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Capítulo 39: Chica bendecida (parte 3)

- ¿Qué pasa? - Vanessa parpadeo sus ojos al ver que Marc se le quedaba viendo con una expresión extraña.

Marc reaccionó y desvió su mirada hacia la pared, luego se aclaró la garganta para responder:

- ... Nada... Me alegro de que estés bien...

Vanessa lo miró con duda en sus brillantes ojos color ciruela, ella no notaba el cambio exacto pero si podía sentir que había algo diferente en ella, por primera vez en su vida sentía que no tenía sed de sangre, sólo se sentía cansada sin razón alguna.

***

Al día siguiente.

Vanessa despertó renovada de energía, se lavo la cara y se vistió, al verse en el espejo por unos segundos descubrió que sus ojos tenían un color índigo extraño, pero estaba de buen humor y por lo tanto lo ignoró. Salió al comedor y devoró el desayuno que la señora Pattinson había preparado, no tocó la copa de sangre que la criada le había ofrecido, al ver la sangre sintió que su estómago se revolvía con espasmos.

Al ver que la niña no tocó la copa Helen Pattinson le echó una mirada a su esposo, quién frunció los labios en preocupación, Marc miró a la criada llevarse la copa de sangre con sorpresa no disimulada en sus ojos. Marc estaba preocupado pero no lo expresó abiertamente simplemente le echó una o dos miradas de vez en cuando a Vanessa, quién ignoraba por completo el efecto que había causado al rechazar la sangre y que sólo comía con una expresión gustosa.

Robert decidió darle el día libre a Marc para que pudiera llevar a la niña a casa, pero su conciencia no estaba tranquila, el rostro ya hermoso de la joven se había vuelto más encantador de la noche a la mañana, algo le había pasado a la niña y Robert podía imaginar qué, esa niña iba a causar algunos problemas en el futuro con su belleza hipnotizante... chica bendecida, fue lo primero que Robert pensó de ella cuando se alejaban en el caballo, pero a veces las bendiciones podrían ser un arma de doble filo y Robert sabía que el que iba a sufrir con el otro extremo de la daga era... Marc.

***

Residencia Frank.

Alexandra abrió bruscamente los ojos, su mirada era turbia, estaba en una pequeña cascada bastante lejos de la casa, estaba vestida con un simple vestido blanco, estaba tirada en el suelo con los pies refundidos en el estanque. Se sentó despacio para ver en donde se encontraba, cuando escuchó que crujían ramas secas detrás de ella no se movió, en su lugar movió los pies para sacarlos del agua fría para ponerlas frente a su pecho y abrazarlas con sus manos.

Edward le puso la mano en el hombro, ella levantó la mirada y lo observó por unos segundos antes de volver a bajar la cabeza.

- ¿Estas bien? - Edward se sentó junto a ella mientras le preguntaba.

- Supongo que si. Tan bien como puedo estar después de transformarme en lobo - respondió Alexandra suspirando.

- Será así hasta que cumplas 30 años, después de eso, la luna ya no te afectará - Edward le acarició la cabeza con cariño.

- Eso espero. ¿Por qué tú no te afectas por la luna llena? - preguntó ella parpadeando sus ojos dorados.

- ¿Cuantos años crees que tengo? - él le sonrió burlonamente mientras esperaba una respuesta.

- Noventa... - Alexandra susurró por lo bajo mientras levantaba la cabeza para mostrar su sonrisa radiante - ¡Ay!

Edward le pellizcó en brazo para hacerla quejarse, luego le dijo con su voz ronca:

- Que tal si te demuestro cuántos años tengo esta noche, ¿Mm?

Alexandra enrojeció ante esta declaración, se levantó rápidamente y se dió la vuelta para ocultar su rostro. Edward rió mientras se levantaba para abrazar su cintura y atraerla en su abrazo, mientras aspiraba su singular aroma.

- Volvamos, tengo hambre - Alexandra sonrió cálidamente mientras empezaba a caminar halando la mano de Edward con entusiasmo, él la dejo ser y le dedicó una mirada cariñosa.

***

Vanessa se sentó en la sala de estar mientras leía una carta de su padre, no se sentía enojado pero lo que decía la carta la preocupó, su padre escribió que iría por ellas junto con su madre, Vanessa sabía que su madre lo había apaciguado pero que llegaría más rápido de lo que ellas habían llegado allí, suspiró pesadamente y dejó el papel a un lado.

- ¿Eso es una carta de padre? - Jessica se acercó desde el segundo piso, tenía una sonrisa radiante en sus labios.

- Si. Probablemente llegue junto con madre en un par de días - respondió Vanessa lanzándole el papel a su hermana.

Jessica miró la carta unos segundos, después observó a su hermana y se dió cuenta de que su rostro se había vuelto extremadamente hipnotizante, pero eso no era todo, su piel había tomado un color crema bastante sano y bonito, a diferencia de su tez pálida de vampiresa, y sus ojos... sus ojos habían tomado un color azul transparente, asemejando pequeños estanques de agua de manantial, ya no emanaba imponencia como cualquier vampiro de sangre pura, ahora su aura era de extrema elegancia y encanto, su aura hipnotizante hacia que las personas quisieran cuidarla y amarla. Jessica pensó que era una chica bendecida, tenía la clase de belleza que haría que un reino enteró cayera por ella, su hermana ya era bonita como vampiresa pero su apariencia actual era mil veces más atrayente, Jessica entrecerró los ojos al sentir que algo había cambiado en su hermana.

- Vania ¿sangre o pescado? - preguntó Jessica casualmente.

- Pescado - respondió Vanessa sin notar la trampa que le había tendido su hermana menor.

De ahora en adelante saludaré en el siguiente capítulo al primero en comentar

Sus opiniones son muy importantes para mi, ¡no lo olviden!

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