Lin Yun hizo un recorrido por el palacio y no le costó encontrar una matriz.
Esta se encontraba al frente de las escaleras.
Sacó tinta, una pluma y una docena de trozos de papel y comenzó a calcular con rapidez, escribiendo muchas palabras y números ilegibles. Después de no menos de diez minutos, Lin Yun guardó el papel y sacó un bolígrafo de cristal para empezar a romper la matriz.
Unos diez minutos más tarde, tocó una runa del primer escalón.
Se escuchó un ruido mecánico cuando el suelo que estaba frente al tramo de escalones se hundió.
Mientras se sacudía, una pequeña plataforma se elevó desde el hueco. La pequeña plataforma tenía el aspecto de muchas matrices apiladas, ya que un gran número de patrones convergían en la muesca del medio.
Y en esa muesca había un cristal carmesí del tamaño de un libro. El cristal tenía varias docenas de caras y, en su interior, se balanceaba lentamente una llama de color similar.
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