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El Hijo de Dios

¿Qué pasa cuando uno muere? Es una pregunta qué ha estado en mente de todos desde el inicio de los tiempos, pero la verdadera pregunta es: si lo supieras ¿Guardarías el secreto? ¿Lealtad y honor? ¿Amor a la patria? Hay muchas razones para pelear en una guerra, pero son pocas las verdaderas para entregar la vida. Esta es la historia del joven Gustavo Montes, un soldado del ejército Mexicano, que por querer tener una vida digna, para él y su familia, murió asesinado en batalla. Pero por fortuna o desgracia, viajó a otro mundo, uno lleno de criaturas misteriosas, magia y aventura. ¿Qué le deparará el destino?

JFL · Fantasy
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Emociones fuertes

  Al notar que el joven había desaparecido de la zona, sus corazones por fin se tranquilizaron, suspirando de alivio, no sabían porque, pero aquella mirada simple poseía una fuerte sensación de opresión, era como si dentro de su cuerpo, habitara un ser deseoso de sangre.

  --Mis padres han muerto --Un hombre, vestido con harapos y cubierto por manchas negras en su cuerpo, habló--, también mi esposa, ya no me queda nada --Miró al cielo--, solo un viaje a las puertas de la muerte --Bajó la mirada y observó a la multitud de personas--. El joven ya nos salvó una vez, no podemos ser malagradecidos y esperar que siempre lo haga... les recomiendo que acepten su propuesta, pues todavía hay muchos que tienen a alguien a quién cuidar. --Suspiró y, comenzó a caminar hacia una de las puertas de la ciudad, despidiéndose con sus débiles pasos.

  --Sí nos quedamos, seremos presas de esos malditos, aunque el joven es fuerte, no creo que pueda hacer lo que promete, recuerden que el rey Farkras posee magos poderosos bajo su bandera. Yo opino que debemos prepararnos para pelear. --Dijo una dama, con el ceño fruncido y la mirada decidida.

  --Lo que dice la herbolaria Jens es correcto --Dijo un hombre alto, calvo y, con una espesa barba negra--, no podemos confiar en que los hechizos del joven nos proteja.

  --El señor Degg tiene en su colección una gran variedad de armas encantadas, podemos hacernos con ellas y pelear. --Dijo alguien en la multitud.

  --El joven dijo que el señor Degg es el culpable de nuestra desgracia, deberíamos matarlo también.

  --¡Por los dioses! ¡¿De qué mierda estás hablando, Luren?! El joven héroe solo dijo que una poderosa bestia había despertado, solo eso. --Refutó una dama con el ceño fruncido.

  --¡Pudrete, Zena! Todos vimos lo que existe para sobrevivir, todos escuchamos tus palabras ¡Querías vendernos! --Expusó el hombre.

  --¡No me vengas con juegos morales, bastardo! ¡Yo misma te vi escondiendote debajo del cuerpo muerto de tu esposa! ¡Eres peor que basura!

  --¡Basta, ambos! --Gritó Nira con una expresión dura y seria, interrumpiendo el comportamiento infantil de ambos individuos, quienes ya estaba preparados para asestar el primer golpe.

  --¡No te metas en esto, guerrera roja! --Dijo la dama con furia.

  --Le jure lealtad a esta ciudad y, fuí titulada como segunda comandante y, como tal, tengo plena autoridad de castigar a quienes alteren el orden, así que --Con su dedo pulgar levantó un par de centímetros la espada de su vaina--, no me hagan repetir mis palabras. --Su mirada demostraba que no estaba jugando.

Los individuos se calmaron al instante, podían vociferar sus palabras de odio y, talvez hasta insultarse, pero entendían que su ira ciega les costaría su propia cabeza si decían una palabra inequívoca, por lo que prefirieron callar.

  --Guerrera roja ¿Usted que opina sobre la oferta del joven héroe? --Preguntó un anciano con mirada tranquila. Nira quitó la mano de su empuñadura y se acercó a la multitud.

  --Daré hasta mi última gota de sangre por está ciudad, pero no podré protegerlos a todos, así que será mejor estar en un solo lugar --Sus pasos no se detuvieron al llegar al frente de la multitud, por lo que siguió caminando, pasando al lado de ellos. Se detuvo por un momento y giró su cuerpo para mirar hacia atrás--. Confiemos en los Dioses y, en él, es todo lo que podemos hacer. --Sin esperar las palabras de los otros individuos en al multitud, la guerrera roja se despidió. Se sentía algo miserable, por lo que no deseaba estar por ahora en compañía de personas.

∆∆∆

  --¿Por qué quiere ayudarlos? --Preguntó una dama a un joven recostado sobre una pared dañada por ataques ígneos.

  --Porque en parte soy responsable. --Contestó el joven.

  --¿Responsable? Usted no hizo nada  malo, en cambio, ya les salvó la vida una vez.

  --De ahí proviene mi responsabilidad, los ayudé, les salve la vida, cambié sus destinos, no puedo quedarme sin hacer nada cuando enfrentan un problema.

  --No entiendo sus palabras. --Dijo ella, intentando comprender el significado oculto.

  --No te pido que las entiendas --La miró con una mirada suave y tranquila--, porque a veces ni yo lo hago.

  --Entonces ¿Por qué se mostró reacio a ayudar a la dama guerrera cuando se lo pidio? --Meriel no podía comprender el actuar de su señor.

  --Porque no quiero hacerla cargar con un cruel destino --Alzó la mirada al cielo--, el cual es seguirme --Dijo con un tono bajo, uno que por supuesto logró escuchar la dama--. Pero tampoco quería mostrarme como su salvador, aquel que entregaría su propia seguridad para protegerlos.

  --¿Por qué? No sería mejor tener a un héroe a quien agradecer, que solo a un viajero de paso que decidió hacerles un favor. --La miró, sonriendo sutilmente.

  --Porque como héroe, tendrán la estúpida idea de que podrán atentar contra su vida y, yo estaré ahí para protegerlos, pero como alguien que solo está de paso, provocará que se vuelvan responsables de sus propias decisiones y, evitará que sigan teniendo la estúpida idea de querer vengarse. --Justo en el momento en que terminó de hablar, su ceño se frunció, se había percatado de su error, por lo que rápidamente miró a la dama, quién lo observaba con una mirada extraña y complicada--, no quise decir lo que dije. --Intentó modificar su discurso.

  --Lo entiendo --Interrumpió--, solo quería evitar que una pobre dama muriera, lo entiendo. --Meriel era fuerte, sin embargo, aquellas palabras de su señor habían herido lo profundo de su corazón.

  --No es lo mismo, Meriel, te juro que no es lo mismo. --Se acercó, intentando tocar con su palma la suave piel de la dama, sin embargo, Meriel evadió el toque con sutileza.

  --Es un hombre lleno de misterios... odia la venganza, pero me prometió ayudar a llevar a cabo la mía... tiene la tortura de la muerte en su brazo, pero aún así sonríe... tiene pesadillas que lo atormentan mientras duerme, pero oculta sus emociones al despertar --Lo miró de cerca--, es una persona misteriosa, mi señor y, no le reprochó nada, porque sé que cumplirá con su palabra, pero por favor, no vuelva a decir que la venganza es estúpida, porque... --Su voz se estaba quebrando.

  --Lo sé --Gustavo no aguantó más, por lo que decidió abrazarla. Meriel se resistió por un momento, pero al no poder soltarse del agarre del joven, optó por aceptar su acto, sintiendo una extraña comodidad, una que había olvidado-- y, te pido perdón por lo que dije, es solo que, ya vi morir a demasiadas personas y, no quiero volver a hacerlo.

  --No tiene porque disculparse conmigo. --Dijo Meriel. Gustavo dio un paso hacia atrás, soltando a la dama de su agarre.

  --Me equivoqué y, debo pedir disculpas, porque sé que mis palabras no fueron las adecuadas.

  --Un señor no se disculpa con su subordinada.

  --Pero un hombre si lo hace y, antes que tu señor, soy un hombre, uno que tiene valores e integridad. --Meriel sonrió ligeramente ante las palabras del joven, no sabía porque, pero se sentía un poco más cómoda al lado de su señor cuando se expresaba de tal modo.

  --Gracias...

  --Por nada --La miró a los ojos--... Acompáñame, es momento de hacer los preparativos adecuados para ayudarlos a escapar de está terrible situación.

  --Creía que ocuparía magia para fortificar un edificio. --Dijo Meriel, confundida. Gustavo sonrió.

  --Te revelaré un secreto --La miró a los ojos, sonriendo--, no sé hacer magia.