LeBron soltó una carcajada de alegría y miró a Jordan: —Jaja, Jordan, han pasado diez años desde que nos conocimos, ¿eh? Todavía eras un niño cuando te conocí.
—Tú tampoco eras un adulto en ese momento —replicó Jordan.
LeBron se rió: —Has cambiado tanto. Casi no te reconozco.
Si Jordan no hubiera ido a verles a él y a Wade en las Finales de la NBA de 2011, LeBron no lo habría reconocido en absoluto.
Jordan se burló: —No has cambiado mucho. Cuando te vi por primera vez, pensé que tenías treinta años, pero ahora, sigues pareciendo de treinta.
—Jaja —James se rió y estiró la mano para agarrar a Jordan con sus grandes manos mientras empezaban a juguetear el uno con el otro.
De repente, LeBron le pidió a su compañero de equipo la pelota de baloncesto y se la lanzó a Jordan: —Amigo, hace diez años que no te veo. Déjame ver cuánto has mejorado.
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