexandra se dispuso a correr escaleras abajo cuando él la levantó en brazos y la puso sobre su hombro.

- ¡Bajame!

- No - fue una respuesta muy firme que no dejaba espacio a la discusión.

- ¡Edward! ¡Bajame por favor! ¡¡Edward!!

- Necesito castigarte por haberme pisado - él sonrió maliciosamente mientras abría la puerta de la habitación de ella, entró y la cerró suavemente mientras ella se removía para intentar escapar de él. La soltó sobre la cama y atrapó su cuerpo bajo el suyo.

- Déjame escapar ¿por favor? - ella uso su última carta de triunfo mientras suplicaba con los ojos llorosos y el rostro enrojecido.

Él sonrió mientras acariciaba el lóbulo de su oreja, luego dijo con su voz ronca:

- Sigue mirándome así y te arranco el vestido en seguida.

Alexandra enrojeció como un tomate y desvió la mirada, tartamudeando:

- Por... por favor, te pido que m-me dejes ir... esta vez...

Edward acercó su rostro un poco, estaban tan cerca que podían sentir sus respiraciones entrecortadas.

- ¿Qué gano si te dejo ir? - él le susurró acercándose más a ella.

- T-te lo compensaré en la noche - Alexandra no podía mantener su seductora mirada, estaba haciendo todo lo posible para no caer en la tentación de sus encantos y caricias.

Edward beso suavemente sus labios para después alejarse y levantarse antes de decir:

- Espero no arrepentirme...

- No l-lo harás - Alexandra respiró hondo para calmar los latidos de su corazón y para volver a reconstruir su fachada de indiferencia, ese hombre la hacía perder la cordura, era casi imposible para ella resistirse a su cercanía.

Edward sonrió cariñosamente y se dió la vuelta para irse, sus pasos gradualmente se alejaron hasta que Alexandra ya no los escuchó más.